En una sociedad donde la juventud parece ser la estrella absoluta, ¿qué pasa con esos maravillosos profesionales que han acumulado décadas de experiencia? Desde hace más de cuatro décadas, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha señalado la necesidad de reconocer el valor de los trabajadores de edad, y sin embargo, seguimos lidiando con la misma historia: la discriminación por edad, también conocida como edadismo. Este fenómeno ha sido definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «los estereotipos, los prejuicios y la discriminación por razones de edad».

Así que, al inicio de este artículo, te invito a reflexionar: ¿no es irónico que al mismo tiempo que el mundo clama por diversidad e inclusión, sigamos dejando en el olvido a una parte tan esencial de nuestra fuerza laboral? ¡Adelante, que vamos a sumergirnos en este tema!

El contexto actual y la creciente población sénior

Desde 2002, la OIT ha catalogado a los trabajadores de edad como aquellos que tienen entre 55 y 64 años. Con el aumento de la esperanza de vida y el alargamiento de la vida laboral, las competencias y habilidades que estos trabajadores aportan son más valiosas que nunca. Pero, ¿cuál es la realidad a la que se enfrentan? Según un informe reciente de la Fundación Adecco, un 40% de los profesionales de recursos humanos admite rechazar automáticamente currículos de mayores de 55 años. ¿Te imaginas lo que es tener una amplia experiencia y sentir que tu edad es más un impedimento que un activo?

Y es que, si bien las políticas de no discriminación existen, la práctica diaria cuenta otra historia. A través de un estudio del Global Human Capital Trends 2018 de Deloitte, se reveló que el 49% de los responsables de recursos humanos admitieron que no habían tomado ninguna medida para ayudar a los trabajadores mayores a encontrar nuevas oportunidades. La percepción común parece ser que los profesionales más veteranos son un «obstáculo» para los ingresos de los jóvenes talentos.

Estadísticas que hablan por sí solas

Vamos a poner los números sobre la mesa. Un estudio de la Fundación Adecco y SERES en España reveló que, en la última década, la representación de la población activa de más de 55 años ha aumentado en un 7%. En 2020, esta población representó el 15% de todas las personas en búsqueda activa de empleo. ¡Eso significa que hay una fuente de talento inagotable ahí afuera!

¿Y qué hay del sector académico? Un experimento en 2023 realizado por Iseak mostró que los trabajadores mayores recibieron la mitad de las invitaciones a entrevistas laborales que sus contrapartes más jóvenes. Vamos, que si fuera un juego de baloncesto, los mayores estarían sentados en la banca, a pesar de ser los que mejor saben jugar.

El caso de la discriminación por edad a nivel internacional

¿Y qué sucede más allá de nuestras fronteras? En Estados Unidos, recientemente se presentó una demanda colectiva contra gigantes como Amazon y T-Mobile, acusados de segmentar sus anuncios para excluir a las personas mayores. A su vez, ProPublica reveló que IBM despidió secretamente a más de 20,000 trabajadores de edad avanzada entre 2013 y 2018. Y lo peor es que, según estudios, las principales empresas tecnológicas de Silicon Valley enfrentan más acusaciones de edadismo que de discriminación por raza o género. ¡Qué triste es realizar que en un sector que se jacta de ser innovador, también permea esta discriminación!

No quiero ponerme dramático, pero esto es un tema muy serio. Jeffrey Pfeffer, un experto en comportamiento organizacional en Stanford, publicó un artículo en 1979 sobre el impacto de la fuerza laboral envejecida y, a pesar de haber esperado que las cosas mejoraran, dice que el edadismo es ahora más prevalente. Es como ver una comedia romántica que sabes que tiene un final feliz, pero sigues viendo cómo los protagonistas se dan vueltas en círculos.

El nuevo reto: transformación cultural en las empresas

Ante este panorama, la pregunta es obvia: ¿qué cambios deben implementarse en las empresas y en la sociedad para integrar adecuadamente a estos valiosos trabajadores? Aquí es donde tenemos que poner en marcha una transformación cultural.

Para empezar, las empresas deben dejar de ver a los mayores de 55 años como un «lastre» y comenzar a valorar su experiencia y sabiduría. En lugar de pensar en este grupo como un obstáculo para el talento emergente, deben preguntarse: ¿cómo podemos aprender de ellos? Después de todo, un buen mentor no tiene precio, y ¿quién mejor que los que han navegado por décadas en el mundo laboral?

La experiencia como un activo valioso

Imagina tener que decirle a un ex-director de una multinacional que no es adecuado para un puesto porque su «edad» no encaja. Es casi cómico, ¿cierto? A menudo, nos olvidamos de que la experiencia es un activo valioso y que los trabajadores mayores a menudo han enfrentado y superado retos que los más jóvenes podrían nunca experimentar. Ellos tienen una capacidad innata para adaptarse y aprender que a menudo se subestima.

Una anécdota personal: hace unos años, asistí a un taller donde un participante de 65 años compartió sus experiencias de vida y trabajo. Mientras contaba anécdotas sobre la gestión de equipos y cómo había navegado las crisis en su carrera, todos los jóvenes presentes tomábamos notas frenéticamente. ¿Era su edad lo que importaba? No, lo que realmente importaba era su sabiduría.

Fomentando la empleabilidad de los trabajadores de edad

El gran reto es fomentar la empleabilidad de este creciente sector de la población, pasando de ser vistos como una «minoría a proteger» a ser reconocidos como una fuerza laboral que potencia.

  1. Capacitación continua: Las empresas deben ofrecer programas de capacitación adecuados para que los profesionales mayores puedan actualizar sus habilidades y adaptarse a un mundo laboral que está en constante evolución.

  2. Aprovechamiento de la tecnología: En la era digital, la competencia en herramientas tecnológicas es fundamental. Las empresas deben implementar programas de formación y mentoría para ayudar a estos trabajadores a familiarizarse con la tecnología moderna.

  3. Flexibilidad laboral: Fomentar una cultura que promueva la flexibilidad laboral y la diversidad de edad. Permitir que los trabajadores mayores participen en proyectos intergeneracionales puede ser una forma muy efectiva de derribar mitos.

  4. Cambio en la cultura corporativa: Se necesita un cambio en la mentalidad que rodea al edadismo. Es imperativo educar a los equipos sobre las ventajas de contar con un equipo diverso en términos de edad, y cómo esto puede llevar a un mejor rendimiento organizacional.

Conclusión: un llamado a la acción

Recapitulando, el edadismo sigue siendo una de las formas de discriminación más arraigadas en nuestra sociedad. Es un tema que no solo afecta el bienestar de los trabajadores mayores, sino que también limita la capacidad de las empresas de capitalizar su experiencia. No podemos seguir ignorando el valor que estos profesionales pueden aportar a nuestras organizaciones.

Así que, querido lector, es momento de reimaginar el futuro: ¿cómo puedes tú, en tu entorno, ayudar a cambiar esta narrativa? Cada pequeño paso cuenta. Convertirse en un defensor de la inclusión laboral para todos, independientemente de su edad, puede marcar una diferencia significativa. ¿Te animas a ser parte del cambio?

Porque, al final del día, ¿no nos gustaría vivir en un mundo donde cada persona, sin importar su edad, pueda brillar y contribuir al éxito colectivo? Esta es nuestra oportunidad para construir un futuro más inclusivo y enriquecedor para todos.


Espero que te haya gustado este extenso artículo con un toque de humor y anécdotas personales. ¿Te gustaría que profundizara en algún otro aspecto o tema relacionado? ¡Estoy aquí para ayudarte!