La semana pasada, uno de esos días que parecen sacados de una película, me encontraba en la terraza de una cafetería, disfrutando de un espresso y preparándome para un día de trabajo desde casa. Mientras hojeaba las noticias, un titular llamó mi atención: «Glovo anuncia que contratará a sus repartidores». Inmediatamente, mi mente se puso a funcionar. ¿Qué significa esto para el futuro del trabajo en España? ¿Estamos, finalmente, ante un cambio positivo en el entorno laboral?

Siempre he considerado que hablar de derechos laborales es como hablar de la política: puede ser aburrido para algunos, pero para otros es un tema apasionante. Y es que nadie quiere ser el “emprendedor sin derechos” de la historia, ¿verdad? Así que, tras una breve reflexión (y un par de tragos a mi café), decidí que era el momento de profundizar en este asunto tan candente.

La voz del Ministerio de Trabajo: Joaquín Pérez Rey

Para ahondar en el tema, me topé con una entrevista de Joaquín Pérez Rey, el número dos del Ministerio de Trabajo, quien tuvo la amabilidad de recibir a EL PAÍS en su despacho solo dos días después del anuncio de Glovo. Según palabras de Pérez Rey: «Tenemos una oportunidad para que las calles no se llenen de emprendedores sin derechos«. ¡Eureka! Parece que estamos en la cúspide de una transformación.

En un tono conversacional, el secretario de Estado detalló que esta es una oportunidad dorada para regular el ámbito laboral de empresas emergentes como Glovo, donde predominantemente los trabajadores operan como autónomos, sin las garantías legales que tradicionalmente se asocian con un empleo «normal».

¿Un cambio de paradigma en las plataformas de entrega?

Pero, ¿qué implica realmente la decisión de Glovo? A primera vista, podríamos considerar que están paso grande hacia la normalización y regulación del trabajo en plataformas. Esto no es cualquier cosa: podría sentar un precedente que influya en empresas emergentes en España y, potencialmente, en el resto de Europa.

Históricamente, empresas como Uber, Deliveroo y la propia Glovo han utilizado un modelo que permite a sus trabajadores figurar como autónomos. Esto suena atractivo, ya que muchos de nosotros quisiéramos trabajar desde una playa en Tailandia o hacer lo que quisiéramos, ¿no? Sin embargo, la realidad es más compleja, y la falta de derechos laborales ha generado un vacío que afecta a cientos de miles de personas en todo el país. Recuerdo haber conversado con un repartidor de Glovo una vez, y me contó cómo su día a día era una mezcla de horas inciertas, estrés y poco soporte. ¿Es esto lo que queremos para quienes llevan nuestra comida a casa?

Analizando el impacto en el sector laboral

Según el último informe de Eurofound (la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo), más de 28 millones de personas en Europa están empleadas en la economía de plataformas. La mayoría de estos trabajadores no tienen derecho a vacaciones pagadas, permisos por enfermedad, pensiones o incluso un salario mínimo. La decisión de Glovo, si se lleva a cabo correctamente, podría cambiar la vida de muchos.

Pérez Rey subrayó que esta decisión de Glovo no debe ser un caso aislado, sino un modelo a seguir. Este cambio no solo afectará a la empresa, sino que podría provocar una transición en otros sectores que se ven igualmente afectos por la legislación poco clara. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿serán otras plataformas dispuestas a hacer lo mismo? Después de todo, el cambio es difícil y siempre hay un costo.

La polémica de la «libertad» como autónomos

Hay quienes argumentan que el modelo de autónomos otorga mayor flexibilidad y libertad a los trabajadores. Y no es para menos, debido a que en la versátil economía actual, muchas personas buscan opciones que les permitan equilibrar su vida laboral y personal. Sin embargo, ¿es esta libertad real o solo una ilusión?

La anécdota que recuerda una amiga mía que trabaja en el sector me deja pensando. Ella comenzó en una plataforma de entrega buscando más tiempo para su familia, pero tras un par de meses, se dio cuenta de que pasaba más tiempo sobre dos ruedas que en casa. La “libertad” que prometían se esfumo al ver que debía elegir entre no trabajar o trabajar sin parar. Una vez más, el dicho de “una cosa es hablar y otra cosa es actuar” parece ser relevante aquí.

Regulaciones en el horizonte: ¿será suficiente?

Es evidente que la decisión de Glovo está alimentada por presiones externas, incluidas regulaciones y cambios legislativos en múltiples países. En España, las leyes laborales ya son un campo de batalla y han evolucionado en los últimos años con la Ley de Trabajadores de Plataforma, emitida en 2021, que busca garantizar derechos a los trabajadores. Sin embargo, las preocupaciones sobre la implementación y supervisión siguen siendo palpables entre analistas y sindicatos.

Pero aquí viene la pegunta del millón: ¿serán suficientes estas regulaciones para evitar que los derechos laborales sean una mera percepción? Si no hay un seguimiento efectivo, es probable que los beneficios no se materialicen.

El papel de los sindicatos y la sociedad civil

Los sindicatos y movimientos sociales están desempeñando un papel cada vez más crucial. Si te soy honesto, siempre pensé que los sindicatos eran algo del pasado, como las cabinas telefónicas. Pero no, parecen estar de regreso con un fervor renovado. Han comenzado a organizarse y abogar por los derechos de los trabajadores de plataformas, dando visibilidad a sus problemas y exigiendo condiciones laborales más justas.

Al final del día, no se trata solo de cambios en las políticas. Se trata de la voz y la experiencia de los trabajadores, así como de cómo la sociedad civil puede presionar por el cambio. Si bien las empresas tienen un papel fundamental en la creación de un entorno saludable para el trabajo, la responsabilidad compartida debe estar bien presente.

El futuro del trabajo en España: una mirada optimista

En conclusión, el movimiento de Glovo hacia la contratación de repartidores puede ser la chispa que necesitamos para un verdadero cambio en la forma en que pensamos y tratamos a los trabajadores de plataformas en España. Desde la legislación hasta la percepción social, todo debe evolucionar de la mano. Honestamente, no puedo evitar sentirme esperanzado.

¿Podría ser este el inicio de una nueva era donde los derechos laborales son la norma, no la excepción? Se vale soñar, ¡porque el mundo necesita un poco más de magia!

Así que, mientras me disfruto mi café con galletas, intentaré responder una última pregunta que ronda mi mente: si nosotros, como sociedad, no abogamos por un cambio, entonces, ¿quién lo hará? La responsabilidad no puede recaer solo en los legisladores o en las empresas; cada uno de nosotros tiene la capacidad de exigir un cambio y ser parte de la transformación.

¡Y tú, lector! ¿Qué piensas sobre el futuro del trabajo en plataformas como Glovo? ¿Ves un cambio positivo en el horizonte o eres más escéptico? Me encantaría escuchar tus opiniones. ¡Hasta la próxima!