La agricultura es uno de esos sectores que parece haber sido olvidado por muchos, hasta que, sorpresa, el supermercado se queda sin tomates. De repente, ¡panik! El consumidor se da cuenta de que su ensalada no se puede preparar sin su ingrediente estrella. Y mientras tanto, en algún rincón del mundo, un agricultor se está preguntando cómo demonios va a salir adelante este año.

La realidad es que más de 5.000 agricultores y ganaderos españoles se agruparon recientemente en una tractorada en el centro de Madrid, manifestándose en defensa de su sustento. Pero, ¿cuál es la razón detrás de estas escenas tan impactantes? Resulta que un acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur está poniendo patas arriba la producción agraria. Así que, si te estás preguntando quiénes son los “ganadores y perdedores” en esta trama, acomódate que hoy te lo cuento con detalles jugosos.

La tractorada que salió del campo a la ciudad

Un día cualquiera, pero no tan cualquiera, el pasado 19 de febrero, Palma de Mallorca se convirtió en un mar de tractores; más de 330 tractores formaron una fila de más de tres kilómetros, haciendo que los automovilistas se detuvieran a aplaudir en lugar de tocar el claxon.

Imagínate estar atrapado en el tráfico y ver pasar una caravana de tractores. Sin duda, es una escena tanto cómica como conmovedora. El silencio de la desinformación fue sustituido por el rugir del motor y los aplausos. Joan Company, gerente de ASAJA Balears, lo resumió bien: “Algunos problemas se han resuelto, pero otros muchos siguen sin respuesta”.

La protesta fue un grito visceral. No solo un acto de desesperación, sino un intento de recordarle a la gente que detrás de cada lechuga hay una historia de arduo trabajo, lucha y, a menudo, desilusión.

¿Por qué tanto ruido? El acuerdo con Mercosur

Entonces, ¿qué tiene de malo este acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur? Para entenderlo, necesitamos dar un pequeño salto en el tiempo. En el pasado, Europa fue capaz de impedir la entrada de productos extranjeros que no cumplían con sus rigurosos estándares de calidad y medioambiente. Ahora, con este nuevo acuerdo, se abren las compuertas a productos agrícolas de países como Brasil, que no necesariamente cumplen con las mismas normativas.

Miquel Gual, presidente de la Cooperativa Agrícola de Sóller, pone el dedo en la llaga: “En Europa, somos extremadamente exigentes con nuestras producciones, pero la laxitud con la que se trata a lo que viene de terceros países es alarmante”. ¿Cómo puede ser que nosotros, que pagamos por hormonas de crecimiento prohibidas, terminemos compitiendo con productos que las utilizan sin mascarilla ni guantes?

La preocupación es clara: “Los campesinos de Europa estamos pidiendo a gritos no morir”, añade, resonando el eco de muchos pequeños agricultores que luchan cada día por salir adelante.

Asimetrías en la competencia

Toni Feliu, un ganadero ecológico que gestiona su pequeña granja desde hace generaciones, ha tenido su ración de desilusiones. “El acuerdo beneficia a las grandes empresas y hace daño a los pequeños agricultores”, lamenta. Sabe que si el futuro sigue así, no solo perderán su forma de vida, sino también su cultura y gastronomía.

Pero aquí viene la pregunta difícil: ¿por qué la sociedad parece ignorar a los que producen el alimento? Feliu apunta al precio: “La gente compra siempre lo más barato, sin pensar en lo que hay detrás de un producto”. ¿Cuántas veces has echado un vistazo a la etiqueta de un tomate en la tienda y has decidido solo basarte en el precio?

La trampa de la subvención

Los agricultores no son los únicos afectados. El peligro de la deslocalización de la producción alimentaria está acechando. “[…] Al lado de América, Europa es una provincia y nos manda un mensaje verde de cómo quieren que hagamos las cosas, pero ellos hacen otra, no tiene sentido”, esta frase de Feliu resuena como un eco de frustración. La pregunta aquí es: ¿es posible vivir del campo en Europa sin subvenciones? He ahí el dilema.

Los agricultores pueden seguir adelante gracias a la Política Agraria Común (PAC), pero ¿es eso una solución sostenible a largo plazo? Francisco Úbeda, gerente de la Cooperativa Pagesa de Pollença, plantea una perspectiva interesante: “Llegará el momento en que las subvenciones no cubran los costos, y entonces, ¿qué haremos?”. Y si muchos agricultores dependen de esas ayudas para subsistir, se plantea la cruda realidad de que un día estas podrían desaparecer.

¿Seguridad alimentaria o simple ilusión?

La seguridad alimentaria es como ese amigo que siempre llega tarde a la fiesta. En teoría, deberías sentir su presencia, pero en la práctica… bueno, no siempre sucede. Joan Company observa que, durante crisis de transporte, como la del canal de Suez, los productos se escacean. “Las grandes revoluciones de la historia han sido por la comida”, reflexiona.

¿Te imaginas un mundo donde la comida llegue desde lugares lejanos y, en el proceso, ya no se produzca localmente? “¿Vamos a deslocalizar también la comida?”, se pregunta Matías Adrover. Si las relaciones comerciales traen consigo productos inseguros, en algún momento, la situación puede volverse insostenible.

Efectos colaterales del acuerdo

Al examinar más de cerca los detalles del acuerdo con Mercosur, algunas preocupaciones emergen. Fernando Fernández, director general de Agricultura del Govern balear, describe el acuerdo como un “intercambio de coches por vacas”. Mientras los fabricantes de automóviles pueden beneficiarse del acuerdo, los agricultores están llevando la peor parte. ¿Es verdaderamente saludable un acuerdo comercial así?

Fernández también sugiere que la Comisión Europea necesita ser más transparente al negociar acuerdos que afecten al sector primario. No se trata solo de normas, sino de un entendimiento más amplio de las realidades locales. Las voces de agricultores y ganaderos deberían ser tenidas en cuenta, no después de que los acuerdos ya hayan sido firmados, sino durante el proceso.

Opción por la sostenibilidad

La pregunta entonces es: ¿existe una forma de hacer las cosas bien? Adrover resalta la importancia de la producción local y el impacto que tiene en el consumidor. “El consumidor encontrará naranjas de Sudáfrica, Sudamérica y las nuestras, y lo que tiene para escoger es solo la vista y el precio”, advierte. La noción de conectar al consumidor con el agricultor está más viva que nunca y representa una esperanza para el futuro.

Conclusión

La agricultura no es simplemente una economía. Es una cultura, un modo de vida y una garantía de cuidarnos unos a otros. Si no somos capaces de apoyar a nuestros agricultores y ganaderos a través de normas justas y equitativas, estamos gestando una crisis alimentaria que podría ser futura y posiblemente insalvable.

Así que la próxima vez que te encuentres en el pasillo del supermercado, piensa. ¿Qué hay detrás de ese precio tan bajo? Y, mientras lo haces, recuerda que cada alimento que consumes contiene no solo nutrientes, sino también el sudor y el esfuerzo de aquellos que todavía creen en el poder del campo.