En un mundo donde el 99% de nuestras comunicaciones dependen de cables que surcan las profundidades del océano, ¿alguna vez te has preguntado qué hay detrás de todo eso? Desde las videos llamadas con tus amigos en la otra parte del mundo hasta las series de Netflix que vemos cada noche, hay algo en común: esos misteriosos y anónimos cables submarinos que conectan prácticamente todos los rincones del planeta. ¡Y son tantos que podrían dar una vuelta completa al Sol!

El árbol de Navidad: conectividad global

Imagina un enorme árbol de Navidad. Así es como podríamos visualizar el paisaje de los cables submarinos que dan vida a nuestra conexión global. Cada ramita representa un cable que une a un país con otro, y a medida que te alejas, la imagen se vuelve más compleja. En este caso, los cables submarinos no son solo adiciones decorativas; son la verdadera base de lo que hoy entendemos como red global.

Y aquí viene la parte divertida: ¿alguna vez te has preguntado qué tan grandes son estos cables? Bueno, algunos pueden ser tan finos como el cable de carga de tu teléfono, mientras que otros tienen el grosor de una manguera de jardín. Imagina la cara del pobre técnico que tiene que decidir qué tipo de cable usar para conectar a dos continentes; es como elegir qué ropa ponerte para una fiesta: ¡la primera impresión cuenta!

La autopista transatlántica: el secretismo detrás de la conexión

Un aspecto fascinante del mapa de cables submarinos es la autopista transatlántica. Esta conectividad vital une el noreste de los Estados Unidos con países europeos como Francia, Inglaterra, España y Portugal. Uno de los grandes protagonistas en esta red es el cable Marea, que abarca 6,605 kilómetros desde Bilbao hasta Virginia Beach. Este proyecto es de Meta y Microsoft, lo que me lleva a preguntarme: ¿será que estos gigantes tecnológicos tienen un mapa del mundo en su oficina con todos los cables resaltados?

A veces, me imagino a Mark Zuckerberg y Satya Nadella jugando a ser «Dios» de la conectividad mientras deciden dónde colocar el siguiente cable. Y es que en un mundo cada vez más conectado, la infraestructura de datos es tan crucial que, en ocasiones, hasta sirve como herramienta de presión geopolítica.

El nudo caribeño: conexiones entre islas

Si bien la autopista transatlántica es impresionante, esquivar un poco hacia el Caribe revela un mundo de cables conectando países como México, Panamá, Costa Rica y más. Uno de los cables más extensos aquí es el Curie, que conecta Valparaíso, Panamá y El Segundo, ¡y todo esto es propiedad de Google! En el fondo de todo eso hay una tensión: todos quieren estar conectados, pero ¿qué precio paga eso el mar?

Es casi como una telenovela dramática; algunos países están desesperados por acceder a la alta velocidad de Internet, mientras que otros intentan mantener el control absoluto de la información. Es un juego de ajedrez en el espacio cibernético.

Asia: un berenjenal de conexiones

Y ahora, si miramos hacia Asia, la situación se complica aún más. Con un fondo marino tan lleno de cables que casi te haría preguntar si los habitantes del continente pasan las noches desnudando cables de datos como si fueran abalorios, no es de extrañar que uno de los más importantes, el SeaMeWe-5, tenga la asombrosa longitud de 20,000 kilómetros, trabajando doble turno como la jubilada más activa de tu vecindario.

El mapa interactivo que relata todo esto es una belleza visual, pero también revela un hecho más sombrío: mientras que Corea del Sur tiene múltiples conexiones, Corea del Norte está completamente aislada. Me pregunto cuánto tiempo pasará hasta que alguien en Corea del Norte se dé cuenta de que hay un mundo exterior donde se puede hacer más que ver programas de propaganda estatal. Pero, claro, eso es pura especulación; quizás su acceso a Internet es más limitado que intentar encontrar una señal WiFi en medio de la nada.

