La vivienda es un derecho fundamental, pero en el mundo actual, parece que se ha convertido en un bien de lujo, al menos en muchas ciudades de Europa. ¿Alguien más siente que, al buscar un piso, se está adentrando en una especie de videojuego en el que las casas son el tesoro? Especialmente cuando la historia de la vivienda social de Viena hace que sentirse frustrado sea aún más inevitable. Suena como un sueño, ¿verdad? No es magia, es política pública bien ejecutada. La ciudad austriaca ha logrado ofrecer vivienda asequible a más del 62% de su población. No está mal, ¿eh?

Conociendo a Michaela Kauer y el caso de Viena

Si hay alguien que puede hablarnos sobre el exitoso modelo de vivienda social de Viena, esa es Michaela Kauer. Nacida en 1966 en la capital austriaca, esta experta en políticas públicas ha pasado su vida defendiendo la importancia del urbanismo inclusivo. Kauer está convencida de algo que parece olvidado o, al menos, pasado de moda: “la arquitectura debe estar pensada por las personas para las personas”. Después de escucharla hablar, uno no puede evitar preguntarse si los grandes arquitectos se han perdido en la búsqueda del diseño estético y se han olvidado de que la funcionalidad y la comodidad del residente son fundamentales. A menudo, los diseños más bellos son irremediablemente imprácticos. ¡Vaya contradicción!

Como un niño que mira hacia arriba a su maestro de clases de arte, Kauer nos invita a recorrer los hermosos complejos de Viena. Con una pasión palpable, comparte cómo todo comenzó hace más de 100 años. Desde el triunfo de los socialdemócratas en 1919, la ciudad ha estado trabajando arduamente para garantizar que la vivienda sea un lugar seguro, asequible y saludable para todos. Y ahí es donde podemos comenzar a desprendernos de la tristeza que genera el panorama actual del precio de la vivienda en otras ciudades. Porque, admitámoslo, hablar de esto es como abrir un frasco de dulces: uno no puede parar una vez que empieza.

La fórmula mágica de Viena: un sistema inclusivo que funciona

Entonces, ¿cuál es el secreto detrás del éxito vienés en materia de vivienda? Aunque Kauer no ofrece una sola respuesta, está clara en que nunca dejan de trabajar “para las personas, con las personas”. Este enfoque holístico asegura que, cuando se planifica la vivienda, todas las voces sean representadas. Niños, adultos mayores, personas con discapacidad, hombres y mujeres: todos tienen un lugar y una voz en el diseño de la ciudad. ¡Y a los diseñadores de los baños públicos también se les debería dar un aplauso! Kauer destaca que incluso los baños de una piscina municipal fueron diseñados pensando en las personas sin hogar. ¿Quién podría haberlo imaginado?

La existencia de 223,000 pisos municipales que albergan a medio millón de personas no es casualidad. En Viena, el 75% de los ciudadanos puede optar a un hogar social, y el alquiler promedio es de sorprendentemente solo 6,60 euros por metro cuadrado. En comparación, algunas ciudades en España cuestan más que un café en una buena cafetería. Es un hecho que, a menudo, se hace mucho énfasis en el acceso a la vivienda, pero pocos se centran en los precios reales. Y eso, mis amigos, es una cuestión crucial.

El papel de las cooperativas

Las cooperativas son una de las piedras angulares en este modelo de vivienda. Aproximadamente el 25% de la población de Viena vive en estas cooperativas, donde el dinero se reinvierte con un enfoque en la sostenibilidad y la comunidad. ¡Ah, la magia de la colaboración! Se centran en la creación de un entorno donde todos pueden tener un acceso igualitario a las oportunidades, y es un sistema que funciona.

Pero, ¿qué sucede cuando alguien no está cubierto por este sistema? Kauer explica que, aunque el 62% vive en vivienda social y un gran número tiene derechos, aún existen opciones en el mercado privado. Austria cuenta con una protección fuerte para los inquilinos, lo que significa que la mayoría no se siente a merced de los propietarios.

Desafíos del mercado inmobiliario actual

Sin embargo, la sombra del neoliberalismo se cierne sobre muchas ciudades europeas, y Kauer no es ciega a estos cambios. ¿Están los grandes inversores, como los fondos buitre, comprando nuestras ciudades? Sí, lo están. Es un fenómeno global que ha llevado a que muchos inquilinos no sepan quién es su casero. Imaginen un juego de escondite en el que el que debe pagarte no tiene ni nombre, ¡y aún así tienes que darle tu renta todos los meses!

