La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca a mediados de enero del próximo año promete ser un evento que hará temblar las estructuras del orden mundial que hemos conocido durante las últimas décadas. Así como un surfista que se prepara para una gran ola, los líderes de todo el mundo se preguntan si están listos para enfrentar las marejadas que se avecinan. En este artículo, vamos a analizar el contexto detrás de este regreso, las posibles repercusiones para Europa y el mundo y, digamos, cómo deberíamos enfocar esta nueva fase en la política internacional.

El renacer de un fenómeno político

Cuando Trump fue elegido por primera vez en 2016, muchos de nosotros nos quedamos pasmados. Recuerdo la cena con amigos, la preocupación palpable en la mesa, como si estuviéramos esperando el resultado de un examen. «¿Es esto realmente posible?», me pregunté. Pues bien, aquí estamos de nuevo, con el mismo personaje y, sinceramente, emoção no les falta a algunos. Ante la noticia del regreso de Trump, muchos en el espectro político, especialmente aquellos en la derecha europea, celebran como si hubieran ganado la lotería…

Pero, ¿qué significa realmente esto para el resto del mundo? La elección de Trump no es solo un fenómeno estadounidense; es un termómetro que mide la temperatura de las ideologías a nivel global.

La política económica bajo el prisma del «America First»

Uno de los aspectos más impactantes de la próxima administración de Trump será su política económica, ya conocida por su enfoque en el «America First». ¿Te acuerdas de esa época en la que parecía que la globalización estaba llegando a su punto máximo y todos compartíamos el mismo pastel? Bueno, ese pastel ahora será más bien un bloque de hielo para muchos. Bajo el enfoque de Trump, veremos una política que se basa en tarifas agresivas y en la erosión de la globalización aberta.

La estrategia del «America First” podría parecer viable en la teoría, pero ¿realmente beneficiará a Alemania, Francia o incluso a nuestro querido España? ¡Spoiler alert! Las señales no son positivas. Europa, que ya está lidiando con sus propios desafíos económicos, se enfrenta a un futuro incierto a medida que se cierne esta amenaza sobre sus cabezas.

Recientemente, se divulgó un informe que revela que la Comisión Europea está haciendo planes para preparar una respuesta a las políticas comerciales de Trump. En este sentido, su estrategia podría ser vista como una lucha por la supervivencia más que por la competitividad. Pero, ¿acaso no estuvo Alemania, con su famosa excelencia en la ingeniería, en los primeros puestos del mercado global? Sin embargo, nada se siente seguro cuando se producen cambios así.

La erosión de la democracia liberal

Uno de los argumentos más alarmantes sobre el regreso de Trump es que su llegada podría erosionar aún más los cimientos de la democracia liberal. Los populismos han ganado terreno en toda Europa, y con figuras como Viktor Orbán en Hungría y Marine Le Pen en Francia, la temible sombra de la división se hace más presente.

La idea de un «aquelarre ideológico», como lo menciona un popular analista, está en plena efervescencia. Lo que se siente como una coquetería con el nacionalismo puede rápidamente cruzar la línea hacia la intolerancia y el autoritarismo. Está claro que, si no estamos atentos, podríamos encontrarnos en un mundo donde los principios democráticos se ven comprometidos. ¿Te imaginas un día en que la libertad de expresión se reduzca a funky memes en redes sociales? ¡Una pesadilla!

Las consecuencias para el mercado y la economía global

Si se analizan las consecuencias económicas, se puede prever un descalabro en los principios keynesianos que han prevalecido en las últimas décadas. En el ámbito europeo, hemos aprendido a operarnos en la marcha, enseñar ante las crisis. Pero ahora, la política fiscal podría tomar un giro radical con el incremento del déficit que promete Trump. Algunos predicen que este ascenderá a niveles de un 9 o 10%. La mayoría de los economistas se rasguen las vestiduras, en privado, claro.

La alianza entre la derecha populista económica y la derecha política también es motivo de preocupación. La idea de que esta unión podría obstaculizar los esfuerzos por mantener una competencia económica viable con Estados Unidos es más real que nunca. Lo que está en juego no es solo un incremento de tarifas sino una guerra económica que podría sentar un precedente de posiciones en la OMC (Organización Mundial del Comercio) y un impacto severo en economías vulnerables.

¿Y qué hay de los eurobonos?

En medio de esta tormenta, la Comisión Europea ha propuesto la creación de un eurobono como solución a esta crisis potencial. Por supuesto, recibió una reacción variada, unos lo ven como un rayo de esperanza y otros como un simple sueño. La realidad es que la emisión conjunta de deuda puede posicionar a Europa en una mejor posición para hacer frente a la política bullying de Trump.

Sin embargo, la cautelosa recepción que ha tenido esta idea plantea una pregunta más amplia: ¿podemos realmente unirnos como bloque, o seguimos atrapados en nuestras propias disensiones internas? Es una danza complicada, casi un pas de deux político donde los movimientos deben ser sincronizados para evitar una caída desastrosa.

Cultura y geopolítica: ¿es posible un equilibrio?

Parece que la política está empezando a unirse a la cultura de la neoderecha, un concepto que, aunque puede sonar fascinante, plantea múltiples desafíos. ¿Bajo qué principios operamos cuando los matices y las sutilezas quedan atrás? La tendencia hacia políticas reduccionistas se vuelve cada vez más prominente.

Aquí es donde la idea de “invertir en la verdad” se vuelve crucial. En un mundo donde explotamos el término “realidad alternativa”, nos preguntamos: ¿qué significa realmente la verdad hoy en día? Veo a muchos fingir ser expertos en tecnología o economía, pero ¿los escuchamos realmente?

A través de esta negociación del conocimiento y la realidad, surge el reto de encontrar un consenso no solo en términos políticos, sino también sobre la economía y las preocupaciones sociales que nos unen. La promesa de una política que reconozca la complejidad del mundo podría ser la clave.

Reflexiones finales: ¿estamos listos?

El regreso de Trump a la Casa Blanca está a la vuelta de la esquina y, si algo hemos aprendido, es que el mundo que conocíamos puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. La pregunta es, ¿estamos realmente preparados para lo que viene?

Mientras los líderes europeos se alinean (y desalinean) en esta nueva era, muchos sienten que el futuro de la política internacional está en juego. En este nuevo horizonte, el equilibrio se presenta como una búsqueda constante. Desde las políticas económicas hasta la cultura, todo parece entrelazarse de manera intrincada.

Tal vez, solo tal vez, podamos encontrar nuestras propias respuestas y tomar decisiones que fortalezcan la democracia y la cooperación internacional, en lugar de sucumbir a la narrativa del miedo y la división. Un poco de humor y un enfoque empático podrían ser justo lo que necesitamos. Después de todo, si podemos encontrar puntos en común en torno a una mesa—o al menos en la pantalla de una videollamada—quizás, solo quizás, la política no sea tan infranqueable como parece.

Así que, amigos, mantengamos los ojos abiertos y las mentes flexible. Este nuevo capítulo de la política global está solo comenzando, ¡y promete ser todo un espectáculo!