Cuando hablamos de cambio climático, es inevitable sentir que estamos en una montaña rusa emocional. En esta sensación de caos, la COP29 llega en un momento crítico, como un naufrago suplicando por ayuda en medio de una tormenta perfecta. Este 11 de noviembre, Bakú se convertirá en el escenario donde más de 30,000 delegados se agruparán para discutir cómo salvar nuestro planeta. Pero, ¡esperen! La sombra de nuestra historia reciente, quien no es otro que Donald Trump, amenaza como un elefante en la habitación. Así que, ¿será esta conferencia la solución que todos esperamos o simplemente un baile superficial en una pista cubierta de petróleo? Vamos a desmenuzar esto.

Un clima complicado: el escenario actual

Ya estamos acostumbrados a escuchar que 2024 será un punto de inflexión… o más bien, un punto de calentamiento. Las proyecciones indican que es probable que se rompa el techo de 1.5 grados de aumento de temperatura. Tal vez podríamos imaginar un futuro donde esas cifras son solo un número escrito en un libro de historia, pero no, son muy reales y tangibles. Ahora, si tomamos en cuenta que el Mediterráneo se ha vuelto la “zona cero” del cambio climático, es momento de rascar la superficie y preguntarnos: ¿qué estamos haciendo al respecto? Las imágenes de la devastación tras la DANA en Valencia son un recordatorio impactante de que el cambio climático no se toma vacaciones.

Un reciente estudio del Instituto del Impacto Económico de Potsdam (PIK) muestra que la renta mundial podría reducirse un 19% hacia 2050, con España siendo el país europeo más golpeado, aterrizando en un descenso de 17.8%. Pero tranquilos, ¿verdad? ¡Siempre se puede comprar más helado de chocolate para afrontar esto!

Financiación del cambio climático: ¿estamos hablando de más de lo mismo?

A medida que se inicia la COP29, todos los ojos están puestos en cómo se financiará la adaptación y mitigación del cambio climático, especialmente en los países en desarrollo. La Nueva Meta Cuantificada Colectiva (NSQG) podría multiplicar por diez los 100,000 millones de dólares anuales establecidos en 2009. Ahora, ¿quién no querría sumergirse en esa pool de dinero? Pero, como ya hemos visto en cumbres pasadas, los debates y tira y afloja son inevitables, como una película de acción en la que siempre hay un giro inesperado.

El costo de la inacción

La sensación de que no estamos haciendo lo suficiente es inminente. Yo mismo tengo amigos que no encuentran tiempo para reciclar, pero se la pasan enviando memes sobre el calentamiento global. Si hay algo que he aprendido de mis años navegando por el maravilloso mundo de la ecología, es que cada pequeño esfuerzo cuenta. ¿Pero cuánto cuesta realmente no hacer nada? Según las proyecciones, los daños económicos podrían llegar a unos 38,000 millones de dólares anuales. Ojo, que eso puede ser más que el valor de un pequeño continente.

Bakú: ¿una ciudad moderna o un campo de batalla de intereses?

Ahora hablemos un poco de Azerbaiyán, donde se celebrará la COP29. Este pequeño petroestado ha sido llamado “tierra de fuego” en un intento de mostrar su modernización. Sin embargo, podemos dejar un poco de margen a esa imagen brillante porque, si miramos más de cerca, encontramos un entorno plagado de abusos de derechos humanos y guerras territoriales que hacen que nos preguntemos si realmente estamos en el lugar correcto para hablar de ética climática.

La ONG Global Witness ha denunciado un posible greenwashing que evoca las historias de cuentos de hadas de Dubái. Mientras tanto, Mukhtar Babayev, el presidente de la COP29, tiene 26 años de experiencia en Socar, la compañía estatal de petróleo y gas. Un detalle, ¿no? La ironía de tener a un representante de la industria de combustibles fósiles para hablar sobre la necesidad de proteger el medio ambiente es comparable a invitar a un carnicero a un festival de vegetarianos.

El efecto Trump: ¿volvemos a la estaca?

Y hablando de ironías, no podemos pasar por alto a nuestro amigo Donald Trump, quien ha declarado que el cambio climático es «uno de los mayores fraudes de nuestro tiempo». En las elecciones recientes, este antiguo presidente se ha transformado en la sombra que se cierne sobre las cumbres climáticas. Imagínate una reunión donde cada vez que se mencione el cambio climático, la imagen de Trump aparezca como un chiste de humor negro. Los expertos advierten que su segundo mandato podría causar más daño que el primero. ¿Quién diría que la política podría ser un verdadero desastre en lugar de solo un espectáculo?

Por otro lado, Joe Biden enviará a una delegación, que bastante necesita reforzar su imagen con un asesor de política climática, John Podesta. Pero la verdad es que la Administración Biden no ha sido precisamente la estrella de rock que esperábamos en términos climáticos. ¿Puede ser que la presión de los lobbies y el verdadero mundo de las finanzas les estén haciendo perder el rumbo?

El Pacto Verde Europeo: ¿un salvavidas o una piedra de ancla?

Y no podemos olvidarnos de la Unión Europea y su Pacto Verde. Ursula Von der Leyen no estará presente, lo que algunos ven como un mensaje claro de debilidad. El nuevo líder en las negociaciones es Wopke Hoekstra, un exejecutivo de Shell. ¿Pueden imaginar a alguien que ha pasado por la esfera corporativa del petróleo llevando la antorcha del cambio climático?

A pesar de todo, la UE ha logrado reducir las emisiones de CO2 en un 8.3% el año pasado. Pero aquí viene la trampa: lobbies ruidosos, tractoradas y la presión de políticos extremistas han hecho que el Pacto Verde pierda fuerza. Los ecologistas están en pie de guerra, acusando a la UE de rendirse ante el «retardismo». ¿Dónde creemos que esto nos dejará?

La batalla por un futuro sostenible

Aunque puede parecer un mar de desventajas, no todo está perdido. La ciencia ha demostrado que las energías renovables son cada vez más asequibles. Quizás, solo quizás, estemos en la cúspide de una revolución verde que nos salvará de la destrucción. La transición hacia energías limpias podría ser más asequible y beneficiosa que aferrarse a combustibles fósiles.

Al final del día, es cuestión de decisión. ¿Optaremos por seguir en la senda de la inacción, o construiremos un futuro donde nuestras acciones hoy resuenen en las generaciones futuras? También me encantaría saber si alguna vez te has preguntado cómo querías que se viera la tierra cuando fueras abuelo/a. Un día, quizás, podamos disfrutar la “ciudad blanca” soñada por Azerbaiyán, sin la sombra de los combustibles fósiles.

Conclusión: el dilema ante nosotros

La COP29 de Bakú se presenta como una encrucijada y, al mismo tiempo, una combinación de luces y sombras. Sí, la parte política parece tener más truco que magia, pero la esperanza es que los líderes puedan poner a un lado sus egos y trabajar en conjunto. Sería genial que Donald Trump dejara de lado sus tuits y colaborara, pero en el mundo real, a veces los película de acción no terminan con un final feliz.

Así que, amigos, en medio de la incertidumbre climática, sigamos cuestionando, debatiendo y, sobre todo, actuando. Porque al final, lo que está en juego no es solo una cumbre, sino nuestro planeta y nuestro futuro. ¿Hacia dónde queremos ir? ¡La elección es nuestra!