En el vibrante escenario gastronómico de Madrid, el deslumbrante Food Hall de las Galerías Canalejas prometía ser un icono culinario. Una joya que no solo atraería a turistas ansiosos por explorar la alta gastronomía, sino que también se convertiría en un punto de encuentro para los madrileños. Sin embargo, la realidad ha demostrado que, aunque un local tenga una ubicación magnífica y un diseño impresionante, no hay garantizadas las recetas del éxito.

Lamentablemente, la historia de Mad Gourmet, el principal inquilino del Food Hall, nos recuerda que, en ocasiones, incluso los sueños más grandes pueden desmoronarse. Pero, ¿qué es lo que realmente ha llevado a este proyecto a pedir concurso de acreedores? Vamos a sumergirnos en las entrañas de este fenómeno gastronómico que, para muchos, llegó al final de su breve vida.

Un sueño convertido en pesadilla

Imaginemos durante un momento la escena: un espacio de 650 metros cuadrados elaborado por el aclamado estudio Madrid in Love, repleto de 16 puestos de comida diversa, desde la caliente cocina mexicana hasta los sabores delicados de la gastronomía asiática. El Food Hall de las Galerías Canalejas, inaugurado en 2021, tenía todos los ingredientes para ser el nuevo «place to be». Pero, como suele pasar en la alta cocina, a veces puede faltar un toque secreto.

El golpe de realidad llegó cuando se conoció que Mad Gourmet había entrado en concurso de acreedores, una forma diplomática de decir que la situación financiera se había vuelto insostenible, con deudas que suman más de 2,23 millones de euros. Para ponerlo en perspectiva, es como intentar cocinar una cena gourmet con ingredientes helados y olvidados en la nevera. Aunque la idea parecía sabrosa, la ejecución estaba fallando estrepitosamente.

Como diría mi abuela (quien, por cierto, nunca ha apagado los fuegos de su cocina): «No es oro todo lo que reluce». Y esto fue exactamente lo que Mad Gourmet experimentó.

Un contexto complicado: la competencia y el diseño del local

Ubicado en un área muy concurrida de Madrid, justo entre la calle Alcalá y la carrera de San Jerónimo, el Food Hall parecía ser el lugar perfecto para atraer tanto a turistas como a capitalinos. Sin embargo, la ubicación subterránea jugó en su contra. Muchos turistas, al pasar por las Galerías Canalejas, no se percatan de la rica oferta gastronómica que se esconde bajo sus pies. Recuerdo una vez que, al visitar un centro comercial en el extranjero, me hice la misma pregunta: «¿Dónde está la comida?». Resulta que, a veces, la mejor gastronomía no se ve a simple vista.

A pesar de tener como compañeros a negocios prestigiosos como el hotel Four Seasons y tiendas de lujo como Hermès y Cartier, el Food Hall no pudo captar esa clientela con un interés por lo gastronómico. La alta competencia de la zona y la falta de visibilidad fueron como una olla de presión sin salida de vapor. Además, los porteros con capas que marcaban la entrada del lugar eran más intimidantes que acogedores, un poco como volver a casa y descubrir que tu perro tiene más ganas de jugar a que has vuelto.

Malas decisiones comerciales: la historia detrás de las cifras

En el último informe presentado en el Registro Mercantil, se reveló que Mad Gourmet había experimentado pérdidas de 642,000 euros en 2023, a pesar de haber generado ingresos de 1,24 millones. Ahora se puede entender por qué algunas empresas desaparecen tan repentinamente: los números, a menudo, son implacables. Pero, ¿a qué se deben estas decepcionantes cifras?

Gonzalo Bugallal, el propietario de Mad Gourmet, intentó mantener la calma en medio de la tormenta, afirmando que su decisión de presentar el concurso de acreedores era un intento de buscar nuevos vientos en la gestión del local. Quizás fue una mezcla de costos de alquiler exorbitantes y una afluencia extremadamente baja de clientes lo que creó este escenario, como intentar servir una paella para 20 en una sartén para dos.

A pesar de sus esfuerzos por mantener la ilusión, la marcha constante de marcas del Food Hall —desde Babero, Monchis hasta The Eight— no hizo más que evidenciar el deterioro del ambiente culinario. Cuando abres un nuevo espacio icónico y la mayoría de los puestos terminan cerrando, sabes que algo no cuadra.

La disputa entre los gigantes: una guerra inmobiliaria

A estas alturas, probablemente te estés preguntando: “¿No hay forma de salvar esta situación?”. La respuesta es un poco compleja. Mientras Mad Gourmet lidia con costes operativos demasiado elevados, a menudo se siente como si estuvieran bailando en medio de una tormenta de polvo en lugar de disfrutar de un banquete. En otro rincón de la historia, se libra una profunda disputa entre OHLA y Mohari Hospitality, los propietarios de las Galerías Canalejas.

La empresa constructora OHLA ha denunciado a Mark Scheinberg, el magnate israelí detrás de Mohari Hospitality. En medio de acusaciones por cláusulas «abusivas», OHLA busca invalidar el acuerdo que gobierna el complejo. Esto resuena como un guion de drama de Netflix: tanto en la cocina como en los negocios, a veces la falta de comunicación puede resultar en explosiones que dañan a todos.

¿Qué podemos aprender de estos fracasos?

La historia de Mad Gourmet es un recordatorio fuerte de que en el mundo de la restauración, sólo porque tengas una dirección privilegiada y un concepto atractivo, no significa que la clientela o el interés vengan de la mano. Ahora, más que nunca, se hace evidente la importancia de entender tu mercado y tu público objetivo.

Al final del día, todos solemos aprender de nuestros errores, ¿verdad? Hasta mis intentos de hacer un soufflé han resultado en postres que apenas cumplían el estándar de «comestible». Tal vez deberíamos mirar más allá de los números y las ubicaciones. Preguntémonos: «¿Realmente conocemos lo que el cliente desea?»

Un lugar como las Galerías Canalejas no puede permitirse convertirse en un campo de batalla en lugar de una experiencia gastronómica. La ciudad de Madrid merece lo mejor, y aunque algunas firmar están ahora cerrando, siempre habrá una oportunidad para la reinvención.

El futuro de las Galerías Canalejas: ¿qué sigue?

Con la venta del complejo por un valor estimado de entre 800 y 1,000 millones de euros, el futuro de las Galerías Canalejas se ve incierto pero no desalentador. La pregunta es: ¿quién tomará el siguiente paso y lo transformará en un espacio rejuvenecido que logre finalmente atraer a la multitud? Tal vez la respuesta resida en un nuevo sentido de colaboración entre los propietarios y los emprendedores que buscan romper con el molde.

Este caso es un ejemplo palpable de cómo la gastronomía y el negocio están entrelazados, y cómo las grandes aspiraciones pueden, en un abrir y cerrar de ojos, convertirse en historias de advertencia. Después de todo, el mundo de la comida y la bebida está lleno de sorpresas—todas dispuestas a enseñarnos algo nuevo.

Así que, con un toque de humor y una pizca de realismo, recordemos que la vida, como la gastronomía, a veces tiene un sabor agridulce. Por ahora, nos despedimos del Food Hall y de Mad Gourmet, deseándoles la mejor de las suertes en su búsqueda de nuevas oportunidades—porque, como siempre, hay más de un plato en la mesa, esperando ser servido.