La tragedia no es solo la pérdida de vidas y recursos, sino también lo que ocurre tras la tormenta. ¿Cuántas veces hemos tenido que sentarnos a escuchar la retórica política que empieza con «mis condolencias» y termina con «es su culpa»? La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre va más allá de una simple crisis climática; es un árbol genealógico de fracasos políticos, manifestaciones de impotencia y promesas incumplidas. En este artículo, vamos a desmenuzar lo que ha sucedido en la Comunidad Valenciana post-DANA, las controversias políticas generadas y las implicaciones para los ciudadanos que solo quieren un poco de ayuda en momentos difíciles.

La situación actual: un desglose de la catástrofe

La DANA dejó un rastro desolador, y el evento ha sido retratado como un “polvorín” en el que las bombas son las preguntas que nadie quiere hacerse. ¿Cómo es posible que el gobierno central haya aprobado solo una parte insignificante del presupuesto necesario para la recuperación? Según los datos recientes, el gobierno regional, liderado por Carlos Mazón, ha movilizado 400 millones de euros en ayudas, mientras que del gobierno central, solo se han asignado 3.600 millones, pero «a devolver». Es como si decidieran llevar un paraguas en medio de un huracán, pero el Paraguas se lo guardan para después.

¿Dónde está el dinero?

La crítica más mordaz proviene del discurso del propio Mazón, quien ha denunciado la escasa respuesta del gobierno central. «Han pasado de la vergüenza de ‘si quieren ayuda, que la pidan’ a la inmoralidad de ‘si quieren ayuda, que la paguen y con intereses’«, afirmó. Aquí es donde el humor se vuelve amargo. En tiempos de necesidad, ¿realmente hay que preguntar si la ayuda se debe devolver?

Mazón anunció que 7 de cada 10 solicitudes al gobierno central habían sido rechazadas. Nos enfrentamos a una pregunta que puede parecer retórica, pero no lo es: ¿Es este un modo responsable de gestionar crisis humanitarias? Y en la vida real, cuando se mueve dinero en estos niveles, hay empresas y familias notando los estragos de esa falta de respuesta.

Una bancada dividida: críticas y defensas

El debate se torna intenso. En las Cortes Valencianas, se han dado lugar voces como las de José Muñoz del PSOE y José María Llanos de Vox, ¡y qué espectáculo! Por un lado, Muñoz exige responsabilidad política, mientras que Llanos critica la gestión de Mazón exigiendo diligencia en los procesos de recuperación. Yo me senté a ver estas sesiones con un bol de palomitas. En cierto punto, la rivalidad entre las partes políticas se asemeja a un partido de fútbol: todos gritando, pero nadie realmente escuchando.

¿Un cambio de estrategia o un cambio de jugadores?

En medio del caos, surge la figura del nuevo vicepresidente para la reconstrucción, Francisco Gan Pampols. “Si quiere gestionar bien”, asegura Llanos, “debe cesar inmediatamente al responsable de las emergencias”. Esto suena como un capítulo de una serie dramática donde se cambian los actores y la historia no avanza. Pero en la vida real, las tragedias no son guiones; son elementos que necesitan acción real y sustancial.

Números que importan: ¿las ayudas están llegando?

Avancemos un poco más. Según lo informado, ya se han pagado 21 millones de euros en ayudas autonómicas directas y 3.500 familias han recibido ayuda. Mientras tanto, hay quienes deben sentir que esto es como un rayo que cae en el mar: deseamos un impacto que resuene, pero terminar en la superficie sigue sin ayudar a aquellos que luchan en lo cotidiano.

La creación de una nueva línea para ayudar a los casales falleros y artistas de indumentaria es, en teoría, un paso hacia adelante. ¿Pero es suficiente para tapar el agujero generado por la DANA? Algunos podrían pensar: «Vaya, es genial que se preocupen por las fiestas, pero… ¿y la infraestructura?»

Promesas vs. realidad: la falta de una estrategia coherente

Uno de los puntos más controvertidos ha sido la propuesta de eliminar el tope salarial de los consellers. Mientras los ciudadanos están más preocupados por cómo reconstruir sus vidas, la élite política parece más interesada en determinar quién se lleva el mayor salario. Es “la guerra del talento” en lugar de “la guerra de las ideas”.

Los momentos de tensión en la sesión de control se tornaron la viva representación de una telenovela política, donde cada quien busca posicionarse. Pero dejando atrás los chismes, esto nos lleva a reflexionar sobre una cuestión más seria: ¿dónde está el enfoque en el ciudadano?

Clamor por la rendición de cuentas

La pregunta que se cruza en mi mente es: ¿qué tal si cada diputado tuviera que pasar un día ayudando a limpiar después de una inundación? Eso le daría un nuevo significado a la rendición de cuentas. La exigencia de la dimisión de Mazón por parte de Joan Baldoví de Compromís pone de relieve la necesidad de que los políticos asuman sus responsabilidades.

Una denuncia de “intentos de sacar partido” es, en términos de juego de palabras, un golpe bajo en un partido que ya da pena. Cabe preguntarse: ¿cuántas vidas más tendrán que pasar por la trituradora de la burocracia antes de que las cosas cambien realmente?

¿Qué podemos esperar de aquí en adelante?

Después de un evento tan devastador como la DANA, cabría esperar que las lecciones fueran aprendidas: la necesidad de tener un plan de emergencia sólido, y un fondo nacional de desastre mucho más efectivo. Sin embargo, aquí nos encontramos en la misma encrucijada, intercambiando culpas en lugar de construir puentes.

La creación de una comisión de investigación puede sonar prometedora, pero en este caso, solo le da una nueva capa a un problema crónico. ¿No sería preferible una línea directa que conecte a los ciudadanos con sus líderes? Algo así como el «Político a la vista» en donde la gente podría aplastar un botón y hablar directamente con quienes toman decisiones.

Reflexiones finales: un llamado a la acción

Podemos sentarnos y esperar que la política haga su trabajo, o bien levantarnos y hacer que nuestras voces se escuchen. La DANA es un recordatorio brutal de que somos todos parte de una comunidad que necesita actuar, no solo a nivel político, sino también personal.

Un cambio verdadero requiere compromiso, acción y sobre todo, una voluntad genuina de ver más allá de las banderas políticas y enfocarse en las personas: aquellos que se están secando las lágrimas y buscando recuperar sus hogares. Así que, amigos y amigas, les lanzo una pregunta: ¿estamos aquí solo para comentar o estamos listos para actuar? La elección siempre está en nuestras manos.