La singularidad de Australia

Mientras tanto, al otro lado del mundo, Australia tiene un paisaje singular. Con más del 95% de sus comunicaciones dependientes de solo 15 cables submarinos, parece que el país continente se aferra con uñas y dientes a su conexión a la red. Uno de ellos, el Southern Cross Cable Network, que se enciende desde el año 2000, cubre un largo recorrido de 30,500 kilómetros. Si piensas que tu viaje de vacaciones en coche a la playa es largo, ¡intenta atravesar ese cable!

Pero, como todo buen relato, hay obstáculos. La distancia del continente a otras partes del mundo es considerable, lo que muestra que no todos los países tienen la misma facilidad para estar conectados. ¿Te imaginas tener que enviar un mensaje y tenerlo paseando por la tierra y mar durante días?

El Canal de Suez y el flujo de información

Ahora, hablemos del famoso Canal de Suez. Este paso estratégico no solo es un punto clave de comercio mundial, sino que también sirve como nodo fundamental para las comunicaciones que fluyen hacia Asia y más allá. ¿Has notado cómo un solo bloqueo en el canal puede causar un colapso de suministro en todo el mundo? Bien, ahora imagina que esos mismos fenómenos se replican con los circuitos de comunicación.

Este canal está repleto de cables que se entrelazan y cruzan, dando vida al tráfico de datos que necesita fluir como un río en plena crecida. ¡Asegúrate de no bloquear el camino, o podrías desatar un caos cibernético digno de una película de acción!

2Africa: un mega proyecto embrionario

El 2Africa se lleva el premio al más extenso de todos, con un recorrido gigantesco de 45,000 kilómetros. Bordea todo el continente africano y se extiende hacia Barcelona e India. Imagínate cuántos cables submarinos se han juntado para hacer realidad este monstruoso proyecto.

La inauguración de este cable promete dar un empujón significativo a la conectividad en África. Sin embargo, no olvidemos que hay un precio que pagar por esta expansión. Con más conexiones vienen más vulnerabilidades, y eso es un hecho que todos deberíamos tener en cuenta.

Proyección: un futuro lleno de cables

Los expertos pronostican un aumento en la cantidad de cables submarinos que se pondrán en funcionamiento entre 2023 y 2025, con una proyección de 78 nuevos sistemas sumando la asombrosa longitud de 300,000 kilómetros. Eso es un inversión de 10,000 millones de dólares. Impresionante, ¿no crees? Pero hay un trasfondo: este crecimiento se debe a la creciente demanda de servicios como streaming de películas, redes sociales e inteligencia artificial.

¿Cuántos de nosotros reiniciamos el router cuando la conexión a Internet no es la adecuada? Quizás es momento de preguntarnos, ¿realmente apreciamos la libertad que nos trae la conectividad? O simplemente estamos acostumbrados a que todo funcione a la perfección.

Reflexiones finales: la red invisible

A medida que cerramos esta exploración de cables submarinos, es fundamental recordar que, como en cualquier otra área de la vida, la accesibilidad a la conexión puede limitar las oportunidades. ¿Deberíamos celebrar nuestra conectividad en vez de criticar a las empresas multinacionales por su influencia en la información? Sigo sin tener una respuesta clara.

Lo único que sé es que, en el fondo de nuestros océanos, los cables submarinos cuentan una historia de unión y desconexión. Son el tejido conectivo de un mundo cada vez más interdependiente, pero también pueden ser una manera de mantener a algunos fuera de la conversación.

La próxima vez que estés viendo un video en línea o haciendo una llamada internacional, tal vez te detengas a pensar en los hilos invisibles que te conectan al mundo. Reflexiona sobre lo sorprendente e irónico que es: un tema aparentemente tan simple como un cable submarino puede tener un impacto tan profundo en nuestras vidas.

Así que la próxima vez que alguien te pregunte sobre tu conexión a Internet, con una gran sonrisa piensa: “¡Ah, sí! Es gracias a los miles de kilómetros de cables que están sumergidos en el océano. ¡Salud por la tecnología!” 🥂