El Tercer Sector ha sido, durante mucho tiempo, un refugio y un campo de batalla para muchas mujeres que buscan hacer la diferencia en sus comunidades. Según el informe de la Fundación Lealtad, las mujeres constituyen un impresionante 75% de la plantilla en ONGs, fundaciones y asociaciones. Sin embargo, antes de que nos emocionemos demasiado, es necesario pensar un poco más profundo. Como dice el famoso dicho, todo lo que brilla no es oro. Aunque las mujeres lideran en número, la realidad es que a menudo no tienen el poder económico que acompaña a ese liderazgo. En este artículo, exploraremos las dinámicas internas de este sector y discutiremos qué se necesita para cerrar la brecha presupuestaria que enfrentan las mujeres.
La historia detrás del liderazgo femenino en el Tercer Sector
Para comenzar, déjame compartir una pequeña anécdota personal. Recuerdo la primera vez que asistí a una reunión de una ONG. Me sorprendió ver a tantas mujeres en posiciones de liderazgo; parecía una reunión llena de energía positiva y propósito. Yo pensaba: “¡Esto es genial!” Pero a medida que escuchaba, mi entusiasmo comenzaba a desvanecerse. Los comentarios sobre la lucha que las mujeres enfrentan para conseguir financiamiento y reconocimiento resonaban en mi mente. Esa misma sensación de decepción es la que muchas líderes femeninas sienten en la actualidad.
La falta de dinero: un problema persistente
Un impresionante 41% menos de presupuesto es lo que gestionan las organizaciones lideradas por mujeres en comparación con las dirigidas por hombres. Soy el primero en admitir que el dinero puede comprar muchas cosas, pero en este caso, es una herramienta crucial para llevar a cabo la misión y visión de estas entidades. ¿No es irónico que mujeres con tanta capacidad de liderazgo y experiencia terminen lidiando con la falta de recursos?
Según el informe, las ONGs con menos de 300,000 euros en presupuesto alcanzan una paridad casi perfecta en liderazgo, mientras que en las organizaciones más grandes, esta cifra cae alarmantemente a un 24%. Esto plantea una pregunta importante: ¿por qué a medida que una organización crece en tamaño y recursos, disminuye la presencia de mujeres en su liderazgo?
La cultura organizativa y los sesgos de género
Ahora que hemos discutido una parte clave del problema, es importante profundizar en el contexto cultural que perpetúa estas dinámicas. La socióloga Rosa Siles señala que, en el ámbito del emprendimiento, las redes de financiamiento tienden a ser más accesibles para los hombres. Piensa por un momento en eso: hay más apoyo para proyectos dirigidos por hombres que por mujeres, a pesar de que las habilidades de gestión y transformación social femeninas han demostrado ser excepcionales. Es estúpido y frustrante, ¿no crees?
A menudo, las mujeres son más autoexigentes y pueden dudar de la calidad de sus proyectos hasta que están completamente seguras de su valía. ¡Vamos! ¿Quién no ha querido mostrarse impecable en su trabajo? Pero este pensamiento autocrítico puede costarles oportunidades cruciales. Sumémosle a eso el hecho de que, según el sesgo colectivo, las propuestas de financiación de hombres pueden ser vistas con más confianza. Este es un círculo vicioso que necesita romperse. Pero, ¿cómo? Tal vez más visibilidad, más redes de apoyo y, ¡por qué no!, un poco de humor en la defensa de nuestras ideas.
La conciliación y la doble carga
La presidenta de la Fundación Lealtad, Ana Benavides, enfatiza otro punto crítico: la conciliación. Muchas veces, el peso de la familia recae de manera desproporcionada sobre las mujeres, lo que limita su disponibilidad para asumir roles de liderazgo. ¿Te suena familiar? De hecho, esto puede convertirse en una trampa para las mujeres talentosas que tienen que lidiar con esa doble carga: ser líderes en su trabajo y responsables en casa.
Es un desafío constante. Por ejemplo, ¿alguna vez has intentado trabajar desde casa mientras tienes a un niño pequeño a tu alrededor? Me atrevería a decir que eso puede parecer un circo. Y en ciertas organizaciones, este escenario podría hacer que una mujer se sienta tentada a renunciar a una carrera que podría ser increíblemente gratificante.
El futuro del liderazgo femenino en el Tercer Sector
A pesar de estos desafíos, hay motivos para el optimismo. María José Gimeno, presidenta de Mamás en Acción, menciona el «salto generacional» que está ocurriendo. Las nuevas generaciones de mujeres están creciendo sin las limitaciones que sus antepasadas enfrentaron. Su hija, por ejemplo, parece tener una mentalidad maravillosa: “Nosotras podemos emprender y vamos a aprovechar cualquier oportunidad que tengamos.” La idea de empoderarse y aprovechar los recursos disponibles es esencial.
Como dice Siles, “no se trata solo de ocupar espacios, sino también de transformar las reglas del juego.” Esto es clave para avanzar y cambiar la narrativa. Por eso es fundamental que las mujeres que están al mando den visibilidad a sus logros y logren abrir foros más diversos donde se escuchen todas las voces.
Algunas propuestas para el cambio
- Crear sistemas de mentoría: Ayudar a las futuras líderes a navegar el complicado mundo de las ONG puede ser transformador.
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Visibilidad y reconocimiento: No solo necesitamos hablar de las dificultades, sino celebrar los logros. He aprendido que, en ocasiones, un buen aplauso puede ser más poderoso que un discurso.
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Adaptar la cultura organizativa: Necesitamos un cambio profundo en cómo se toman las decisiones en las organizaciones, enfatizando la inclusividad y el apoyo a modelos de trabajo flexibles.
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Acceso a recursos: Es vital que las organizaciones que apoyan a mujeres busquen activamente fondos para sus proyectos. Sin ingresos, las ideas brillantes no se materializarán.
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Abogar por el cambio social: Trabajar en pos de un cambio cultural es, para mí, uno de los objetivos más grandes que podemos lograr. Necesitamos desafiar la narrativa de que el liderazgo masculino es el patrón a seguir.
Conclusión: el camino hacia la igualdad
En resumen, aunque el Tercer Sector muestra avances significativos en la representación femenina, no podemos ignorar las brechas existentes. La mujer ha perdido el miedo, ha llegado a ocupar posiciones de liderazgo, pero aún hay mucho por hacer. Desde los desafíos de financiación hasta el dilema de la conciliación, cada aspecto necesita ser abordado con novedad y compromiso.
Por lo tanto, si alguna vez te encuentras en una reunión donde ves a muchas mujeres líderes, ¡anímate a celebrar! Al mismo tiempo, recuerda que el trabajo no termina ahí. El camino hacia la igualdad está lleno de obstáculos, pero juntos podemos pavimentarlo para las generaciones que vendrán. Porque, al final del día, nos conviene a todos tener una sociedad mejor y más equitativa.
Así que, ¿te gustaría ser parte del cambio? ¿Quién sabe? Tal vez un pequeño gesto de apoyo a una líder local podría hacer una diferencia significativa en su vida y, por extensión, en la vida de muchas más personas. Cuando se trata de igualdad, cada acción cuenta.
Ahora, ¿estás listo para unirte al movimiento? 💪✨