En estas últimas semanas, la ría de Arousa se ha convertido en un escenario de incertidumbre y preocupación. Las mariscadoras, con el agua hasta las rodillas y las manos hundidas en la arena, enfrentan una realidad inquietante: la cosecha de berberechos, almejas y mejillones está en caída libre. No se trata de un fenómeno aislado, sino de una crisis que amenaza no solo la economía local, sino también el sustento de muchas familias gallegas y la biodiversidad marina.

Un panorama desalentador

Todos hemos escuchado las lamentaciones de nuestros padres sobre cómo «en mis tiempos esto era diferente». Pero aquí, en la ría de Arousa, las cifras hablan por sí solas. En los últimos años, las poblaciones de bivalvos han disminuido a un ritmo alarmante. ¿Sabías que estamos hablando de un 93% menos de berberechos y un 86% menos de almejas? Sí, es como si pasáramos de tener un banquete de mariscos a un puñado de mariscos en casi un abrir y cerrar de ojos.

La responsable de la cofradía de pescadores de San Martiño, María del Carmen Besada Meisa, lo resume perfectamente: “No se puede vivir así”. En un lugar que se consideraba una de las mayores zonas de producción de marisco en Europa, la situación es crítica. Durante los últimos cuatro años, las pérdidas económicas se aproximan a los 45 millones de euros. Si el dinero hablara, probablemente estaría gritando: “¡Ayuda!”.

¿Qué está pasando realmente?

Para entender la magnitud de esta crisis, es esencial identificar los factores que la están precipitando. The Guardian nos da algunas pistas sobre lo que se está cocinando en la ría de Arousa. El cambio climático se erige como un jugador clave en este drama. Las lluvias torrenciales han alterado drásticamente la salinidad del agua, un elemento crucial para la supervivencia de los bivalvos. ¡Quién diría que algo tan simple como la sal podría ser un tema de conversación tan serio!

Como si eso no fuera suficiente, el aumento de la temperatura del agua ha desestabilizado los ciclos de crecimiento del marisco. Marta Martín-Borregón, responsable de océanos de Greenpeace España, menciona que el aumento de la temperatura ha hecho que las aguas, que generalmente son frías y llenas de nutrientes, ya no sean un caldo de cultivo adecuado para muchas especies.

La invasión del cangrejo azul

Pero, espera, aquí viene el plot twist. La situación se complica aún más con la llegada de una especie invasora: el cangrejo azul. Este temido crustáceo, originario del Atlántico occidental y del Golfo de México, se ha convertido en un verdadero devorador de bivalvos locales. ¿Alguna vez has tenido el infortunio de encontrar un intruso en tu casa? Así es como se sienten ahora los mariscadores al ver a este cangrejo arrasando con su trabajo.

La influencia de la contaminación

Si habíamos mencionado al cambio climático y a los cangrejos azules como factores problemáticos, no podemos obviar el impacto de la contaminación. Cada año, más de 2.000 vertidos contaminantes llegan al mar, y un sorprendente 10% de ellos supera los límites legales de toxicidad. Parece más una película de terror que una simple problemática ecológica, ¿no?

Los residuos provienen en gran parte de la agricultura y de industrias como las conservas de pescado. Está claro que no debemos solo preocuparnos por la falta de marisco, sino también por la calidad de las aguas que los mariscadores han estado utilizando toda su vida.

El impacto de la industrialización

Por si esto fuera poco, nos encontramos ante la amenaza de nuevos proyectos industriales que podrían complicar aún más esta situación ya de por sí tensa. La posible reapertura de la mina de cobre de Touro-Pino y la construcción de una mega planta de celulosa en Palas de Rei prometen no solo afectar la fauna marina, sino también poner en jaque a las comunidades que dependen del mar para vivir.

Las noticias van y vienen, y aunque algunas de ellas pueden sonar a ciencia ficción, en Galicia son una triste realidad. Con la planta consumiendo unos 46.000 metros cúbicos de agua al día, es como si estuviéramos tratando de abastecer a toda la provincia de Lugo con agua de mar. Piensa en ello: ¿quién podría sobrevivir sin agua?

