La historia de Pescaderías Coruñesas es una travesía emocionante marcada por sueños, sacrificios y, por supuesto, ¡mucho pescado! Al pensar en empresas familiares que han logrado dejar una huella imborrable en la gastronomía española, es imposible no mencionar a esta icónica marca que, con más de un siglo de historia, ha conseguido posicionarse como un referente en Madrid y más allá. Pero, ¿qué hay detrás de los filetes de merluza que suelen adornar nuestras cenas? ¿Qué secretos guardan sus fundadores y las generaciones que les sucedieron? Acompáñame en este fascinante recorrido por el tiempo mientras desentrañamos los elementos que han conformado a Pescaderías Coruñesas y sus restaurantes.
El comienzo de un sueño en los años 70
Era 1975, y en el corazón de Madrid, un joven Evaristo García se encontraba al frente de un próspero negocio como pescadero. Sin embargo, siempre hubo una espinita clavada en su corazón: el anhelo de ser restaurador. Su vida dio un giro inesperado cuando un conocido futbolista y hostelero gallego, José Luis Fidalgo Veloso, propietario de “El Pescador”, le ofreció la oportunidad de comprar su restaurante. En un arrebato de valentía (o fue la combinación perfecta de fe y locura), Evaristo no dudó en hacerlo. ¿Quién podría imaginar que una decisión tan arriesgada marcaría el inicio de uno de los grupos de gastronomía más influyentes de España?
Recuerdo que, cuando empecé a trabajar en un pequeño restaurante, también soñaba con crear mi propio menú. Ah, los sueños… o más bien, las fantasías en mi cabeza sobre Michelin y ser el próximo Ferran Adrià. Esa mezcla de emoción y temor es algo que muchos emprendedores sienten, y Evaristo no fue la excepción.
El Pescador: un hito en la historia de Madrid
Desde su apertura, El Pescador trajo una propuesta frescura que rompía con los patrones establecidos. Madrid estaba repleto de marisquerías que prometían “el mejor marisco”, pero Evaristo buscaba algo diferente. Su concepto era claro: ofrecer lo mejor de la tierra con un enfoque honesto, sin salsas que enmascararan la calidad del producto. Detrás de esa decisión hay una filosofía que aún perdura en el grupo: si el producto es de calidad, no necesita adornos.
Imagina estar en un restaurante donde las recomendaciones del chef son “¡No le pongas limón a eso!” La confianza en la calidad del producto es palpable y, a su vez, provoca risas y complicidad en la sala. “¡Esto no es una limonada!” parecerían decir sus platos.
Un legado familiar de esfuerzo y pasión
La historia de la familia García se remonta a cuatro generaciones, agrupadas en un árbol genealógico que te hace reflexionar sobre la importancia de las raíces. Desde un joven Santiago Gómez Falagán, que comerciaba pescado entre Galicia y Madrid, hasta la llegada de Evaristo y su primo Benigno. La dedicación de esta familia ha sido inquebrantable, enfrentándose a desafíos que solo quienes están sumergidos en el complicado mundo del negocio familiar pueden comprender.
Recuerdo una anécdota sobre mi abuela —la reina de los postres— quien siempre decía que la clave estaba en agregar un poco de amor (y un puñado de azúcar). Al igual que ella, Evaristo y su familia fueron capaces de crear un dulce legado para las generaciones futuras, haciendo del negocio algo más que un simple medio de vida. Al fin y al cabo, ¡estamos hablando de la gastronomía!
De la tienda de Recoletos a un imperio gastronómico
Una de las decisiones más estratégicas de Evaristo fue hacerse cargo de la tienda de Recoletos, donde no solo buscó devolverle el brillo a Pescaderías Coruñesas, sino que también planteó un eslogan que perdura hasta hoy: «El mejor puerto de mar en la capital de España». Pero eso no fue todo. Evaristo estableció dos normas sencillas que hoy suenan como lecciones de vida: “No hay no” y “Todos los clientes son igual de importantes”. Imagínate, un lugar donde cada cliente, ya fuera un amante del caviar o un aficionado a las sardinas, era tratado con el mismo respeto. ¡Eso sí que es un buen servicio!
