Recuerdo cuando era niño y veraneaba en la Costa Blanca. Para mí, ese aroma a mar y la brisa suave traían un sabor que aún conservo en mis recuerdos, una mezcla de paella, pescados frescos y risas familiares. Sin embargo, en los últimos días, la alegría de esos sabores tradicionales se ha visto amenazada por algunas decisiones políticas que, aunque bien intencionadas, parecen no comprender la realidad de quienes viven de y para el mar.
Un mar de restricciones: ¿qué está pasando?
Recientemente, el presidente de la Diputación de Alicante y alcalde de Benidorm, Toni Pérez, lanzó una alerta que ha sacudido las bases del sector turístico y hostelero en la región. Según las últimas propuestas, se plantean restricciones Drásticas en las cuotas pesqueras, limitando la captura de distintas especies hasta en un 79%. Te puedes imaginar la preocupación de los restauradores y pescadores que han dedicado su vida a ofrecer lo mejor del mar Mediterráneo.
La perspectiva de los profesionales locales
Alex Fratini, portavoz de la asociación de restaurantes de Benidorm (Abreca), no se contiene al expresar su descontento: «¿Cómo van a promover la sostenibilidad y la economía circular si no dejan que los productores cercanos trabajen?». Esto me lleva a pensar: si el objetivo es proteger el mar, ¿no sería mejor trabajar de la mano con aquellos que conocen el océano como la palma de su mano?
Además, Fratini enfatiza que el microclima de la región es ideal para ciertos tipos de pescado y marisco deliciosos que muchos restaurantes utilizan diariamente. Imagina tener que sustituir esos ingredientes frescos y locales por productos congelados que llegan desde lugares lejanos como India o Suramérica. ¿Alguien ha considerado las implicaciones de esto en la calidad y frescura de la comida?
Un despropósito para algunos, una oportunidad para el mercado global
Por otro lado, María del Mar Valero, presidenta de la asociación provincial hostelera APEHA, se muestra preocupada por los posibles aumentos en los precios de los productos pesqueros. «Esto afectará al sector, no solo por la carencia de productos, sino también por el precio que podrán alcanzar». Aquí es donde me entra la incredulidad: los precios de mariscos como la gamba roja de Alicante podrían volverse inaccesibles para muchas familias.
¡Qué ironía! Este tipo de gamba, reconocida incluso por el célebre chef Quique Dacosta, es uno de esos productos únicos que los turistas esperan encontrar aquí. ¿Y qué sucederá con los viajeros que esperan probar esa deliciosa gamba roja a la plancha? Es un clásico que ha conquistado paladares, y aunque aún se pueda seguir ofreciendo, probablemente no será la misma experiencia que disfrutaban al sentarse frente al mar.
La complejidad del comercio pesquero
La realidad va más allá de la simple queja. Hablamos de un trasfondo económico que parece haber sido ignorado en la toma de decisiones. Según Fratini, «con estas leyes, estamos convirtiendo el mercado en lo que quieren los grandes lobbies, y eso significa que se simplifikarían los sabores y los precios a nivel global». ¡Vaya manera de globalizar lo local!
Desmitificando el «kilómetro cero»
No es casualidad que el término «kilómetro cero» se ha convertido en un mantra del sector gastronómico. En teoría, significa que los productos explotados y vendidos deberían estar lo más cerca posible de su lugar de consumo. Sin embargo, ¿qué valor tiene este concepto si los pescadores de la región son despojados de su capacidad para abastecer sus propias comunidades?
El problema se vuelve evidente: fomentar la economía local y la sostenibilidad requiere no sólo de leyes, sino de un entendimiento real de las comunidades costeras. Y, seamos sinceros, si no se permiten capturas locales, ¿realmente estamos promoviendo la sostenibilidad?
Desafíos logísticos en la cadena de suministro
Uno de los grandes cuestionamientos que se han hecho en el sector es el de la cadena de frío. En la actualidad, traer productos desde lugares lejanos implica un proceso logístico que puede resultar en una calidad inferior y un costo más elevado. Y aquí es donde las cosas se complican: «¿Por qué traer productos caros y de menor calidad cuando tenemos el mar a la puerta de casa?», se pregunta Fratini.
Imagina un platillo de la costa que, en lugar de traerse del mercado local, haga un recorrido de miles de kilómetros. No solo se incrementaría el precio, sino que la frescura del producto se vería comprometida. Esto es algo que impactará tanto a los restaurantes como a los consumidores.
La culpa no es del pez, es del político
Ciertamente, es fundamental proteger nuestros recursos marinos. Todos estamos de acuerdo en que la sostenibilidad es una prioridad. Pero, ¿realmente necesitamos llegar a estos extremos que impactan negativamente a los pescadores y restaurantes locales?
Imaginen un político, escondido en su oficina, que establece restricciones en base a teorías sin conexión con la realidad de quienes trabajan arduamente para llevar alimento fresco a nuestra mesa. Como dice el refrán: “Donde hay cocina, hay amor”. Sí, el amor por la comida y por la cultura también debe incluir a nuestros pescadores que han lidiado con las olas y las tormentas durante generaciones.
La importancia de los sabores locales
Nos guste o no, el sabor local es una atracción turística de primer orden. Muchos turistas llegan a la Costa Blanca, entre otras cosas, por la pasión gastronómica que reside aquí. ¿Cuántas veces hemos escuchado “tienes que probar la gamba roja de Alicante”? Para muchos, eso es parte de la experiencia. No hay nada más gratificante que disfrutar de un marisco fresco mientras se contempla la puesta de sol sobre las aguas del Mediterráneo.
Una comunidad unida
La comunidad local ha tenido un papel protagónico en la defensa de sus intereses. Es admirable cómo el sector hostelero se ha unido en la lucha por conservar la calidad y la autenticidad en la oferta de alimentos. Me puedo imaginar las reuniones acaloradas en las que se discuten los impactos de estas restricciones, intentando encontrar puntos en común:
- ¿Cómo podemos garantizar la calidad?
- ¿Cómo podemos educar a los consumidores sobre la importancia de los productos locales?
Buscando un camino a seguir
En conclusión, las restricciones pesqueras en la costa alicantina se presentan como una espada de doble filo, donde los ideales de sostenibilidad chocan con las realidades de las comunidades de las que dependen. No se trata solo de cuotas pesqueras; se trata del futuro de un legado culinario que ha perdurado durante generaciones. Es un tema que evoca una profunda reflexión sobre cómo queremos que se conecten los sabores locales con la gastronomía global.
Así que, la próxima vez que alguien hable de restricciones pesqueras, piensa en el sabor a mar, en el esfuerzo de pescadores y en la historia de cada platillo que se sirve en tu mesa. ¿Estamos dispuestos a sacrificar un legado culinario por cumplir con cifras frías en documentos? La respuesta exige una conversación difícil, pero necesaria.
Finalmente, espero que para cuando decidan tomar unas copas de vino tinto y disfrutar de una cena frente al mar, puedan seguir degustando los sabores auténticos de la Costa Blanca, esos que hacen que cada bocado cuente una historia, y quizás algún día podamos mirar atrás y decir que esos desafíos superados fueron la chispa que ayudó a nuestros restaurantes a florecer una vez más, cada uno con su propio toque local. ¡Salud!