El 29 de octubre de 2023 parece un día que muchos no olvidarán, especialmente aquellos que sintonizaron À Punt, la radiotelevisión pública valenciana. Mientras el DANA, esa lluvia torrencial que llegó para desbordar corazones y ríos, asolaba la provincia, el director general del medio, Alfred Costa, decidió presentar su dimisión de forma irrevocable. ¿Por qué, en medio de una crisis monumental, decide salir por la puerta de atrás un hombre que ha estado al timón de la nave durante cinco años? La respuesta está compuesta de más capas que una buena lasaña.
La tormenta empieza antes de la lluvia
Para ser sinceros, la gestión de À Punt ha estado siempre bajo la lupa. Un medio público que debe equilibrar la imparcialidad y la eficiencia con la presión política no es una tarea sencilla, y la reciente reforma legislativa, aprobada por el PP y Vox, prometía un cambio, pero también un caos. Era como un juego de Jenga cuando un grupo de amigos intenta no derribar la torre mientras se intercambian culturas, y por desgracia, en este caso, la torre no solo se tambaleaba, sino que estaba a punto de caer.
La noticia de la comida del presidente Carlos Mazón con la periodista Maribel Vilaplana fue el toque final. Mientras tanto, Alfred Costa, en su carta de renuncia, menciona una “profunda reflexión personal y profesional”, lo que podría interpretarse como diplomacia. Quizás pensó que salir por la puerta mientras la audiencia se disparaba gracias a su cobertura del DANA era un buen momento para dejar una huella y que su salida no coincidiera con el estruendo del agua.
Números que hablan: la audiencia no perdona
Y es que vamos a hablar de esos números. Según Kantar, durante la cobertura de la crisis, 2.610.000 valencianos sintonizaron À Punt para informarse. En el día de la riada, ¡un 12,5% de share! Eso es más que un café doble en la mañana; es un récord histórico. En comparación, en marzo había conseguido un 8,2% en el día de San José. Puede que el agua no sea un buen amigo, pero desde luego hizo maravillas por la audiencia.
Recordando una anécdota personal, una vez me encontré en medio de una tormenta similar. La lluvia caía a cántaros y, mientras mi vecino trataba de tapar su casa con bolsas de basura, yo estaba sintonizando la televisión para ver cómo se desarrollaba la situación. Resulta paradójico que eventos trágicos como este, que deberían ser catástrofes, pueden llevar a un medio a brillar. Pero, por supuesto, toda luz necesita de una sombra, y eso fue la dimisión de Costa.
Una carta que dice más de lo que parece
La carta de renuncia de Alfred Costa es uno de esos textos que, a primera vista, parece como cualquier otra, pero que si se examina bajo la luz adecuada, revela mucho más. “Espero que mi decisión permita acelerar el proceso de transformación de los medios públicos”, dice. Aquí es donde entra en juego una serie de preguntas retóricas: ¿qué tipo de transformación? ¿Es esta una transformación que se lleva a cabo en medio de una crisis? ¿O simplemente es un juego en el que todos los actores buscan su próximo movimiento en un tablero de ajedrez político?
La inesperada ambición de Maribel Vilaplana
Y volviendo al tema de Maribel Vilaplana, que fue ofrecida como la nueva directora general de À Punt, pero rechazó la posición. Aquí tenemos un dilema clásico: ser la cabeza visible en medio de la tormenta o ser la sombra segura detrás de un gran barco. Quizás el hecho de que estuvo dispuesta a recibir la oferta y luego decidiera rechazarla hable de una falta de confianza en el entorno caótico actual, o tal vez simplemente prefirió seguir con su vida sin demasiados remolinos.
La situación es emblemática: en tiempos de crisis, las oportunidades son ineludibles. Mientras muchos luchan, otros navegan por las aguas turbias para salir fortalecidos. ¿No es curioso cómo el caos puede ser tanto una oportunidad como un desastre?
La reestructuración bajo la mirada del PP y Vox
En lo que podría parecer una historia de un juego de dominó, la reestructuración de À Punt está atada a la agenda política. La nueva ley aprobada por el PP y Vox promete cambiar la manera en que se gestiona el ente, aunque hasta ahora el cambio no ha tenido efecto. La promesa de un consejo de administración que elija a la dirección general se ha encontrado en el mismo limbo que muchas de las reformas que prometen cambiar cosas para mejor.
Ya saben lo que dicen: «Las promesas son como las nubes; aunque a veces traen lluvia, la mayoría del tiempo solo son humo». Y entre las promesas, el nombre de Sergio Peláez, un veterano periodista de Cope, resurge como el potencial nuevo líder. Sin embargo, estas negociaciones parecen estancadas, haciendo recordar cómo a veces el sistema político se asemeja más a una partida de mus que a un tablero de ajedrez. Mientras tanto, À Punt sigue navegando como un barco sin timón.
El esfuerzo de un equipo en medio del naufragio
Mientras tanto, no debemos olvidar el sacrificio del equipo de À Punt. La cobertura de la crisis por parte del medio no ha sido sencilla. De hecho, aquellos que han estado detrás de cámaras y micrófonos deberían recibir un aplauso. Trabajaron incansablemente, sabiendo que su trabajo era más que solo poner noticias en la pantalla. Estaban, de hecho, informando a su comunidad en un momento de desesperación.
Un buen amigo mío, quien trabaja en un medio de comunicación local, siempre me dice que en los tiempos difíciles, la responsabilidad de mantener informado al público recae en sus hombros. Esto es algo que tanto el público como los líderes deberían recordar. La responsabilidad va más allá de las políticas y los números; es una cuestión de vida o muerte.
Reflexiones finales: la próximo paso de À Punt
Por último, ¿dónde va À Punt ahora? La nave se encuentra en aguas turbulentas, pero eso no significa que su viaje haya llegado a su fin. La verdadera pregunta es si el próximo capitán será capaz de manejar la embarcación y guiarla hacia un rumbo que no solo garantice su existencia, sino que también le permita cumplir con su misión pública.
Así que, como valenciano, y como alguien que ha visto la evolución de los medios públicos, espero que en este viaje se escuche la voz de quienes realmente importan: el público. Porque al final del día, À Punt no solo debe sobrevivir; debe prosperar. Las historias que cuenta son las historias de su pueblo, y eso es algo que no se puede dejar de lado.