Herman Melville, autor de la épica obra marítima Moby Dick, una vez escribió, «Es mejor fallar en originalidad que tener éxito en la imitación». Me gusta pensar que los fabricantes de automóviles europeos tuvieron esta cita en susos tableros de visiones cuando comenzaron la transición hacia la producción de vehículos eléctricos hace una década. ¿Por qué menciono esto? Bueno, según un informe reciente de Bloomberg y Europa Press, los fabricantes de autos están ahora en una situación de «hazlo o muere» o «atrapado entre una roca y un lugar duro», llámalo como quieras, gracias a la presión desde la UE.
¿Emisiones reducidas o multas elevadas?
Ahora, imaginen esto: los fabricantes de autos se despiertan una mañana y se enteran de que sus luces de stop han sido reemplazadas por luces de «multiplicar por 95 euros». Sí, eso es correcto. Como si 2020 no hubiera traído suficiente caos y tristeza al mundo del automóvil, resulta que estos fabricantes enfrentan ahora la posibilidad de pagar 95 euros por cada gramo de emisión de CO2 por encima del objetivo establecido por la UE para cada vehículo. ¿Quiere saber qué tan grande podría ser ese montón de multas? De acuerdo con la patronal europea ACEA, hablamos de alrededor de 13.000 millones de euros, más otros 3.000 millones provenientes de los vehículos comerciales.
Puede parecer algo salido de una película de ciencia ficción, pero caras conocidas como Volkswagen, Renault, Stellantis y Ford son algunas de las marcas más expuestas a esta amenaza de multas exorbitantes. En un mundo ideal, la solución sería simple y directa: produzca más eléctricos. Pero como todos sabemos, no estamos exactamente viviendo un cuento de hadas.
¿Desacelerar la producción o pisar el freno al completo?
Aquí es donde las cosas se complican. La demanda de vehículos eléctricos en Europa no está creciendo a un ritmo lo suficientemente rápido. Imagine tener que lanzar los dados en esta apuesta, donde tiene que decidir entre arriesgarse a las multas o dejar de producir dos millones de vehículos de combustión. Trágico, ¿no? Pero, hagamos un alto: ¿dos millones? Sí, lo has leído bien. Eso equivale casi a la producción total de vehículos en España, que fue el segundo productor en la región de la UE el año pasado. Como usted puede imaginar, eso es un montón de autos.
Europa hizo alarde de su gran motor de producción el año pasado con casi 15 millones de vehículos ensamblados. Para que lo entiendas aún mejor. Sea cual sea la forma en que lo mires, este dilema es un dolor de cabeza masivo para los fabricantes de autos, y no hay ningún Tabacalera en el horizonte que pueda ofrecer alivio.
Problema no solo para los bolsillos, sino también para el empleo
La ACEA no se ha quedado callada sobre todo esto. Según la asociación, la industria automovilística de la UE no podrá cumplir los objetivos de emisión de CO2 debido a la baja demanda de vehículos eléctricos y la competencia desleal de los vehículos de batería de terceros países. Pero, ¿eso es todo? Por supuesto que no. No tener las condiciones adecuadas para la venta masiva de automóviles y furgonetas de cero emisiones es otra barrera importante. ¿Condiciones como cuáles, te preguntarás?
Bueno, comienza con una infraestructura de carga y repostaje de hidrógeno (H2). Aunque a menudo ignorada, la disponibilidad del suministro de H2 y de baterías, junto con incentivos fiscales y de compra, desempeña un papel crucial en la adopción de vehículos eléctricos. Sin mencionar la necesidad de energía verde asequible y un entorno de fabricación competitivo.
Según los fabricantes, para cumplir con los objetivos de emisiones de 2025, las ventas de vehículos eléctricos para autos de pasajeros y furgonetas deben alcanzar entre un 20% y un 22%. Y, por si lo estás preguntando, apenas estamos llegando al 14% en el caso de los automóviles de pasajeros y aún menos en el caso de las furgonetas.
Defensores del ambiente contraatacan
En medio de todo este furioso torbellino de problemas, la asociación ecologista Transport & Environment (T&E) ha criticado con vehemencia que la industria automovilística pida un aplazamiento de dos años en la consecución de los objetivos de emisiones de CO2. Incluso han tildado la petición de cínica y absurda.
La directora senior de vehículos y cadenas de suministro de movilidad eléctrica en T&E, Julia Poliscanova, lo expresa de esta manera: «Esto no es una guerra ni una pandemia, sino un truco egoísta». Y es que, cuando los fabricantes han obtenido ganancias de más de 130.000 millones solo en los últimos dos años y han tenido seis años desde que se fijaron estos objetivos, ¿es justo que se declare el estado de emergencia solo para seguir vendiendo automóviles contaminantes y obtener grandes beneficios?
Soy consciente de que no he concluido con la nota más alegre, pero es importante tener en cuenta todas las perspectivas en esta situación. Porque, tratar de encontrar una solución que satisfaga tanto a los fabricantes de automóviles como a los defensores del medio ambiente, es como tratar de encontrar un traje que sea ni demasiado suelto ni demasiado apretado: puede llevarnos a todos algún tiempo encontrar el ajuste perfecto.