La reciente jornada electoral en Sri Lanka se ha convertido en un ejemplo de cómo las crisis pueden dar lugar a cambios significativos en la política de un país. Después de un período de tumulto que incluyó protestas masivas, un colapso económico y la huida de un presidente, el pueblo de esta hermosa nación insular ha decidido dar un paso adelante. Pero, ¿qué nos dice esta elección sobre la salud política y económica del país?

Contexto: ¿Qué llevó a Sri Lanka a este punto?

Sri Lanka ha estado en la cuerda floja durante los últimos años. ¿Quién podría imaginar que un país tan vibrante, reconocido por su impresionante biodiversidad y su rica historia, se vería atrapado en una crisis interminable? Imagina tener un galardonado chef en casa y, de repente, su cocina se queda sin ingredientes. Eso es Sri Lanka, donde la escasez de productos básicos, como alimentos y gasolina, ha llevado a los ciudadanos a hacer largas filas, a veces sin tener la certeza de que al final del día conseguirán lo que necesitan.

Desde 2019, Sri Lanka fue golpeada por una serie de eventos que incluyeron ataques terroristas, la pandemia de COVID-19 y, en 2022, el colapso de su economía. La combinación de estos factores creó un cóctel explosivo en el que la población se encontró sumida en una creciente desconfianza hacia sus líderes, en particular hacia la familia Rajapaksa, que había estado en el centro de la política del país durante más de dos décadas.

El hecho de que el presidente Ranil Wickremesinghe, quien asumió el cargo tras las protestas, no lograra satisfacer las expectativas de los votantes es un reflejo de un sentimiento más amplio de frustración. Este es un tema que muchos pueden entender. ¿Alguna vez has echado un vistazo a un proyecto o a una nueva administración que prometió grandes cambios, solo para darte cuenta de que las cosas no solo se mantuvieron igual, sino que empeoraron? En Sri Lanka, ese sentimiento fue palpable.

El día de las elecciones: una jornada pacífica en medio de la tormenta

Con el inicio del proceso electoral, el gobierno implementó un toque de queda nocturno y asignó miles de policías para garantizar la seguridad. En una nación donde el miedo y la ansiedad estaban a la orden del día, estas medidas parecían necesarias. Pero, curiosamente, las elecciones del fin de semana fueron, según la comisión electoral, las más pacíficas en la historia del país.

¿Cómo es posible? Tal vez el pueblo estaba más interesado en dejar atrás un oscuro pasado, donde la corrupción y la escasez eran moneda corriente. Con un 76% de participación, los ciudadanos de Sri Lanka mostraron un deseo de cambio. Fue como si todos hubieran decidido dejar sus diferencias de lado y unirse para crear un futuro nuevo.

Y en el centro de esa lucha por el futuro estaba Anura Kumara Dissanayake, un líder cuyo mensaje de renovación y lucha contra la corrupción resonaba profundamente entre los votantes. ¡Imagina a un superhéroe con una capa de esperanza en lugar de un disfraz! Eso es Dissanayake para muchos en Sri Lanka.

Un nuevo líder con un pasado revolucionario

Dissanayake, líder de la coalición socialdemócrata, no es un novelero en la política. Durante años, ha sido un ferviente defensor de una nueva política que busca romper con las viejas estructuras de poder que han llevado al país a la miseria. ¿Quién quiere seguir viviendo en un bucle de malas decisiones? Él no. Con una impresionante trayectoria y un intento anterior de cambio político, su campaña prometió renegociar condiciones del FMI y poner fin a las políticas opresivas que han caracterizado la economía del país.

La impresionante victoria de Dissanayake fue tanto un voto de protesta como un apoyo a su promesa de renovación. ¡Algo así como un “Ya basta” colectivo! Ganó el 42.36% de los votos, lo que lo obligó a participar en una segunda fase electoral. Pero a diferencia de muchas elecciones, donde el resultado es motivo de celebración para algunos y de desilusión para otros, esta vez parecía llevar consigo un sentido de esperanza y anticipación.

La era de la familia Rajapaksa, que había gobernado durante 20 años, había llegado a su fin — pero no sin dejar una huella profunda. Desde un aumento de la represión hasta la acumulación de deudas, su legado no es fácil de digerir. Como un plato que lleva demasiado tiempo en la estufa, Sri Lanka ha estado cocinando un caldo de crisis.

