Hay algo en el aire europeo que suena un poco diferente. O será el viento del cambio soplando entre los edificios históricos de Bruselas, o tal vez es solo la necesidad apremiante de aumentar el gasto en defensa en un continente que ha estado dormido, pero que ahora necesita despertarse. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha claramente tomado nota de esto; y, sinceramente, si hay algo que hemos aprendido de los últimos años es que, a veces, es mejor no dejar las cosas para mañana. Así que, vamos a sumergirnos en esta emocionante y, a veces, incómoda saga de la defensa española y el objetivo del 2% del PIB.

Historia reciente en el gasto de defensa

Recordemos un poco cómo hemos llegado hasta aquí. La OTAN, fundada después de la Segunda Guerra Mundial para garantizar la seguridad en Europa, ha sido un pilar de defensa durante décadas. Sin embargo, en la última década, hemos visto un debate creciente sobre la necesidad de invertir más en la defensa, especialmente a medida que nuevas amenazas, desde el ciberterrorismo hasta la agresión militar, comienzan a aparecer.

Cuando en 2014 se estableció el compromiso de que cada país miembro de la OTAN debía dedicar al menos el 2% de su PIB a gasto en defensa, España, como muchos otros países, tuvo sus razones para mantenerse por debajo de ese objetivo. Es, de alguna manera, un ciclo familiar: los gobiernos tienden a priorizar otros aspectos del gasto público como la educación, la sanidad o las pensiones, dejando la defensa en un segundo plano.

Sin embargo, la situación global está cambiando rápidamente. Las tensiones con Rusia, para no mencionar los nuevos paradigmas globales, han puesto a muchos países europeos en la urgente necesidad de reconsiderar sus presupuestos de defensa. Y aquí estamos, en 2023, donde las declaraciones de Sánchez resonaron en Bruselas: «Es evidente que todos debemos hacer un esfuerzo anticipado con respecto a 2029».

El 2% del PIB: ¿una cifra mágica?

¿Por qué el 2% del PIB? Es como el nuevo “dinero en el banco” de la defensa. Esta cifra tiene un significado simbólico, y no solo porque parece un buen número redondeado. Es un compromiso que demuestra seriedad en un mundo que, como una telenovela, parece tener más giros inesperados que nunca.

El objetivo del 2% en gastos de defensa no es solo una garantía de que los ejércitos estén bien equipados, sino que también es un mensaje: “España se toma en serio su seguridad” y, por extensión, la seguridad de Europa. Pero, honestamente, ¿a cuánto puede ascender eso en números? La respuesta es sencilla: un buen cacho de dinero que, por supuesto, tiene que salir de algún lugar.

Por ejemplo, si España tuviera que cumplir con ese criterio, se estima que necesitaría aumentar su gasto de defensa a más de 20.000 millones de euros anuales. Una suma considerable que podría generar debates animados en el Congreso, tal vez con algunos de los políticos con opiniones e interpretaciones muy variadas, incluida la famosa apuesta de ciertos grupos para que no se invierta en armas, sino en las necesidades sociales del país. Pero espera, ¿puede que ambas cosas no sean mutuamente excluyentes?

La perspectiva interna: Reacciones y debates

Ahora bien, no todos están igualmente entusiasmados con este cambio. Cada vez que mencionas invertir más en defensa, siempre hay una parte de la población que se rasga las vestiduras. “¡Hay millones de problemas sociales que atender primero!”, gritarán algunos. Y no hay que ser ciego a las preocupaciones válidas; la salud, la educación y la economía son, sin duda, temas cruciales en la agenda de cualquier país.

Personalmente, recuerdo cuando me encontré en una situación similar en la universidad. La discusión era sobre el presupuesto estudiantil, y algunos defendían que debía destinarse a temas académicos prioritarios, mientras otros argumentaban que el dinero debería ir a las fiestas y eventos extracurriculares (lo que, en mi opinión, es de suma importancia, aunque puede que no profundamente debatible). Así que, ¿cuál es el balance entre la defensa y el bienestar social? Quizás más que números, necesitamos un enfoque reflexivo que siga percibiendo las necesidades de los ciudadanos.