Aquí es donde se gesta un punto crucial en nuestro relato: el sacrificio y la autoexigencia. Cuando la pequeña tienda de Recoletos no tenía suficiente espacio para su espectacular pescado, simplemente sacaron todo a la calle, convirtiendo la acera en un escaparate prometedor. En cierta manera, me recuerda a cuando un amigo decidió exhibir su talento de rap en la plaza del pueblo. Aunque había mucho temor, ¡cual fue su sorpresa cuando la gente se detuvo a escuchar!
Un banquete gastronómico en los años 80
Con la llegada de las décadas siguientes, los García vieron la oportunidad de expandir su negocio al ámbito de la hostelería. El primer gran paso fue la adquisición de “El Pescador”, seguido por “O’Pazo”, que se adaptó a las nuevas tendencias sin perder su esencia. A veces me pregunto, ¿qué se necesita para entrar en un nuevo negocio y no perder la esencia del anterior? La respuesta, en este caso, estaba en la herencia familiar y el profundo conocimiento del producto.
La cuarta generación, representada por Norberto, Diego, Marta y Paloma, comenzó a tomar las riendas del negocio. A mí me encanta pensar que, en cada uno de ellos, hay una chispa de creatividad que probablemente explota en la cocina. Reflejando la situación actual de muchos negocios familiares, ellos tuvieron que modernizarse. Después de todo, ¿quién podría resistirse a un buen copy en Instagram o un menú innovador?
Del océano a la mesa: un viaje gastronómico
A medida que las generaciones avanzaban, también lo hacían los desafíos. La pandemia de 2020 trajo un descanso forzado, pero no doblegó la determinación de esta familia. Cuando hubo que tomar decisiones difíciles, se aseguró de que ningún empleado se quedara sin trabajo. Esto me hace recordar la importancia de cuidar a quienes te rodean, un pilar en cualquier negocio. Si echas la vista atrás, seguramente recordarás algún gesto de generosidad que marcó tu vida.
Mirando hacia el futuro con Madrid Teatro
¿Qué podemos esperar de Pescaderías Coruñesas en el futuro? Actualmente, están trabajando en un ambicioso proyecto conocido como Madrid Teatro, un complejo que promete fusionar la gastronomía y el entretenimiento. ¿No suena emocionante? Es como un nuevo escenario donde los actores son mariscos frescos, y el guion ya está escrito: ofrecer lo mejor de la costa en el corazón de la capital.
Tus caderas todavía no lo saben, pero una nueva época de delicias marinas está por venir. Un lugar donde el alma de estas cuatro generaciones no solo se conservará, sino que seguramente evolucionará con cada nuevo plato que se cocine en esta cocina.
Conclusiones y un legado que perdura
La historia de Pescaderías Coruñesas y su grupo de restaurantes no solo es rica en anécdotas, también es un recordatorio de lo que significa construir un legado y enfrentar desafíos. En tiempos de incertidumbre, la familia encontró la manera de mantenerse unida y ofrecer lo mejor. Desde sus inicios en la venta de pescado en la plaza de Canalejas hasta la creación de restaurantes reconocidos, su viaje es un testimonio del valor del trabajo duro, la pasión y la honestidad en el trabajo.
Hoy, el nombre Pescaderías Coruñesas no solo representa un negocio; es una tradición familiar que ha sabido adaptarse a los tiempos, preservando la esencia de lo que son: pescadores y restauradores en el corazón de Madrid. Así que, la próxima vez que saborees un delicioso plato de marisco en uno de sus restaurantes, recuerda: estás degustando más que un platillo, estás formando parte de una inmensa historia de amor hacia la gastronomía y el compromiso con la calidad. ¿Te imaginas lo que será en los próximos años? ¡Solo el tiempo lo dirá!