La siniestralidad laboral en Balears sigue siendo un tema candente que parece que no nos quiere dejar tranquilos. La región, a pesar de tener el menor índice de absentismo en España, se lleva la palma cuando hablamos de accidentes laborales. Y aunque las estadísticas nos muestran un mundo ideal, la realidad es bastante más cruda y, diría yo, inquietante. Según Adecco, la tasa de accidentes laborales en las islas se eleva a 394 por cada 100.000 habitantes. Eso, amigos, no suena nada bien. ¿Qué está pasando realmente?
Detrás de los números: la voz de los trabajadores
Imagina que estás en una cocina, cada quien tiene su rol, desde el chef que tiene el mando hasta los ayudantes que corren como si estuvieran en una carrera de relevos. Ahora, piensa en un ayudante de cocina que, tras un accidente, recibe la noticia de que su incapacidad es total. Terrible, ¿verdad? Esto es solo una de las muchas historias que se están tejiendo en esta complicada red de la siniestralidad laboral.
Cati Ginard, secretaria de Acción Sindical, Salud Laboral, Medio Ambiente e Igualdad de CCOO, no se corta en sus declaraciones: «Tenemos una sociedad de trabajadores enfermos, exhaustos y empobrecidos mientras las empresas no dejan de recoger beneficios récords temporada tras temporada». Y ahí la tenemos, desnudando una realidad que muchos prefieren ignorar.
Quizás no te habías dado cuenta, pero lo que está en juego no son solo números. Estamos hablando de vidas, de la salud mental de trabajadores que, además de lidiar con su trabajo, sufren las consecuencias de lesiones que a menudo son invisibles y no se registran en las estadísticas.
La gran olvidada: la salud mental en el trabajo
Es muy fácil mirar hacia otro lado cuando el tema se presenta así: lesiones visibles, accidentes en la línea de producción, caídas en el sector de la construcción. Pero, ¿qué pasa con las lesiones que no se ven? Ginard denuncia la “invisibilidad” de los problemas de salud mental, especialmente en el sector de la hostelería. Entre turnos largos y un ambiente de trabajo estresante, es fácil ver cómo esto puede generar un nido de ansiedad y otros problemas serios que podrían haber sido abordados con una inversión en bienestar laboral.
Las camareras de piso, por ejemplo, son el rostro más visible de esta crisis. Representan el 27,3% del total de los accidentes laborales en la hostelería. El Instituto Balear de Seguridad y Salud Laboral (Ibassal) señala que muchas de estas lesiones se relacionan con sobreesfuerzos, como levantar colchones o limpiar habitaciones en un tiempo récord. Enfermedades que se transmiten de generación en generación. ¡Qué forma de heredar un legado!
Formación laboral: el talón de Aquiles
Hablemos de otra cuestión crucial: la formación. Sí, la formación. Algunos empresarios aún creen que esto es un tema opcional. Ginard enfatiza que «es obligatorio por ley», pero, para muchos, es más fácil ignorarlo. Ella tiene razón; los datos son desgarradores. ¿Qué futuro puede tener nuestra fuerza laboral si los empleados no reciben la capacitación necesaria para trabajar de forma segura? En este sentido, ¿cómo podemos esperar que un trabajador se sienta seguro y empoderado en su lugar de trabajo si no han recibido la educación adecuada sobre protocolos de seguridad?
Imaginen por un instante que están en una obra de construcción. ¿Cuál sería su pensamiento si, al mirar a su alrededor, ven a compañeros sin arneses en los techos? Es motivo de risa, se dice. A no ser que seas uno de esos compañeros. Roberto Serrano, de UGT, no duda en calificar esta falta de medidas de seguridad como una “temeridad». ¿Por 20 euros se puede evitar una muerte o una incapacidad? Entonces, ¿por qué no los compran? Y es que a veces parece que las empresas tienen un don para convertir lo más sencillo en complicado.
Si el dinero hablara: la economía intensa de Balears
La economía de Balears ha sido descrita como “intensiva”. ¿Qué significa esto en un entorno laboral? Que muchas veces los empleados son obligados a hacer sobreesfuerzos, especialmente durante la temporada alta. Este panorama se ha complicado aún más por la falta de personal cualificado. ¿Qué pasa cuando se mezclan la falta de experiencia y la presión de una temporada ajetreada? Exactamente, un cóctel explosivo.
Los sindicatos han hecho hincapié en que muchos accidentes son directamente atribuibles a esta presión constante. Como dice Ginard, “quien tiene toda la responsabilidad en cuidar a sus trabajadores y trabajadoras son los empresarios”. Y aquí es donde entra el dilema: la búsqueda de beneficios por encima de la seguridad. La balanza se inclina y los trabajadores quedan atrapados en medio de esta lucha.
¿Realmente se puede tener una cultura de prevención cuando la urgencia de producir acumula tanta presión? La respuesta es un sonoro no. ¿Y qué hacen las empresas? Se dedican a observar cómo esta falta de responsabilidad se traduce en accidentes que podrían haberse evitado por cinco minutos más de formación.
El papel de las instituciones: entre la espada y la pared
Entendamos que las inspecciones de trabajo son un pilar fundamental para la regulación en el ámbito laboral. Sin embargo, la realidad es que Balears presenta una escasez alarmante de este tipo de inspecciones, lo que deja a muchas empresas en una especie de limbo. UGT alerta sobre esto. Si los patrones saben que hay pocas posibilidades de que alguien venga a revisar sus prácticas, ¿qué incentivo tienen para mejorar?
Al mismo tiempo, las iniciativas de asociaciones como la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB) se esfuerzan por fomentar un ambiente laboral más seguro. Sin embargo, ¿suficiente? No lo creo. La situación es compleja y, aunque algunos empresarios están comprometidos, otros prefieren seguir el camino más fácil.
¿Puede cambiar la cultura empresarial en Balears?
La cultura empresarial es como una máquina antigua: requiere tiempo, esfuerzo y, a menudo, algunas reparaciones dolorosas. La Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas de Mallorca (PIMEM) está haciendo su parte al implementar programas de asesoramiento. Miren Aldeiturriaga, de PIMEM, plantea un punto clave: «No solamente porque es obligatorio por ley ni para cubrir el expediente, sino que realmente sean conscientes de lo que supone esta manera de trabajar».
Y ahí está el meollo: la conciencia. Solo hasta que las empresas comiencen a ver el valor (no solo monetario, sino humano) en cuidar a sus trabajadores, las cosas comenzarán a cambiar. La realidad es que, en vez de solo cumplir con una normativa, deberían ver la salud y seguridad laborales como una inversión.
Conclusiones: la necesidad de una revolución laboral
Lamentablemente, las cifras siguen gritando: Balears continúa siendo la comunidad líder en siniestralidad laboral. Ya sea en la hostelería, la construcción o cualquier otro sector, cambiamos los indicadores de desempeño laboral por la vida de una persona. Esto es inconcebible y absolutamente inadmisible.
Así que, querido lector, ¿qué podemos hacer? La responsabilidad no es solo de los sindicatos o de las instituciones. En esto, todos tenemos nuestra parte. Las empresas deben ser proactivas, los empleados deben exigir sus derechos y nosotros, como sociedad, deberíamos estar dispuestos a apoyar la lucha por condiciones laborales justas y seguras.
Las tristes historias de quienes no pudieron regresar a casa tras un accidentado día de trabajo deben ser el último eco de una realidad que no podemos seguir ignorando. ¿Estás dispuesto a hacer algo al respecto? La próxima vez que escuches un ruido en tu jornada laboral, recuerda: podría ser un llamado de atención, y quizás, solo quizás, sea hora de actuar.