El papel de los ciudadanos

Aquí es donde los ciudadanos entran en la ecuación. Educarnos sobre estos temas y debatir sobre ellos podría ser más valioso que cualquier proyecto de ley que en última instancia no tenga en cuenta nuestra voz. ¿No es irónico cómo muchas veces nos quejamos de que los políticos no nos representan? Tal vez el primer paso es alzar la mano y hacer preguntas. ¿De qué manera nuestro país podría ser más seguro sin descuidar las necesidades sociales?

La estrategia de Sánchez: cumplir antes de 2029

En un movimiento audaz, Pedro Sánchez se comprometió a alcanzar el 2% del PIB del gasto en defensa antes de 2029. Sin duda, representa una aceleración en comparación con muchos otros países miembros de la OTAN. Pero, ¿cómo planea llevarlo a cabo? Es sencillo: planificación a largo plazo, transparencia y diálogo.

Según sus declaraciones, Sánchez ha sido claro sobre la necesidad de “informar a todos los grupos parlamentarios, salvo Vox”, sobre los detalles del plan. Esto sugiere un enfoque colaborativo cuyo éxito depende de la voluntad de diálogo entre los distintos partidos. Y aquí entra una mezcla típica del escenario político español: un grupo en apoyo, otro en oposición, y algunos que ni siquiera parecen saber cuál es la posición. ¡Es un drama digno de la televisión!

Proyecciones: ¿Un círculo virtuoso o vicioso?

Un aumento en el gasto en defensa puede no ser solo un esfuerzo en términos de seguridad, sino que tiene consecuencias más amplias en la economía. Más inversión en defensa puede llevar a un aumento del empleo, lo que, a su vez, puede impulsar el crecimiento económico. Pero también pueden surgir críticas sobre si este gasto podría haberse destinado a fortalecer la economía de otras áreas. Entonces, aquí está la pregunta: ¿estamos en un círculo virtuoso o vicioso?

Si un círculo virtuoso, entonces podemos imaginar una España más próspera donde la seguridad y el bienestar social van de la mano. Pero si es un círculo vicioso, podríamos estar mirando hacia un futuro donde nuestras prioridades estén tan divididas que llevemos a cabo un acto de malabarismo que puede que no funcione.

Mirando al futuro: colaboración internacional

Además de lo interno, hay que considerar la colaboración internacional. La creciente presión para aumentar el gasto en defensa no es un fenómeno exclusivo de España; es un movimiento en toda Europa y más allá. Con la OTAN buscando reforzar sus estructura, la colaboración será clave. Cuando escuchamos sobre alianzas estratégicas, no solo se trata de compartir información o recursos, sino que también se refiere a la creación de relaciones más sólidas entre los países.

La reciente guerra en Ucrania nos enseñó lo importante que es la unión en tiempos críticos. Así que, con una Europa que se enfrenta a una serie de desafíos, ¿no deberíamos considerar formas innovadoras para abordar la defensa a través de la colaboración internacional?

Conclusiones: Encuentra el equilibrio

Al final del día, el 2% del PIB se siente como un distintivo americano en medio de Europa. Es un objetivo ambicioso que puede ser necesario, pero también hay que equilibrarlo con las necesidades sociales y económicas de los ciudadanos españoles. En un mundo donde nos enfrentamos a las crisis de manera constante, tal vez lo más importante no es solo cuántos recursos agregamos a las filas militares, sino cómo esos recursos se distribuyen para el bienestar de todos.

Así que, amigos, al igual que con cualquier aspecto de la vida, el equilibrio es fundamental. La defensa no debe ser el gran gasto que no se puede tocar, ni tampoco debe convertirse en la gran solución a todos nuestros problemas. Como en una buena receta de cocina, cada ingrediente debe estar presente en su correcta medida: un poco de inversión en defensa, mucho de atención a lo social, y un toque de colaboración internacional.

Si logramos encontrar ese equilibrio, quizás no solo nos sentiremos más seguros, sino que también seremos una sociedad más próspera. Y tal vez, solo tal vez, llegue un día en que las discusiones sobre el futuro de la defensa se parezcan menos a un debate y más a un diálogo constructivo. En ese momento, podremos brindar por un futuro en el que la seguridad y el bienestar social no estén en desacuerdo.

¿Estás listo para participar en esta conversación? La pelota está en tu tejado.