Las promesas de Dissanayake: ¿son viables?

Una de las mayores promesas de Dissanayake fue renegociar las condiciones del paquete de rescate del FMI de 2,900 millones de dólares. Después del colapso económico de 2022, el FMI impuso condiciones severas que han dejado a la población luchando por sobrevivir. ¿Pero qué significa esto exactamente para un ciudadano promedio?

En términos sencillos, esto podría traducirse en una promesa de trabajar para que el pueblo no tenga que soportar cargas fiscales excesivas. En lugar de aumentar impuestos que ya son insostenibles, Dissanayake podría enfocarse en aumentar el crecimiento económico y reestructurar la deuda internacional.

Recuerdo mi primera vez tratando de modificar un contrato complicado. Era como intentar armar un rompecabezas sin tener la imagen de referencia. Pero lo intenté de todos modos. Así es como se siente Dissanayake: tiene el desafío de juntar las piezas de un rompecabezas económico que muchos han declarado imposible.

El dilema de la deuda: un lastre para el futuro

La historia reciente de Sri Lanka resalta un patrón recurrente en muchas naciones en desarrollo: la dependencia de préstamos internacionales. ¿No es irónico? A menudo, lo que se siente inicialmente como una solución puede transformarse, con el tiempo, en una carga abrumadora.

Los gobiernos anteriores se embarcaron en un ciclo de endeudamiento externo masivo, con la esperanza de que las inversiones en infraestructura y desarrollo impulsaran la economía. Pero en muchos casos, el dinero terminó en contratos opacos y en manos de grupos corruptos. Esta es, después de todo, la narrativa de muchos thrillers políticos, ¿no? Unos pocos ricos y poderosos que se benefician mientras el resto de la población lucha por poner comida en la mesa.

El ascenso de Dissanayake puede considerarse una respuesta a la crisis de deuda que persiste, pero el camino a seguir está lleno de obstáculos. Negociar nuevos términos con el FMI no solo requerirá astucia política, sino también una visión clara de lo que el país necesita para salir adelante.

El futuro: esperanzas y desafíos

Con un nuevo presidente en el cargo, la atención ahora se volcará hacia lo que vendrá. La pregunta en la mente de todos es: ¿realmente podrá Dissanayake cumplir sus promesas?

Una mezcla de optimismo y escepticismo siempre acompaña a cualquier cambio de liderazgo. La historia de Sri Lanka ha demostrado que las promesas pueden quedar en palabras vacías si no se acompaña de acción concreta. Sin embargo, el fervor en torno a Dissanayake es palpable, y muchos están dispuestos a otorgarle su confianza, al menos por ahora.

Es fundamental que se aborden los problemas económicos de manera integral, no solo a través de luchas politizadas, sino también mediante la construcción de un consenso social que permita recuperar la confianza del pueblo.

La crisis actual se convierte en una prueba de fuego. ¿Podrá Dissanayake reducir la inflación que se ha disparado por las políticas económicas anteriores? ¿Implementará reformas que fomenten el crecimiento sin causar más angustia a la población?

Conclusión: un cambio en el aire

Las elecciones en Sri Lanka han marcado un nuevo capítulo en la historia del país. Con un nuevo líder y una población lista para el cambio, el futuro parece prometedor y desafiante al mismo tiempo. Cualquiera que haya pasado por un proceso de cambio en su vida, ya sea mudanza, trabajo nuevo o nuevo amor, sabe que el camino no siempre es fácil. Sin embargo, las elecciones demuestran que el deseo de un futuro mejor puede llevar a las personas a unirse y luchar por lo que creen.

Como periodistas y observadores, ahora tenemos la responsabilidad de seguir de cerca el desarrollo de las políticas de Dissanayake. Y para los ciudadanos de Sri Lanka, este es un punto de inicio para rehacer su historia, una que esperan sea más brillante y menos marcada por la corrupción y la desesperanza.

La lucha está lejos de terminar, pero el primer paso ya se ha dado. Así que, queridos amigos, no se olviden de rellenar sus galletas de esperanza y optimismo, porque Sri Lanka está listas para una nueva aventura!