La cultura es el reflejo de una sociedad, su espejo, su alma. Pero, ¿qué sucede cuando las personas que la hacen posible se sienten olvidadas, invisibles y, además, precarizadas? En Cuenca, una situación de abandonado tejido laboral en el ámbito cultural ha entrado en el ojo del huracán gracias a una reciente denuncia de la Federación CCOO del Hábitat. En este artículo, profundizaremos en este problema que ha venido ocurriendo a lo largo de 25 años, explorando las voces de aquellos que están en el centro de este drama: los monitores de los complejos museísticos de la región.
Un llamado a la acción
“Es una realidad por corregir desde hace un cuarto de siglo”, afirma CCOO en su nota de prensa. Y no podría estar más acertado. En un momento en el que la cultura debería ser celebrada y apoyada, los que trabajan en sus entrañas se encuentran con un panorama sombrío, donde la precariedad salarial y laboral se ha convertido en la norma.
Anécdotas de la vida real
Antes de continuar con el análisis, permíteme contar una anécdota personal. Hace unos años, acompañé a un amigo a un museo de ciencias donde los monitores hacían malabares para mantener la atención de un grupo de escuálidos escolares. La pasión que derrochaban por la ciencia era evidente, pero al final de la visita, uno de ellos se acercó a un grupo de adultos y compartió un breve comentario sobre su salario. “A veces me pregunto si lo que hacemos aquí realmente vale algo”, dijo entre susurros. Esa incertidumbre me quedó grabada. ¿Cómo puede alguien que dedica su vida a transmitir conocimiento recibir un salario que roza el Salario Mínimo Interprofesional?
La voz de los invisibles
La federación CCOO no está alzando una voz aislada. La falta de atención a los derechos laborales de los monitores de los museos ha sido una constante en los últimos años. “No se puede decir que se apuesta por la cultura sin tener en cuenta a las personas trabajadoras que la hacen posible”, sostienen. Esta es una realidad que toca fibras sensibles no solo para los empleados, sino también para los amantes de la cultura y la educación.
La responsabilidad de la Fundación Impulsa
La Fundación Impulsa, que gestiona a estos profesionales, está en el punto de mira. CCOO exige a la institución que asuma su responsabilidad y comience a trabajar en el establecimiento de condiciones dignas, tanto salariales como laborales. La alarma ha sido activada. ¿Acaso no es hora de que las organizaciones se responsabilicen de quienes son el andamiaje en el que se sostiene el sector cultural?
La cultura no puede ser un lujo
Las palabras de CCOO resuenan en todo el sector: “No caben más demoras, es el momento de que reconozcan sus servicios con hechos y no con palabras”. La cultura no debe ser un lujo, ni debe ser convertida en una lucha constante por sobrevivir. Los monitores, que han estado entregados a su trabajo por más de 25 años, merecen un trato digno.
Pero, ¿por qué ocurre esto?
Esta pregunta, mis queridos lectores, es más compleja de lo que parece. Si alguna vez te has preguntado por qué la cultura se encuentra tan desprotegida en algunos lugares, te dejo algunas claves para reflexionar:
- Prioridades políticas: En muchas ocasiones, los presupuestos destinados a cultura son los primeros en ser recortados. ¿Por qué? Porque hay otras áreas que parecen más urgentes, pero ¿acaso no es la educación y la cultura la base de una sociedad próspera?
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Visibilidad: La cultura, y particularmente los profesionales detrás de ella, a menudo son invisibles. Sin un rostro ni una voz reconocida, sus luchas pasan desapercibidas. ¿Cuántos de nosotros realmente sabemos quiénes son las personas que nos enseñan a amar la historia, la ciencia o el arte?
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Cambio de empresa: En los últimos 25 años, la rotación de empresas que gestionan a estos monitores ha aportado una incertidumbre constante. La falta de continuidad provoca que, en vez de construir sobre una base sólida, cada nuevo equipo tenga que empezar desde cero.
La batalla del salario justo
Lo cierto es que los monitores de los museos de Cuenca no están pidiendo lujos. Exigen condiciones laborales que respeten su labor y, sobre todo, salarios que realmente les permitan vivir de su trabajo. Sería insensato creer que el amor por la cultura es suficiente para sobrevivir, y, lo digo con conocimiento de causa, la pasión no llena la nevera.
La urgencia del nuevo pliego de condiciones
Uno de los puntos más relevantes del comunicado de CCOO es la oportunidad que se presenta con el nuevo pliego de condiciones por licitar en el Museo de Ciencias. Aquí tiene la Fundación Impulsa una oportunidad dorada para establecer un nuevo estándar en la gestión de recursos humanos.
Pero, ¿será capaz de hacerlo? O, ¿se lo permitirán sus propios modelos de business? En la actualidad, son muchos los ojos que estarán puestos en esta decisión.
Movilizaciones a la vista
Si la falta de acción continúa, lo que se avecina será seguramente un aluvión de movilizaciones. Los sindicatos han sido claros en este aspecto. “Estaremos vigilantes para que se cumplan sus derechos”. Lo que comenzó como un murmullo inquieto está tomando la forma de un grito colectivo.
La importancia de la solidaridad
Lo curioso en todo esto es que es posible que muchos de nosotros no podamos identificarnos con los monitores de museos de Cuenca, pero la lucha por condiciones laborales dignas es universal. Esto nos lleva a reflexionar sobre la solidaridad como una herramienta poderosa. Cada vez que apoyamos la causa de un grupo desprotegido, ya sea en el ámbito cultural o en cualquier otro, estamos preservando el tejido social que une nuestras comunidades. Después de todo, la cultura no puede ser patrimonio de unos pocos, y debemos cuidar de quienes se dedican a nutrirla.
Reflexiones finales
La situación de los monitores en el ámbito cultural de Cuenca es un recordatorio crudo de que la precariedad laboral puede estar a la vuelta de la esquina, incluso en los lugares más inesperados. A veces, solo necesitamos abrir los ojos para percibir que la cultura, y quienes la sostienen, requieren una atención urgente.
Te invito, querido lector, a explorar más sobre este tema, a ponerte en los zapatos de estos trabajadores invisibles y a unir tu voz en la lucha por una cultura que se respeten a quienes la crean. Porque, al final del día, todos somos un poco parte de esta historia. ¿No crees?
Así que, la próxima vez que visites un museo, no solo te detengas a admirar las obras de arte. Tómate un momento para pensar en la dedicación y el esfuerzo que pone la gente detrás de cada exposición. Quizás, en el camino, descubramos juntos que hay mucho más en juego de lo que a simple vista parece.