¡Ah! La apicultura. Ese lindo arte de criar abejas, recolectar miel y sentirte como un moderno Willy Wonka del mundo natural. Pero, ¿qué pasa cuando la dulzura se ve amenazada por un intruso indeseado? Bienvenidos al mundo de la vespa velutina, o más comúnmente conocida como la avispa asiática. En este artículo, nos adentramos en esta guerra no declarada entre dos especies fascinantes y los valientes apicultores que luchan para sobrevivir. Agárrate, que esto va a ser un viaje lleno de picaduras… quiero decir, descubrimientos.

Un enemigo inesperado

Recuerdo la primera vez que escuché sobre la vespa velutina. Yo estaba disfrutando de un tranquilo picnic en el parque cuando, de repente, un grupo de fuertes avispas comenzó a revolotear alrededor de nuestra mesa. ¿Alguien más ha sentido esa sensación de terror inminente que viene de un pequeño insecto que parece más decidido a aterrizar en tu comida que en tus nervios? Bueno, esa es la misma sensación que sienten nuestros valientes apicultores al enfrentarse a estas avispas.

El avispón asiático llegó a Europa a través de Francia en 2004 y, desde entonces, ha estado extendiendo su imperio, llegando a Cantabria en 2014. Desde entonces, la situación ha ido de la curiosidad al pánico. Las abejas melíferas, necesarias para la producción de miel, se han visto amenazadas, y las colmenas han comenzado a disminuir dramáticamente. Mari Mar Merino, presidenta de la Asociación Montañesa de Apicultores (AMA), ha descrito esta situación como alarmante: “Colmena que coge, colmena que arrasa».

La terrible técnica de caza de la vespa velutina

Para entender la gravedad del asunto, echemos un vistazo a cómo opera este pequeño tirano. La vespa velutina tiene una técnica de caza verdaderamente macabra. Espera pacientemente a que las abejas regresen a sus colmenas, repletas de polen, y las ataca ferozmente. Con un ataque perfectamente coordinado, decapitan a su presa y se llevan el tórax de las abejas para alimentarse de sus larvas. No es exactamente la trama de una película de Disney, ¿verdad?

Este depredador no solo se alimenta de abejas. Su menú incluye otros insectos y frutas, lo que lo convierte en una especie no solo peligrosa para la apicultura, sino también para la agricultura en general. Los arándanos, manzanas y viñas se encuentran en el apetitoso banquete de la avispa, lo que no solo afecta a los apicultores, sino también a los agricultores que dependen de estas cosechas.

Un cambio en la apicultura

La llegada de la vespa velutina ha llevado a los apicultores a buscar maneras innovadoras de sobrevivir. Con precios de los alimentos de las abejas en aumento, los apicultores se ven obligados a recurrir a jarabes y pastas para mantener a sus colmenas. Como dice Mari Mar, “ahora mismo la apicultura está en horas bajas”. Sin embargo, no todo está perdido.

En el Mercado Nacional de Ganados de Torrelavega, apicultores se reúnen cada semana para compartir sus experiencias y estrategias. Es un momento no solo de lamentos, sino también de aprendizaje y colaboración. A pesar de la crisis, la comunidad se mantiene unida en la lucha contra la vespa velutina.

La estrategia de control

Desde que el problema se identificó, se han implementado diversas estrategias para tratar de controlar la población de avispas. Por ejemplo, en 2022 se retiraron más de 3,000 nidos en Cantabria. Pero, ¿qué tan efectiva es esta estrategia? Isidro Herrera, gerente de Sercant, señala que por cada nido que se localiza, hay diez más que se forman el año siguiente. Tristemente, no hay ciencia exacta en este mundo de apicultura y biología de plagas.

Innovaciones y nuevos métodos

A pesar de los desafíos, se están implementando métodos nuevos. El trampeo selectivo de avispas reina ha demostrado su eficacia al reducir la población de avispas. Este método consiste en colocar trampas durante la primavera, cuando las reinas emergen de sus letargos invernales. Al centrarse en estas avispas, los apicultores pueden mitigar la expansión de la especie invasora.

Redefiniendo las fronteras de la cría de abejas

La trashumancia, el movimiento de colmenas hacia áreas menos afectadas, se ha convertido en una norma en el mundo de la apicultura. Apicultores como Tomás Cacho han cambiado su enfoque y han comenzado a mover sus colmenas al interior de Cantabria para proteger a las abejas. A veces, es un viaje al que nadie está realmente preparado. Cacho, quien comenzó su camino en la apicultura hace más de cuatro décadas, se enfrenta ahora a la realidad de que un cambio de lugar podría significar la diferencia entre el éxito y el fracaso de su cosecha de miel.

El impacto en el ecosistema

La vespa velutina no solo es un dolor de cabeza para los apicultores y agricultores; también tiene un impacto negativo en el ecosistema. Si bien el Ministerio de Agricultura ha intentado suavizar el impacto alegando que no afectará a otros polinizadores silvestres, la realidad sugiere lo contrario. Cada nido de avispas puede albergar más de 1,500 ejemplares, creando un desequilibrio en el ecosistema de polinización.

La importancia de la educación y la concienciación

La educación y la concienciación son fundamentales para tratar de resolver este problema. Parte del enfoque involucra la colaboración con los organismos gubernamentales y la sociedad civil para informar a la población sobre las consecuencias de permitir que las avispas se multipliquen sin control. La necesidad de trampear y monitorear se convierte en un trabajo conjunto, donde el apoyo local resulta esencial.

La comunidad de apicultores: fuerza en la adversidad

Las historias de resiliencia entre los apicultores son una fuente de inspiración. Javier de Celis, presidente de la Asociación de Apicultores Campurrianos (Apicam), ha visto la evolución del problema a lo largo de los años. Aunque el avance de la vespa velutina ha complicado la actividad apícola, también ha resaltado la importancia de la unión entre los apicultores. En un mundo donde las dificultades parecen multiplicarse, encontrar un sentido de comunidad puede ser el mejor remedio.

La esperanza está en el futuro

Aunque el futuro puede parecer sombrío, también brilla con oportunidades. La apicultura es un arte que ha prevalecido a lo largo de los siglos, y la adaptación es clave para la supervivencia. Los apicultores de Cantabria y más allá están aprendiendo a colaborar, innovar y luchar por la dulce miel que tanto aman.

Con el apoyo de la comunidad, la educación y la implementación de estrategias efectivas, hay esperanza para que la apicultura no solo sobreviva, sino que florezca, ¡pese a los obstáculos que se atraviesen en el camino!

Así que, la próxima vez que te sientes con un frasco de miel en la mano, recuerda que detrás de cada gota hay una historia de valentía, esfuerzo y trabajo en equipo. Y no olvides, ¡si ves una avispa al acecho de tu comida, tal vez sea momento de cambiar de lugar y disfrutar de tu picnic en paz!