Recientemente, la famosa marca de cacahuetes recubiertos de chocolate, Conguitos, ha vuelto a estar en el punto de mira. Y aunque algunos piensen que se trata de un caso aislado, esta polémica es solo la punta del iceberg en un debate mucho más amplio sobre la sensibilidad cultural y el lenguaje que usamos. En este artículo, exploraremos el trasfondo de este tema, el eco que ha tenido en la sociedad y si realmente es necesario un cambio de nombre.
¿Conguitos o exconguitos? La evolución de una marca histórica
Para muchos de nosotros, los Conguitos han sido una merienda clásica. Recuerdo que de niño, cada vez que iba al cine, era casi obligatorio salir con una bolsa de esos cacahuetes cubiertos de chocolate para disfrutar durante la película. ¡Hasta les confieso que me los guardaba en el bolsillo para evitar que alguien me mirara raro por comer en la sala! Pero a lo largo de los años, ese momento de felicidad ha sido empañado por controversias que han hecho que muchos se cuestionen el sentido de las marcas que acompañan nuestra infancia.
La marca Conguitos, que ha estado en el mercado desde los años 60, ha enfrentado varios desafíos. En 2020, una iniciativa en Change.org generó un eco notable al pedir la eliminación de la marca por considerarla «racista». ¿Se imaginan? Una bolsa de sabor tan conocido ahora sujeta a un debate sobre la identidad cultural y la representación. La petición citaba ilustres argumentos sobre cómo la representación del personaje en el logotipo y el propio nombre podían perpetuar estereotipos negativos. ¿Es la vez de redefinir nuestra relación con ciertas marcas que parecen ancladas en el pasado?
De las caricaturas a la realidad: el caso de Bernardo Silva
Si pensaban que todo esto eran solo cuestiones de marketing, los hechos demostraron que las historias tienen consecuencias reales. En 2019, el futbolista portugués Bernardo Silva, entonces en el Manchester City, se vio envuelto en una controversia tras compartir un tuit en el que comparaba a su compañero de equipo, Benjamin Mendy, con el logotipo de los Conguitos. A pesar de que Mendy no se ofendió, la Federación Inglesa de Fútbol tomó cartas en el asunto, multando a Silva y levantando una ola de críticas. Son situaciones como estas las que nos hacen reflexionar: ¿dónde está la línea entre el humor y la ofensa?
Imaginen estar en la piel de Silva, quien se vio obligado a pagar 56.000 euros por un comentario que a muchos les pareció inofensivo. Convertirse en una figura pública conlleva una responsabilidad que, a veces, parece un verdadero laberinto. ¿Deberíamos empezar a tener mucho más cuidado con nuestras palabras y acciones?
Un cambio necesario: más que una imagen
Después de años de tensión y reclamaciones, Conguitos finalmente decidió hacer cambios en su imagen, pero la comunidad sigue cuestionando: ¿tanto remueve la imagen como el nombre? La eliminación de la caricatura ha sido un paso en la dirección correcta, pero muchos todavía se preguntan si el término «Conguitos» debería ser también un tema de debate.
Hablando de debates, un punto interesante es cómo otras marcas han manejado situaciones similares. Llevándonos al ejemplo de Cola Cao, que también realizó un cambio significativo en su eslogan debido a la controversia. En 2020, modificó su famosa canción, «Yo soy aquel negrito…», implementando un enfoque más inclusivo. No es que los cacahuetes de chocolate sean exactamente lo mismo que una bebida de cacao, pero es un buen ejemplo de cómo las marcas pueden evolucionar cuando la presión social se vuelve intensa.
Marcas y responsabilidad social: la presión de la era digital
En la actualidad, la imagen de una empresa o un producto es más que su logo; es su capacidad para adaptarse a los tiempos y a las sensibilidades culturales. Con las redes sociales amplificando cada opinión y cada acto, los errores son expuestos a un público global. Pensé darle un vistazo a mi propio karma en redes sociales, y no me gustaría ver cómo un simple tuit podría tener efectos secundarios sorprendentes, ¿verdad?
Las marcas deben ser conscientes de que la percepción pública ahora se construye en torno a un diálogo constante. Ignorar las voces que demandan cambios resulta contraproducente. Esa es una lección que alguna vez aprendí con mi antiguo profesor de historia, quien me decía que «la historia no se repite, pero rima». En la era de los redes sociales, el eco de la historia resuena con fuerza, y eso obliga a las marcas, como Conguitos, a tomar decisiones difíciles pero necesarias.
La pregunta del millón: ¿cambiarán el nombre?
Entonces, llegamos a la pregunta crucial: ¿realmente debería Conguitos cambiar su nombre? Muchos piensan que el cambio de imagen es un primer paso, pero que el verdadero desafío está aún por venir. ¿Es posible seguir apelando a la nostalgia y al mismo tiempo ofrecer un mensaje inclusivo? La respuesta no es clara.
En mi propia experiencia, adaptar nombres y marcas puede ser un proceso doloroso pero, quizá, necesario.
Imaginemos que un fabricante de botellas de agua cambiará su nombre a «Hidratación masculina» porque ya no queremos recordar aquellos alegatos de «aguas para chicas». ¿Locura? Puede ser, pero la realidad es que el lenguaje evoluciona, y los negocios también deberían hacerlo.
La voz de las generaciones futuras: un diálogo necesario
A medida que nos adentramos en la era de la inclusión y la diversidad, se hace más evidente que las marcas deben participar en un diálogo abierto. No se trata solo de alegar que «siempre ha sido así», sino de cuestionar cómo queremos que nos perciban las futuras generaciones.
He observado cambios en el modo en que mis propios amigos y familiares eligen sus productos. La ética y los valores están en la balanza, y eso afecta nuestras decisiones de compra. Como consumidor, me siento más inclinado a respaldar marcas que son conscientes de las implicaciones de su lenguaje y su imagen.
En el contexto de los Conguitos, podría parecer que son solo unos simples cacahuetes, pero representan algo más grande: una reflexión sobre cómo los productos de la infancia pueden tener significados diferentes para cada generación.
Conclusión: el futuro de Conguitos y la sensibilidad cultural
En resumen, la controversia que rodea a la marca Conguitos refleja una tendencia más amplia hacia la sensibilidad cultural y la responsabilidad social. A medida que los tiempos cambian y las voces se vuelven más fuertes, las empresas deben adaptarse o correr el riesgo de perder relevancia. La eliminación de la caricatura fue un paso positivo, pero aún queda una montaña de trabajo por delante.
Así que, mientras disfrutamos de nuestras meriendas como en nuestros días de infancia, quizás sea hora de un cambio radical en la identidad de los Conguitos. Tal vez el futuro se vea diferente, pero eso también podría abrir la puerta a un diálogo más inclusivo sobre cómo nos sentimos respecto a la representación en las marcas. Las generaciones futuras esperarán una respuesta a esta pregunta difícil, y como consumidores, también la deseamos.
En esta era convulsa donde la lengua, la cultura y las marcas a menudo chocan, lo que realmente importa es que aprendamos juntos y evolucionemos. Porque, al fin y al cabo, todos queremos un mundo donde tanto la risa como los snacks sean disfrutados sin ningún peso sobre la conciencia, ¿no creen?