La nube había prometido ser la solución mágica para cualquier tipo de negocio. «Es escalable, es flexible, es el futuro», nos dijeron. Y muchas empresas se lanzaron de cabeza a soluciones como AWS, Azure y Google Cloud. Pero, ¿qué pasa cuando la luna de miel termina y las facturas comienzan a parecer la letra pequeña de un contrato de préstamos estudiantiles? Bueno, parece que algunas empresas están diciendo «gracias, pero no gracias», y están decidiendo repatriar su infraestructura a la tierra firme. La pregunta es: ¿realmente vale la pena? ¿Es la repatriación la solución que todos esperábamos? Vamos a desglosar esta tendencia que está dando que hablar.

El fenómeno de la repatriación: ¿qué es y por qué está ocurriendo?

La repatriación a la nube no es, en realidad, una vuelta atrás al uso de hardware arcaico y a un software de piedra. Es más bien una revalorización de la infraestructura propia. Las empresas han comenzado a evaluar los costes de usar plataformas en la nube y se están dando cuenta de que, en muchos casos, pueden hacerlo más barato, y quizás de manera más eficiente, sabiendo que tienen control total sobre sus datos y servicios.

Por ponerlo en términos comprensibles, es como si de repente te das cuenta de que tu suscripción a Netflix incluye una cantidad de contenido que jamás vas a ver y decides volver a comprar tus películas en DVD. Un poco drástico, ¿verdad? Pero siempre habrá una razón para ir a lo seguro.

Por ejemplo, Jerónimo Palacios (@giropa832) compartió su experiencia al hacer este cambio dramático. Él y su equipo pasaron de gastar más de 10,000 euros anuales en la infraestructura a ¡solo 500 euros! ¿Lo mejor de todo? La calidad del servicio permaneció intacta. Casi un 95% de ahorro. Se huele la libertad en el aire. Pero no nos olvidemos: cada historia de éxito tiene un giro inesperado.

Casos de empresas que han tirado la casa por la ventana… a la terraza

Una de las primeras historias inspiradoras que encontramos es la de Alfonso Santos Luaces, que trabaja en Inspiration-Q, un innovador «spin-off» del CSIC enfocado en la computación cuántica (diferente, yo sé). Bautizado como un apasionado de la matemática, enfatizó que aunque inicialmente usaron Azure y AWS, terminaron eligiendo el camino más barato tras comparar los costes de sus necesidades computacionales. Desde que hicieron el cambio a Hetzner, donde una máquina AX-102 cuesta aproximadamente 106 euros mensuales, lograron reducir el gasto de 6,000-7,000 euros al mes a la notable cantidad de… ¡espérate! … sí, a 106 euros. Eso sí que es un cambio cuántico.

Pero no todo es alegría en este mundo de ahorro. Álvaro Gómez, conocido como «Lito», nos compartió que su empresa había migrado desde AWS, donde tenían una configuración bastante robusta, hasta Hetzner. Después de todo el esfuerzo de análisis y stratosfeéricas facturas de hasta 1,500 euros al mes, lograron reducir su gasto a unos 250 euros. Lito menciona que no pueden demonizar a AWS por ser una plataforma muy potente, pero en este caso, la relación coste-beneficio no les daba.

La realidad de las empresas emergentes

Y no podemos olvidar a César Martín (@iworkwithyou), CEO de Chatwith.io, un CRM basado en WhatsApp que ha crecido enormemente durante los últimos años. Su historia comienza como una épica odisea de «dame tus créditos de AWS» para posteriormente aterrizar en una realidad: sus costes aumentaron de manera que comenzaron a pensar que la nube estaba más cargada que sus servidores. Al final, su decisión de mover la instalación a los servidores de Hetzner redujo su factura a menos de 500 euros al mes. El auge de la gestión en la nube a menudo deja a las startups pensando que necesitan autopistas infinitas, pero lo que realmente les hace falta es un buen camino rural.

Ahora, todos estos testimonios demuestran que hay una tendencia emergente hacia la repatriación de datos y servicios a infraestructura propia. Está muy bien tener la flexibilidad y escalabilidad que ofrecen estas plataformas, pero a veces, esa flexibilidad acaba costando más de lo que vale.

El dilema de los egress costs: ¿por qué no puedes simplemente huir?

Para aquellos que quizás no estén familiarizados con el término, egress costs se refiere a las tarifas que cobran los proveedores de nube cuando los datos son transferidos de sus servidores a otro lugar. En pocas palabras, es como si tus padres te dijeran que puedes salir a la fiesta, pero que debes devolverles el dinero que te dieron para el taxi. Es asombroso el costo de salir de la nube, y muchas empresas se ven atrapadas en este «impuesto revolucionario» que las mantiene fieles a su proveedor.

Javi Santana (@javisantana), ex CTO de Carto y cofundador de Tinybird, profundizó en este dilema. A pesar de utilizar AWS y Google Cloud para manejar su infraestructura, las tarifas de salida se convierten en un verdadero punto de dolor. Cuando la compañía empieza a escalar, queda atrapada en un ciclo de dependencia. “Mi servicio nunca podrá ser más barato que lo que ofrece el proveedor de cloud”, afirma Santana con desánimo, resaltando cuán importante es entender las implicaciones de las decisiones de infraestructura.

¿Es la repatriación la respuesta para todos?

Entonces, llegamos a la gran pregunta: ¿es la repatriación a la infraestructura propia la solución mágica a todos los problemas relacionados con la nube? No necesariamente. La cuestión del tamaño y el modelo del negocio juega un papel crucial aquí. Mientras que las medianas y pequeñas empresas pueden beneficiarse enormemente de este cambio, los gigantes tecnológicos que necesitan escalabilidad infinita pueden encontrar que la nube sigue siendo el camino a seguir.

Es vital que cada organización haga su propia investigación y considere factores como el tráfico previsto, el volumen de datos y las necesidades de procesamiento antes de tomar una decisión. De lo contrario, puedes acabar siendo la anécdota en la próxima reunión de “las terribles decisiones que hemos tomado”.

Reflexiones finales: la lección de la repatriación

La repatriación a la nube está ganando atención no solo en España, sino a nivel global. La tendencia nos recuerda que aunque el camino hacia la nube puede parecer el más tentador, no siempre es el más adecuado. Como expertos en tecnología y desarrollo, debemos ser críticos y jamás dejar que la visión romántica de la nube nos nuble el juicio.

A pesar de la promesa de la nube, la sabiduría de la «tierra firme» no debe ser subestimada. Tal vez deberíamos tener un poco más de respeto por los excelentes recursos que tenemos a nuestra disposición. Después de todo, no importa dónde hospedes tu infraestructura, lo que realmente importa es que estés en control.

Así que ahora que hemos desglosado lo que ocurre en este nuevo paisaje tecnológico, ¿estás listo para hacer una auditoría de tus propios gastos en la nube? ¿O sigues pensando que “la nube es siempre la mejor opción”? Hay muchas variables a tener en cuenta, y no se trata solo de elegir entre AWS, Azure o volver a casa. ¡La palabra clave aquí es ahorrar!