Números que asustan

Los números, como ya mencionamos, son demoledores. Si miramos hacia atrás, entre 2002 y 2022, la producción media de almeja fina era de 329 toneladas al año. Pero ¡oh sorpresa! Desde 2019 hasta 2023, la cifra cayó a 155 toneladas anuales y en 2024, se desplomó a apenas 21 toneladas. Un descenso del 86.9%. ¿Quién podría imaginar que el mar, un lugar que antes era un verdadero buffet de mariscos, se convirtiera en un desierto alimentario tan rápidamente?

Y si creías que esto terminaba aquí, te tengo malas noticias. La almeja babosa ha visto una caída brutal, con solo 38 toneladas recolectadas en el último año, lo que representa un 85.8% menos que la media de los cinco años anteriores. La situación es insostenible.

El berberecho, con un descenso del 93.7%, y el mejillón, que está atravesando la peor cosecha en 25 años, están en un camino parecido. En un año que a todos nos gustaría olvidar, Galicia registró solo 178.065 toneladas, un descenso alarmante respecto a las 250.000 toneladas de 2021.

¿Qué podemos hacer?

Ahora que tenemos una imagen clara de lo que está sucediendo en la ría de Arousa, la pregunta es: ¿qué podemos hacer? Quizás no seamos mariscadores ni tengamos empresas pesqueras, pero todos podemos involucrarnos en la lucha por restaurar el equilibrio en nuestro entorno.

Iniciativas locales y globales

Las iniciativas de las comunidades locales son esenciales. La Plataforma en Defensa da Ría de Arousa está haciendo sonar la alarma, solicitando estudios para averiguar las causas de esta crisis. La colaboración entre mariscadores, ecologistas, y gobiernos es más crucial que nunca.

Por otro lado, en un mundo donde la conciencia ambiental está en auge, los consumidores tienen también un papel importante que jugar. Elegir productos de pesca sostenible y fomentar prácticas de acuicultura responsable son pasos que cada uno de nosotros puede dar. Tal vez no podamos pescar mariscos en la ría de Arousa, pero con nuestras decisiones, podemos influir en la demanda de mariscos.

Apostar por la educación

Apostar por la educación sobre la protección del medio ambiente es otra forma de ayudar. La próxima generación debe estar consciente de la importancia de cuidar nuestros océanos y rías. ¿Quién sabe? Tal vez uno de esos estudiantes sea el futuro innovador que encontrará soluciones creativas para ayudar a estos ecosistemas en crisis.

En la ruta hacia la sostenibilidad

La situación de la ría de Arousa es un claro recordatorio de que la sostenibilidad no es solo un lujo, sino una necesidad. Las mariscadoras, con sus manos callosas y sus corazones valientes, son un símbolo de la lucha por un futuro más sostenible. ¿No deberíamos todos hacer nuestra parte?

La integración de políticas que consideren la salud del ecosistema marino y la regulación de industrias contaminantes es fundamental. A medida que comenzamos a tomar decisiones más informadas sobre nuestros hábitos de consumo, podemos contribuir a un cambio significativo.

Conclusión

La crisis marisquera en la ría de Arousa es más que un problema regional. Es una llamada de atención para todos nosotros. Las condiciones del mar y la vida marina son signos del estado de salud de nuestro planeta. La historia de estas mariscadoras se repite en muchas partes del mundo, y si no tomamos cartas en el asunto, el silencio del océano podría convertirse en un eco ensordecedor.

Así que la próxima vez que disfrutes de un plato de mariscos, recuerda que detrás de cada bocado hay historias, tradiciones y, sobre todo, personas dedicadas a mantener viva esta cultura. Solo a través de la solidaridad y la responsabilidad, podremos asegurar que futuras generaciones puedan también disfrutar de lo que el océano tiene para ofrecer. ¿Qué dices? ¿Estás listo para ayudar a proteger nuestras rías?