Cuando uno piensa en Argentina, lo primero que a menudo viene a la mente son las tanguitas de Maradona y el tango en las calles de Buenos Aires. Pero, ¡sorpresa!, la realidad del país ha cambiado drásticamente en los últimos años. ¿Qué ha pasado? En resumen, la pobreza ha alcanzado niveles alarmantes. Según estadísticas recientes, el 53% de la población está bajo la línea de pobreza, un fenómeno que evoca los recuerdos de la crisis del 2001, pero esta vez es diferente, más insidioso y, lo más preocupante, más largo. En este artículo, exploraremos cómo la pobreza se ha transformado en una sombra de cada hogar argentino, especialmente bajo la administración del controvertido presidente Javier Milei.
¿Pobreza o clase media engañada?
Una reciente encuesta reveló que en el vasto extrarradio de Buenos Aires, seis de cada diez habitantes son pobres. Pero, ¿qué significa realmente ser pobre en un país que hasta hace poco se consideraba parte de la clase media? La historia de Alicia Ramírez, una jubilada de 71 años, es un fiel reflejo de esta transformación. “Éramos clase media, pero ya no sabemos qué somos”, dice con una mezcla de tristeza y incredulidad. Esta percepción de la identidad de clase ha perdido su estabilidad. En este sentido, estamos hablando de una «clase media trucha», una etiqueta que muchos pueden utilizar para describir su realidad actual.
Una economía de alto costo
Vamos a ser realistas: vivir en Argentina hoy en día es como intentar jugar al monopoly sin reglas y con los precios volando por las nubes. La inflación cerró 2023 en un 211%, y los medicamentos se incrementaron en un 286%. Imaginen intentar hacer el gasto de cada mes con incrementos así. ¿Quién necesita enemigos cuando la economía es nuestra mayor preocupación?
Con el costo de la vida aumentando exponencialmente, los ahorros se están desvaneciendo como el azúcar en el café. Alicia, quien una vez incluso hizo malabarismos con los pagos de su pensión, ahora debe aceptar trabajos de costura para poder subsistir. ¿Les suena familiar esa lucha entre orgullo y necesidad? Me recuerda a una vez que tuve que vender mis coleccionables de superhéroes porque quería pagar el alquiler. A veces, Batman necesita también un poco de ayuda.
Jóvenes, viejos y el dilema educativo
En cuanto al futuro, ¡ay, el futuro! En Argentina, dos de cada tres niños son pobres. Desde el momento en que llegan al mundo, parecen estar en una lucha constante. Este panorama se vuelve aún más oscuro con la creciente precarización del mercado laboral. El profesor de música, Oscar, ilustra perfectamente esto, con 18 horas de clase en siete escuelas. Lo que alguna vez fue una carrera respetada, se ha convertido en un auténtico “docente taxi”. No es sólo un trabajo; es una carrera de obstáculos donde cada parada cuesta tiempo y dinero.
Y mientras tanto, observamos que las familias luchan por reducir costos en educación, recortando lo que alguna vez consideramos esenciales. La educación universitaria pública, que fue un bastión de movilidad social, se ve amenazada por el recorte de presupuestos del gobierno. La Universidad Nacional General Sarmiento, una de las tantas que han visto decrecer el apoyo financiero, es un claro ejemplo de que nuestro “ascensor social educativo” está averiado. Y, por supuesto, sin ascensor, ¡a ver cómo subimos!
La difícil vida de la clase media
¿Y qué hay de la clase media que antaño disfrutaba de buenos empleos y autonomía económica? Ignacio, un hombre de 37 años que vive en pareja con dos hijos, tuvo que enfrentarse a la cruda realidad de que, a pesar de sus esfuerzos, sus ingresos no alcanzan. “Entre los dos salarios llegamos justo, pero esos datos son sin alquiler. Los que alquilamos estamos en el horno”, dice, reflejando la angustia que muchos sienten hoy en día.
La percepción de una clase media abrumada no es solo un fenómeno de medios. Es una realidad tangible que afecta cada hogar. Dame un segundo para repasar algunas cifras: mientras que los precios de gasolina han aumentado un 150%, los sueldos de los empleados públicos no han visto un aumento acorde a estos gastos. Si nos vamos a la inmobiliaria de la zona, Liliana Nieto denuncia que casi no hay clientes. La inseguridad y la imposibilidad de acceder a una vivienda propia complementan la crisis.
¿Qué pasará cuando todos esos que se consideran clase media tengan que replantear su estilo de vida? La mayoría parece optar por un recorte de gastos: menos cenas fuera, menos vacaciones. Soy de la generación que creía que las nuevas tecnologías nos harían la vida más fácil, pero lo que veo es un retorno a los reuniones de patio para compartir un asado sin gastar de más.
Gobierno y políticas fallidas
Bajo el mandato de Javier Milei, hemos visto un giro radical en las políticas que han afectado directamente la vida diaria del argentino común. El gobierno ha implementado medidas que, en teoría, deberían haber impulsado la economía, pero la realidad ha sido más cruel. La eliminación de subsidios y la liberalización de precios ha llevado a la gente a cuestionar cada centavo que gastan.
Ezequiel Adamovsky, historiador, explica que la identidad de clase media en Argentina va más allá de los ingresos, englobando valores y todo un imaginario colectivo. Pero, ¿Qué sucede cuando esa identidad se tambalea? La respuesta está en las calles, en las movilizaciones donde se defiende la educación y se asegura que, a pesar de la crisis, hay valores que resistirán.
Hacia donde vamos: ¿Una repetición de la historia?
No es la primera vez que Argentina está ante una crisis social y económica. En 2001, todos recordamos la consigna «que se vayan todos». Las imágenes de una sociedad unida en la protesta son inolvidables. Pero, ¿podremos volver a unirnos después de este nuevo embate contra la clase media y la precarización laboral? La historia tiende a repetirse, a menudo más cruel que la vez anterior.
Mientras tanto, los economistas advierten que no hay un final cercano a esta crisis estructural, y el futuro parece sombrío. La lucha por abrir nuevos caminos y encontrar soluciones será proporcional al desgaste que sufre la población.
Reflexiones finales
Argentina es un país hermoso, lleno de vida y riqueza cultural. Pero ahora están en juego no solo los números. Cuando llegas a casa y ves a tu abuela, tu madre o tus hijos preguntándose cómo será el mañana, la sensación de impotencia se hace palpable. La pobreza no solo es una estadística; son rostros, son historias.
Desearía que las frases optimistas sobre el cambio y la recuperación fueran una realidad tangible, pero a veces, el optimismo resulta ser un poco frágil, como el papel de servilletas que utilizamos en esas reuniones familiares. Lo que está claro es que en Argentina nos enfrentamos a un desafío monumental, y la pregunta no es si podemos salir de esto, sino cuándo y cómo lo haremos.
Así que, querido lector, si algún día decides visitar este hermoso país, recuerda que sus calles están llenas de historias, y la mayoría de ellas siguen siendo no contadas. Y mientras tanto, quizás a través de su historia, podamos encontrar la esperanza que todos necesitamos para sanar. Y no, no seremos sólo estadísticas en un informe; seremos un pueblo en pie de lucha.