Pero, como bien sostiene Kauer, no hay que permitir que esto ocurra. Las ciudades deben ser transparentes en la propiedad de la vivienda y determinar de dónde provienen las inversiones. Porque, si un alcalde no sabe quién es el dueño de su ciudad, entonces hay un problema serio.

El impacto en las mujeres

Una de las reflexiones más profundas de Kauer se refiere al impacto de la vivienda en las mujeres. Las estadísticas son claras: en Europa, la brecha salarial es del 16% y en pensiones alcanza el 40%. Muchas mujeres se encuentran atrapadas, incapaces de permitirse vivir solas y dependiendo de parejas de las que ya no desean depender. La pobreza energética solo agrava la situación. ¡Como si no fuera suficiente tener que lidiar con los precios desorbitados del alquiler!

En respuesta a esto, Viena ha diseñado complejos de viviendas municipales específicamente para madres solteras, ofreciéndoles un entorno donde pueden apoyarse mutuamente. Es exactamente este tipo de iniciativas que pueden marcar la diferencia. Hay que entender que el problema es multidimensional, y lo que a una persona le parece un tema puede ser, para otra, una cuestión de vida o muerte. No se trata solo de ladrillos y mortero, sino de comunidades y relaciones humanas.

La situación de la vivienda en Europa

La situación de la vivienda en Europa es desesperadamente variada. Mientras que algunos países, como Austria, han encontrado el camino hacia un sistema de vivienda inclusivo, otros, como España, enfrentan desafíos extremos. La turistificación y la gentrificación están dejando a muchos jóvenes viviendo con sus padres, como si al haber pasado la adolescencia tuvieran aún que superar un nivel más en este videojuego de la vida.

Por su parte, Kauer habla sobre cómo, después de la caída del comunismo, muchos ciudadanos de Europa del Este habían recibido la propiedad de los pisos, pero sin los recursos necesarios para mantener y gestionar esos espacios. Puede parecer una solución lógica, pero es como dar un helado a una persona alérgica al lácteo: a corto plazo parece útil, pero a largo plazo es desastroso.

La tendencia del mercado inmobiliario a la privatización ha llevado a que Estados como Alemania ahora muestren grandes arrepentimientos por haber vendido sus viviendas municipales. Y, aunque hay críticos que ven el modelo socialista de vivienda como un dinosaurio en vías de extinción, es difícil ignorar lo que funciona.

Soluciones y regulaciones: ¿una esperanza para el futuro?

Entonces, ¿qué podemos hacer para solucionar esta crisis de viviendas que parece que no cede? La respuesta, según Kauer, es clara: regulación. Existen numerosos modelos y ejemplos en Europa que pueden servir como guía para resolver el problema de la vivienda. Algunos proponen regular la duración de los contratos de alquiler o implementar impuestos para mantener vacíos los pisosturísticos. Hay potencial en las agencias de alquiler social y en redistribuir las casas desocupadas. ¡Es como jugar al Tetris, pero con viviendas!

Mientras tanto, las ciudades que no están abordando sus problemas de vivienda pronto descubrirán que sus economías se verán afectadas. Si las personas deben gastar la mayor parte de sus ingresos en vivienda, ¿dónde queda su capacidad de compra para otros bienes y servicios? ¡Es todo un círculo vicioso!

Reflexionando sobre el futuro europeo

Viena definitivamente nos enseña una valiosa lección sobre cómo la vivienda puede ser diseñada para ser asequible y funcional si realmente se prioriza. Es un llamado a la acción social, no como algo opcional, sino como una responsabilidad política que afecta a nuestras comunidades y economías.

Así que, la próxima vez que te adentres en el mundo de las búsquedas de vivienda, recuerda que hay una salida: una planificación urbana consciente, el respeto por los ciudadanos y la inclusión en la formulación de políticas. Si hay una pregunta que aún queda, es: ¿Estamos dispuestos a aprender de otros modelos de éxito y construir un futuro donde la vivienda no sea un lujo, sino un derecho? La experiencia vienesa nos muestra que es posible, pero solo si tomamos decisiones audaces en el aquí y ahora. Se trata de construir no solo casas, sino comunidades. ¿Nos animamos?