Cuando Vladimir Ilʹich Lenin dijo que “hay décadas en las que no pasa nada y semanas donde pasan décadas”, cada vez que escucho esa frase me siento identificado. Estoy seguro de que muchos de ustedes también ha vivido momentos en los que el tiempo parece moverse a diferentes velocidades: podría ser una clase de matemáticas interminable o esos minutos previos a un encuentro importante. Sin embargo, en el ámbito geopolítico, las semanas que han transcurrido desde la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses han sido verdaderamente vertiginosas.
El contexto histórico de la defensa europea
¿Quién podría haber imaginado que la Unión Europea (UE) se plantearía un cambio tan drástico como la independencia militar de Estados Unidos? La historia reciente nos ha enseñado que las relaciones internacionales son como una novela llena de giros inesperados. Desde la II Guerra Mundial, hemos visto cómo las democracias liberales triunfaban sobre totalitarismos, pero hoy, el escenario es radicalmente diferente.
Cuando escuché sobre la decisión de la UE de hacerse cargo de su propia defensa, no pude evitar recordar la caída del Muro de Berlín en 1989. Esa fue una de esas semanas que parecieron durar décadas por sus consecuencias. Y ahora, el anuncio de ese «compromiso de endeudamiento conjunto» en Bruselas podría ser otro momento histórico de ese tipo. ¿Estamos, acaso, en el umbral de una nueva era en la política de defensa europea?
La cumbre de Bruselas: un cambio crucial
En la reciente cumbre en Bruselas, el primer ministro polaco, Donald Tusk, subrayó la necesidad urgente de que Europa enfrente nuevos desafíos, alimentados por la guerra en Ucrania y la carrera armamentística de Rusia. Tusk, en un claro giro comunicativo hacia el lenguaje bélico, enfatizó que “Europa debe afrontar este desafío y debe ganar esta carrera armamentística”. Por un momento, pensé que estábamos escuchando a un halcón en lugar de la habitual paloma que muchas veces representa a la UE.
Pero aquí es donde las cosas se ponen interesantes: el compromiso de la UE se traduce en una impresionante inversión de 800.000 millones de euros en defensa. ¡Eso sí que es un esfuerzo colectivo! Pero, siendo sinceros, ¿es suficiente? La realidad es que muchos países, incluidos Francia y España, han llegado a la mesa de negociación con la intención de que el coste se divida.
Las responsabilidades compartidas de defensa
Antes de entrar en detalles sobre quién debería pagar qué, hablemos del contexto. Desde Eisenhower hasta Obama, varios presidentes estadounidenses han señalado que el peso de la defensa en Europa no puede seguir recayendo exclusivamente sobre Estados Unidos. ¡Y qué razón tienen! Si Europa pretende ser un actor global, debe asumir la responsabilidad de su propia seguridad.
Francia, por ejemplo, ha liderado el camino pero también ha hecho un llamado a la solidaridad entre todos los Estados miembros. Es como en un equipo de fútbol: si un jugador no asume su parte del esfuerzo, todo el equipo pierde. Y no quiero aquí señalar a nadie en particular, pero, vamos, España ha sido históricamente uno de esos países que ha quedado más de una vez bajo el radar.
Pero, ¿qué pasa realmente con el compromiso militar de los distintos Estados de la UE? La realidad suele ser que, a pesar de los discursos alineados, el compromiso es desigual. De hecho, los países europeos más ricos no siempre están dispuestos a gastar lo que se espera. ¿No deberíamos todos estar mirando hacia el mismo horizonte?
El reto de la fe en el rearme
Echemos un vistazo más de cerca a este Plan de Rearme de la UE. Aunque suena prometedor, también debe cuidarse de convertirse en una mera “operación contable”. Es vital que este plan no acabe permitiendo que los países europeos desvíen gastos que no tienen nada que ver con la defensa, mientras que la realidad de una guerra potencial con Rusia sigue acechando.
No quiero ser alarmista, pero las palabras “guerra” y “dinero” en el mismo contexto rara vez son positivas. Puede que, en el camino, algunos países terminen ampliando sus deudas en lugar de controlar el gasto público de manera responsable. Suena como una operación arriesgada, ¿verdad?
Sí, reconozcámoslo. Hay mucho de incertidumbre en el panorama. Desde el enfrentamiento de este nuevo remozado en la forma en que la UE ha pensado sobre su militarización y su desencantado amor hacia Estados Unidos, hasta la forma en que la economía europea deberá adaptarse a estos nuevos esfuerzos de defensa.
La mirada a futuro: ¿qué nos depara el nuevo orden europeo?
Así que, aquí estamos. La decisión de la UE de iniciar este camino de independencia militar definitivamente supone un cambio de juego. Por un lado, esto podría resultar en una UE más fortificada y capaz de enfrentar nuevas amenazas. Por el otro, plantea serias preguntas sobre cómo se repartirán estas responsabilidades en un continente donde las diferencias económicas y militares son evidentes.
Es probable que, en un futuro próximo, miremos hacia atrás y pensemos que este fue un momento crucial. Pero, como bromeaba con mis amigos la otra noche, ojalá no lleguemos al punto de tener que usar nuestros nuevos recursos en una hipotética guerra. La última cosa que necesitamos es un nuevo conflicto armado en Europa, algo que evidentemente destruiría lo que queda de nuestra unidad.
Hablando de la unidad, hay algo que queda claro: para que Europa pueda ser un actor de peso en el escenario mundial, cada país debe comprometerse a hacer su parte. Esto no solo significa invertir en defensa, sino también en cooperación y en el establecimiento de una verdadera solidaridad.
Reflexiones personales y el camino por delante
En resumen, a medida que concebir una Europa que actúe por su cuenta sugiere un cambio radical, es importante reconocer el camino que hemos recorrido y las lecciones aprendidas. Este es un reto que no va a ser fácil, y ciertamente no se resolverá de la noche a la mañana.
Honestamente, tal vez este sea el momento de que todos tomemos un paso atrás, reflexionemos sobre el panorama global actual, y unámonos en un esfuerzo conjunto por la paz y la seguridad. La idea de un Ejército Europeo puede parecer desconcertante para algunos, pero, a pesar de los fracasos y la incertidumbre, podría ser la solución que todos hemos estado buscando.
Así que, para concluir, ¿qué opinan ustedes? ¿Creen que Europa estará a la altura del desafío? La historia está llena de sorpresas, y aunque lo que viene puede parecer un laberinto, quizás este sea exactamente el tipo de tira y afloja que necesita la UE para resurgir en un mundo cambiante. Al final, siempre hay espacio para un poco de esperanza y, por qué no, unas risas en medio de la seriedad.