En tiempos de caos y cambio, hay ciertos sectores que parecen estar siempre en las sombras, a pesar de ser absolutamente esenciales. El sector de la limpieza de locales y edificios en la provincia de Pontevedra es uno de esos ejemplos. Aquellas personas que pasan desapercibidas mientras mantienen nuestros espacios limpios y ordenados enfrentan ahora un desafío significativo. A raíz del bloqueo en la negociación de su convenio laboral, más de 12,000 trabajadores, en su mayoría mujeres, tienen planeadas huelgas y manifestaciones para los días 11 y 12 de noviembre. Pero, ¿por qué es tan importante este movimiento?
Una historia de invisibilidad y lucha
Permíteme compartirte una anécdota. Recuerdo un día, entrando a un centro comercial, atravesé la gran puerta de cristal y, de inmediato, el aire fresco me golpeó en la cara. Lo que no vi en ese momento fueron a las personas que se aseguraron de que cada rincón del lugar estuviese impecable. A menudo, ni siquiera pensamos en ellos hasta que las cosas no están a la altura. En muchas ocasiones, estos trabajadores son la verdadera fuerza detrás de las escenas, pero, una vez que se cierra el telón, su valor se olvida. Esto es exactamente lo que estas trabajadoras de Pontevedra están intentando cambiar.
Alfredo Filgueiras, secretario comarcal de CIG Servizos de Vigo, ha indicado que han tenido 16 reuniones con la patronal sin éxito, lo que ha llevado a los sindicatos a convocar esta huelga. ¿Qué significa esto para estas trabajadoras? Un contrato caducado desde diciembre de 2022, situaciones laborales precarias y la negativa de la patronal para actualizar los salarios acorde al IPC (Índice de Precios al Consumidor) de 2023. Ya sabéis cómo van las cosas: siempre parece que se encuentra la forma de evitar que estos derechos se reconozcan.
¿Por qué ahora?
La situación es especialmente irónica. Durante la pandemia, el sector de la limpieza fue descrito como «esencial». Las trabajadoras del sector se erigieron como heroínas en medio del caos, garantizando que el virus no tenía su escondite en espacios públicos. Ahora que el peligro ha disminuido, sin embargo, esto no se traduce en un reconocimiento correspondiente mediante mejoras laborales y salariales. Según el representante de UGT, Jesús Fernández, el sector está «altamente feminizado y muy precarizado», con una media de ingresos que ronda entre 300 y 400 euros al mes. ¿Es esto digno para aquellos que sostienen nuestras comunidades?
Y aquí es donde la historia se vuelve aún más complicada. Las exigencias de las trabajadoras no son exageradas. Buscan derechos básicos, como un día más de vacaciones, un día para asuntos propios, y ajustes en la jornada laboral que distribuyan las horas entre el personal con jornada parcial. Sin embargo, la respuesta de la patronal ha sido un silencio ensordecedor.
La lucha en números
Si nos fijamos en los números, la situación es crítica. La pérdida estimada de poder adquisitivo en el sector es del 12%. ¡Eso es un golpe directo al bolsillo! Imaginemos por un momento que, tras haber trabajado arduamente, recibimos un salario que simplemente no cubre nuestras necesidades básicas. ¿Cómo haríamos frente a las cuentas?
En mi propia experiencia, he tenido meses en los que veía mis gastos subir, mientras mis ingresos se mantenían estables. La verdad es que por más que queramos hacer magia con esas cifras, a veces simplemente no se puede. Esto es parte de lo que estas trabajadoras enfrentan cada día.
La respuesta de la patronal
Es conveniente preguntarse: ¿Qué hacen estas empresas ante esta situación? Primero, está la estrategia de negarse a reconocer la actualización salarial. Esto no solo es un golpe a las trabajadoras, sino que, en un sentido más amplio, crea una cultura de desigualdad y explotación que repercute en toda la sociedad. Es casi como si estuviéramos atrapados en un ciclo vicioso, donde las empresas que, por cierto, han reportado “volúmenes brutales de beneficios”, deciden ahorrar a costa de la dignidad de sus empleados.
La situación se asemeja a querer llenar un balde dañado. Cuantas más veces intentemos llenar el balde pero no reparamos el agujero, nunca estará lleno. Las empresas pueden seguir disfrutando de sus beneficios, pero si no cuidan de quienes hacen el trabajo pesado, el modelo se derrumbará eventualmente.
La respuesta del sindicato
El CIG y la UGT han decidido que ya es hora de salir a la calle. Las manifestaciones convocadas para los días 11 y 12 de noviembre, que empezarán a las 12:00 horas y 19:00 horas desde el cruce de Vía Norte y Urzáiz, son una muestra clara de que las trabajadoras ya no están dispuestas a aceptar condiciones precarias. La unión hace la fuerza, y si hay algo que estas organizaciones han demostrado es que el trabajo conjunto puede llevar a cambios significativos.
Es interesante cómo a veces, salir a la calle y alzar la voz es la única manera de ser escuchados. Esto me lleva a reflexionar sobre lo importante que es que cada uno de nosotros se sienta impulsado a defender los derechos de aquellos que, como las trabajadoras de limpieza, no tienen la voz que se merecen en muchas ocasiones. Al final del día, nuestras sociedades se mantienen gracias al trabajo y esfuerzo de todos, incluso de aquellos que preferimos ignorar.
Reflexiones finales
El futuro de estas trabajadoras de limpieza en Pontevedra está en juego, y lo que está en juego es más que sólo el salario: es dignidad, respeto y la creación de un ambiente laboral justo. La lucha que se libra en las calles no sólo representa a los trabajadores de limpieza, sino también a todas aquellas personas que día tras día enfrentan condiciones laborales injustas.
Así que, cuando pienses en el sector de la limpieza, quiero que imagines esas manos que se esfuerzan por mantener nuestros espacios en perfectas condiciones. Estos días, mientras vemos las manifestaciones y huelgas, recordemos que en la lucha por los derechos laborales no solo gana uno: ganamos todos. Porque cada voz cuenta, y cuando nos unimos, las cosas pueden cambiar.
Al final del día, todos debemos preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a mirar hacia otro lado, o seremos parte de la solución? La elección es nuestra.