El pasado 29 de octubre, València enfrentó una catástrofe natural de tales dimensiones que dejó a más de 200 personas muertas. La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) no solo trajo consigo inundaciones devastadoras, sino que también desnudó las carencias en la gestión de emergencias y la coordinación política entre diferentes niveles de gobierno. En esta entrada, exploraremos cómo se ha manejado esta tragedia, las críticas que han surgido y el aparente juego político que parece más importante que la propia recuperación de la comunidad.

Un discurso que culmina en críticas

Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular (PP), se refirió a la gestión de la DANA y a la actuación del president de la Generalitat, Carlos Mazón, con frases que resuenan con ironía e indignación. «Los errores humanos se pueden perdonar, pero la indolencia manifiesta jamás se exculpa», dijo en un acto partidista. Uno no puede evitar preguntarse: ¿cuánto tiempo tardará en llegar la autocrítica necesaria? Pero, claro, hablar de responsabilidades a menudo suena más fácil que asumirlas.

Recuerdo una vez en la escuela, un compañero mío siempre trataba de sacar la responsabilidad del grupo cuando algo salía mal en un proyecto. Pero, como suele pasar, siempre terminábamos sabiendo que su contribución había sido la mínima. ¿No se parece esto a lo que estamos viendo en la política?

La defensa de Mazón: ¿explicaciones o evasivas?

Carlos Mazón alzó la voz en las Cortes Valencianas defendiendo su actuación durante los momentos críticos de la DANA. Beatificado casi por Feijóo, se presentaba como un héroe que estaba “plenamente consciente de la situación” mientras los pueblos se hundían en el agua. Durante una comida “de trabajo” con una periodista, que no se menciona en el discurso de la empatía social, Mazón afirmaba que su agenda estaba intacta. Esto lleva a la pregunta: ¿es realmente una agenda pública o un restaurante de lujo el mejor lugar para discutir cómo rescatar comunidades devastadas?

En las crisis, como en una relación complicada, la comunicación es clave. El silencio o la distracción pueden costar vidas —o, al menos, vidas políticas—.

La política de la reconstrucción: ¿realidad o promesa vacía?

La gestión de la reconstrucción es uno de esos términos que suenan bellos en el discurso, pero ¿qué implica realmente? Feijóo ha instado a su partido a “dar la cara” y a “escuchar” al pueblo. Todos queremos creer que nuestros líderes están ahí para ayudarnos, para asumir las consecuencias de sus actos. Sin embargo, parece que algunos políticos están más ocupados haciendo merengadas en el parlamento que en resolver las necesidades urgentes de la comunidad.

Si la reconstrucción es de verdad “una obligación”, como dijo Feijóo, ¿por qué el pueblo no siente esa urgencia? Como se suele decir, «es más fácil decirlo que hacerlo». Cada día que pasa sin una respuesta firme del gobernante es un día perdido en la lucha por la recuperación.

La balanza de la responsabilidad

Al analizar la situación, no se puede ignorar la responsabilidad compartida entre el gobierno local y el nacional. Pedro Sánchez ha sido atacado por su “indolencia”, y muchos se preguntan qué significa eso en términos de políticas efectivas. “¿Para qué está el Gobierno si no es para responder a las emergencias?”, pregunta Feijóo. Si no es así, ¿se debería dar la posibilidad de una reelección a quienes manejan mal la crisis?

Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de estar informados y exigir cuentas a quienes han sido elegidos para servirnos. Y es que, a veces, creo que en el mundo de la política la #CrisisSeviene con una etiqueta de “para quién son los problemas”.

Reflexiones sobre la indolencia del Gobierno

Feijóo, entre críticas y comedias, no se olvida de apuntar hacia Teresa Ribera, vicepresidenta del Gobierno y quien ha estado más centrada en sus propias ambiciones europeas que en el bienestar de la población. Aquí surge una anécdota: cuando estaba en la universidad, solía decirse que algunos profesores asistían a clase solo para “ser vistos”. Ribera parece estar en una misión similar, actuando como una estrella del jet set europeo mientras su país enfrenta problemas reales.

“Cobrando, pero sin trabajar” es una línea que resonó en el aire cuando Feijóo lo mencionó. Si se busca una solución, quizás los líderes deberían pensarlo dos veces antes de hacer la maleta para Bruselas.

Aprendamos de las tragedias

A lo largo de la historia, las tragedias han servido como lecciones sobre cómo no volver a fallar. La DANA no debería ser solo otra noticia en el noticiero; debería ser un llamado a la acción. ¿Podrán los ciudadanos sobreponerse a estas calamidades sin perder la fe en su gobierno? La reconstrucción social, económica y emocional debería ser la prioridad, y no solo un eslogan lanzado durante una conferencia o reunión.

Compromiso y proactividad: un camino hacia la superación

¿Qué podemos aprender de todo esto? La clave podría estar en la proactividad. Aprender, escuchar y, sobre todo, actuar. Prometer apoyo y luego desaparecer en los pasillos de palacios políticos no sirve más que para aumentar el desencanto ciudadano.

Feijóo y Mazón tendrán que demostrar que pueden avanzar más allá de palabras vacías y giros políticos. València merece respuestas claras y un enfoque coherente para la recuperación. Hay que dejar las políticas de lado y hacer el trabajo que realmente necesita la comunidad.

El futuro tras la tormenta

Una vez más, la política está atrapada en un juego de quien es el más fuerte, quien lanza el siguiente ataque contra su oposición. Mientras tanto, los ciudadanos tienen que reconstruir sus vidas, y eso es lo que debería preocuparnos a todos. Así que aquí está mi pregunta para ti: cuando la próxima tormenta venga, ¿estarás preparado? No solo para comprobar el paraguas, sino también para exigir lo que mereces de tus representantes.

Conclusiones finales: desde la crisis hacia la reconstrucción

La DANA no solo ha incluido agua y dolor en la vida de muchos valencianos, sino que ha expuesto las debilidades en nuestra estructura de poder y liderazgo. La próxima vez que escuches a un político en la televisión hablando de “reconstrucción”, recuerda que las palabras deben ser seguidas por acciones y que sus decisiones tienen un impacto real en la vida de las personas.

No perdamos la perspectiva de que detrás de cada discurso hay una comunidad esperando respuestas. En lugar de peleas entre partidos, que las promesas se transformen en planes de acción concretos. La sociedad tiene el derecho de exigir responsabilidad, compasión y verdadero compromiso ante la adversidad. La tarea de reconstruir ese tejido social es, sin duda, responsabilidad de todos.

Así que ahí lo tienes. La próxima vez que oigas hablar de “crisis y reconstrucción”, piensa en lo que esto realmente significa para aquellos que necesitan nuestras voces. ¡Hasta la próxima, y recuerda mantener siempre un ojo crítico sobre quienes nos representan!