La recolección de aceitunas en Palestina no es solo un simple acto agrícola; es un ritual cargado de significado, una conexión profunda entre la tierra y su gente. Pero en este 2023, esa tradición se ha transformado en una pesadilla. Mientras que en muchas partes del mundo la cosecha es motivo de celebración y de unión familiar, en Cisjordania, el trasfondo de la recolección de aceitunas se ha teñido de violencia y tragedia. La Unión de Agricultores Palestinos ha calificado esta temporada como la más peligrosa de la historia, no por las condiciones climáticas ni por las plagas, sino por la violencia de los colonos y el impacto de un conflicto en continua escalada.
Un inicio tremendo: violencia y pérdida
Imaginen por un momento la escena: un grupo de agricultores palestinos, como una gran familia, trabajando juntos bajo el sol para recolectar aceitunas de olivos centenarios. Pero en octubre de 2023, este paisaje se volvió monstruoso. A tan solo días de comenzar la cosecha, una mujer de 59 años, Hanan Abu Salameh, fue asesinada mientras recolectaba aceitunas. Es un relato que a muchos nos parece sacado de una película, pero es una realidad desgarradora. La violencia de los colonos judíos en Cisjordania llegó a un punto que pocos podrían haber imaginado.
Según Abbas Milhem, director de la Unión de Agricultores Palestinos, los ataques a los agricultores han sido continuos y dolorosos. La situación se agrava con cada informe de violencia. Entre el 10 de octubre y el 10 de noviembre de 2023, han habido más de 700 ataques violentos perpetrados por colonos, muchos de ellos con el aparente apoyo de fuerzas israelíes. El contexto de la violencia en Gaza ha exacerbado la situación, en un ciclo de desconfianza y desesperación.
La cosecha como canto de guerra
Como bien diría cualquier agricultor experimentado: «Lo que el tiempo no puede controlar, la política sí». La situación actual en Cisjordania no solo ha traído desastres económicos, sino que también ha convertido una tradición de cosecha en un acto de resistencia. La relación de los palestinos con el olivo es profundamente simbólica. Estos árboles no solo brindan aceite; son el corazón de su cultura, su historia, su identidad.
Al escuchar a Milhem, me recuerda a mi propia experiencia en la finca de mis abuelos. Recolectar aceitunas era una ocasión de chistes entre parientes, un tiempo compartido entre risas. Pero para los agricultores palestinos, este año, la cosecha ha sido un lento y doloroso desfile de violaciones a los derechos humanos. Una familia no solo pierde su sustento; pierde su legado, su historia.
Ataques sistemáticos: un grito de resistencia
El contexto político en la región no es nuevo, pero la violencia sistemática que los agricultores enfrentan durante la cosecha ha alcanzado niveles escalofriantes. Milhem denuncia que la mayoría de los colonos actúan con inmunidad total: «Ningún colono que ha cometido ataques ha sido juzgado». Para colmo, la violencia criminal ha estado acompañada de un ataque indiscriminado hacia los árboles de olivo, símbolo de la cultura palestina. Desde el 10 de octubre hasta la fecha, se han quemado o destruido unos 1.500 árboles, y se han robado aceitunas de más de 6.500 árboles.
Esto plantea una pregunta que da escalofríos: ¿qué pasa con la seguridad alimentaria en un lugar donde la violencia se vuelve rutina? Es una preocupación no solo para los agricultores, sino para toda una nación que busca su lugar en la historia.
La agricultura palestina, un pilar de la economía
Hablamos de un sector agrícola que no es menor; el cultivo de aceitunas representa más del 15% del PIB de Cisjordania y da sustento a más de 110.000 agricultores. La situación al borde del colapso no solo afecta la economía local, sino que repercute en toda la región. Las familias, tradicionalmente unidas en la recolección de aceitunas, ahora son separadas por el miedo.
Es absolutamente irónico pensar que, en la mesa de cualquier hogar palestino, el aceite de oliva es un pilar de la alimentación, pero en el campo, ese mismo alimento es objeto de ataques y robos. ¿Cuándo la comida se ha vuelto parte de un conflicto?
Una conexión simbólica con el pasado
Los olivos son más que simples árboles; son testigos de la historia de Palestina. Según el director de la Unión de Agricultores, «nuestros árboles son el amor, la dignidad, la identidad nacional, la historia y la cultura». A menudo, recontar la historia de Palestina es hablar de los olivos y los vínculos emocionales que forjan. En un mundo tan apresurado, los olivos nos enseñan a resistir, a esperar y a trabajar por un futuro mejor.
Como mencioné antes, mi abuela solía decir: «Los árboles saben más que nosotros». Y en este contexto, no puedo evitar pensar que estos árboles de olivo saben del sufrimiento, pero también de la esperanza. No es justo que, mientras las familias palestinas buscan restaurar su conexión con el hogar a través de la cosecha, otros quieran arrebatarles ese legado.
Un llamado hacia la comunidad internacional
Las estadísticas abrumadoras y los relatos desgarradores nos llevan a una pregunta crucial: ¿qué está haciendo la comunidad internacional? Las organizaciones como Oxfam están trabajando arduamente en proyectos para ayudar al sector agrícola palestino, promoviendo técnicas de cultivo sostenibles y fomentando la conexión del aceite palestino con mercados internacionales. ¿Es suficiente? Mi respuesta es no.
El mundo no puede seguir mirando hacia otro lado mientras los agricultores palestinos enfrentan violencia y despojos. La presión internacional es esencial para poner fin a esta violencia y asegurar la protección de la agricultura palestina. Es un tema que mezcla tanto lo social como lo humanitario. ¿Estamos dispuestos a alzar la voz?
La necesidad de dignidad y justicia
Al final del día, lo que está en juego en Cisjordania no es solo la producción de aceitunas. La dignidad de un pueblo, la justicia y el derecho a vivir en paz son temas esenciales que trascienden las fronteras y las políticas nacionales. La cosecha de aceitunas tiene el potencial de unir a las comunidades, pero en lugar de eso, se ha transformado en una lucha diaria por la supervivencia.
La temporada de cosecha de aceitunas debería ser un evento comunitario, pero se ha convertido en una expresión de resistencia ante la adversidad. Y ahí radica la belleza en medio del dolor: cada aceituna recolectada es un acto de desafío, un testimonio de que la vida sigue luchando a pesar de las circunstancias más adversas.
Reflexionando sobre la esperanza
Los olivos han existido durante miles de años y han sobrevivido a tantas tormentas. En ese sentido, quizás la historia de Palestina y de su conexión con el olivo sea un relato de resistencia. A medida que nos acercamos al final de este artículo, me gustaría dejar una última pregunta: ¿Podemos aprender de ellos? En un mundo donde a menudo se da por hecho el acceso a alimentos, ¿podemos entender el valor profundo de la cultura y la conexión humana que brindan estas prácticas tradicionales?
La cosecha de aceitunas es un recordatorio poderoso de que, incluso en los momentos más oscuros, la resiliencia y la esperanza pueden florecer. Con cada aceituna que se recolecta, la historia de Palestina continúa contándose, esperando ser escuchada en el contexto más amplio del derecho y la justicia. Porque al final del día, cada aceituna cuenta, cada árbol tiene una historia y cada agricultor merece vivir sin miedo.
Si llegaste hasta aquí, agradezco tu tiempo y tu disposición a escuchar y comprender. Juntos, la empatía y el conocimiento son pasos fundamentales para contribuir a un cambio real. ¿Te animas a seguir aprendiendo y compartiendo estas historias conmovedoras?