La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha golpeado la Comunidad Valenciana ha sido un recordatorio brutal de cómo la naturaleza puede provocar estragos en la economía y la vida de millones de personas. Con un tercio de la economía local arrasada y el 25% del empleo en riesgo, la crisis ya se ha traducido en una serie de despidos que amenazan con convertirse en una oleada incontrolable de Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). Esta situación ha colocado a empresarios y trabajadores en una batalla titánica por la supervivencia, algo que muchos de nosotros nunca imaginamos que tendríamos que afrontar en esta década.

Comprendiendo la magnitud del problema

Las imágenes de Catarroja y otros municipios anegados por lodo y destrucción son escalofriantes. Habrá quienes digan que son solo edificios, pero detrás de cada ladrillo caído hay historias de vidas, sueños y familias que ahora enfrentan una odisea. Se estima que más de 5.000 comercios han sido destruidos. Quizá te preguntarás: ¿cómo es posible que se llegue a tal extremo?

Cuando la patronal nacional CEOE intenta articular la magnitud de la crisis, señala que «ahora toca analizar la viabilidad de los negocios». La realidad es que para muchos la respuesta es negativa: no podrán continuar. La frase “esto no es el Covid” se ha convertido en un mantra en los pasillos de las organizaciones empresariales. Y es que, aunque durante la pandemia tuvimos acceso a ciertos mecanismos de ayuda como los ERTE, ahora se encuentran enfrentados a condiciones que pueden considerarse una trampa mortal para muchos.

¿La letra pequeña: el enemigo oculto?

Surge la pregunta: ¿por qué la burocracia es tan complicada? Edison Tanasa, copropietario de un bar en Catarroja, lo ha experimentado en carne propia. En 2020, abrió su primer bar justo antes de que el mundo se sumiera en el caos pandémico. En medio de esa tempestad, se vio obligado a pedir un ERTE y, irónicamente, terminó devolviendo parte de la ayuda que recibió. «La ayuda que recibí no llegó a 2.000 euros y al año tuve que devolver 600 euros por tener a varios trabajadores a media jornada». Su historia es un eco de la experiencia de cientos de empresarios que enfrentan ahora los mismos dilemas.

Esto nos lleva a lo que Salvador Navarro, presidente de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), y otros empresarios temen: los condicionantes para acceder a las ayudas económicas pueden convertirse en una trampa mortal, llevando a algunas empresas a una situación de quiebra a pesar de haber solicitado ayuda. Imagina tener que elegir entre cerrar tu negocio y estar atado a una deuda que puede ser mucho más devastadora.

El dilema de los ERTE y la llegada de los ERE

Como bien apuntan autores y expertos, el ERTE es una solución temporal. Tal vez por eso se siente como un comentario de un amigo durante una crisis, un «no te preocupes, todo estará bien». Pero, ¿y si no está bien? La realidad es que, a medida que las empresas enfrentan «daños estructurales», es probable que muchos de estos ERTE se conviertan en ERE. Germán Martínez, socio del área laboral de Andersen, justifica que “los ERTE pueden ser útiles en momentos de incertidumbre, pero si las consecuencias son permanentes, las empresas tendrán que recurrir al ERE».

Cada vez que escucho la palabra ERE, pienso en cómo muchos trabajadores quedarán atrapados entre la espada y la pared. El Ministerio de Trabajo ha recibido ya solicitudes de despido colectivo, lo que significa que la crisis está en marcha. La cifra de 164 expedientes que afectan a 2.285 trabajadores no es más que la punta del iceberg.

La necesidad de empatía y apoyo del Gobierno

¿Acaso aquellos que toman decisiones en las altas esferas saben realmente lo que significa perder un empleo y ver a tu familia luchando por sobrevivir? Desde la CEV, la petición al Gobierno de eliminar condiciones angustiosas en estas ayudas se siente como un grito por ayuda en medio de un torbellino. «La catástrofe que están sufriendo los solicitantes requiere empatía y no obligaciones que abocan al cierre definitivo en vez de ayudar», afirman.

Curiosamente, la frase “la ayuda debe ser para quienes realmente la necesiten” resuena en muchos de nosotros. Después de todo, vivimos en un mundo interconectado, donde las decisiones de unos pueden afectar al mundo entero. En este caso, los disturbios económicos en una región de España pueden tener repercusiones en otros lugares.

Reflexiones y aprendizajes de la situación actual

Entonces, en medio de este panorama desolador, me encuentro cuestionando: ¿qué lecciones podemos aprender de esta crisis? Por un lado, debemos fomentar un espíritu de unidad y colaboración; y por otro, debemos insistir en una revisión crítica de cómo se gestionan las ayudas gubernamentales.

Los empresarios que optan por arremeter contra la burocracia se encuentran atrapados entre los deseos de reactivar sus empresas y las obligaciones restrictivas que enfrentan. Sin embargo, esta crisis, como todas las crisis, también puede ser una oportunidad para reevaluar y reinvertir en modelos de negocio más sostenibles y resilientes.

Recordando a quienes se ven afectados

Es esencial no olvidar a las personas detrás de las estadísticas. Hombres y mujeres que, a pesar de los malos tiempos, luchan cada día por mantener a sus familias a flote. Es el mismo espíritu que a muchos nos ha llevado a abrir negocios, asumir riesgos e invertir en nuestros sueños. Edison Tanasa representa a muchos que han visto toda su obra desmoronarse en cuestión de días. Su historia es un recordatorio de que detrás de cada comercio cerrado hay una historia de sacrificio.

Conclusiones: hacia un futuro incierto pero esperanzador

A medida que la Comunidad Valenciana navega por estas aguas tormentosas, será crucial que tanto los empresarios como los empleados se preparen para lo que venga. Puede que el futuro parezca sombrío, pero recuerda que tras cada tormenta, el sol vuelve a brillar. Quizá estamos ante la oportunidad de repensar cómo se pueden diseñar las ayudas para ser más efectivas, para que, en lugar de ser una carga, sean una verdadera salvación.

Es un momento para dar un paso atrás, observar y aprender. La historia nos ha enseñado que las grandes dificultades a menudo preceden a los grandes cambios. La comunidad empresarial y gubernamental necesita escuchar las voces de quienes están en el terreno. Al final del día, todos deseamos un entorno donde los sueños puedan florecer, aun cuando el camino sea difícil.

Así que la próxima vez que pienses en la DANA y en sus efectos, recuerda que más allá de las estadísticas y los números, hay un futuro que se construye con empatía, comprensión y, sobre todo, unidad. ¿Estamos listos para hacer frente al futuro con optimismo?