La actualidad nos ofrece narrativas fascinantes y, a menudo, sorprendentes, y uno de los mejores ejemplos de esto es la transformación económica de Guyana gracias a lo que a menudo se denomina el «oro negro»: el petróleo. Desde la enorme explosión de producción que se ha vivido en este pequeño país sudamericano, hasta el debate sobre sus implicaciones económicas y ambientales, es un tema que merece una profunda exploración. ¿Cómo ha cambiado la economía de este país y qué le depara el futuro en un mundo que cada vez parece más volcado hacia la sostenibilidad y la energía renovable?

Guyana: un pequeño país con un gran golpe de suerte

Hablemos un poco sobre Guyana, un país que cabría en el corazón de cualquier mapa. Con apenas 800,000 habitantes, muchos pueden no haber oído hablar de él hasta hace poco. Sin embargo, el descubrimiento de vastas reservas de petróleo frente a sus costas en 2015 ha catapultado a Guyana de ser un actor menor en la economía global a ser el país con el crecimiento más rápido del mundo. ¿Quién lo diría, verdad?

La narrativa se asemeja a una especie de cuento de hadas moderno: de la pobreza y la lucha por el desarrollo a convertirse en uno de los principales proveedores de petróleo del mundo en un abrir y cerrar de ojos. Pero, como bien sabemos, todas las historias tienen sus matices, y aquí no es la excepción.

La fiebre del oro negro: ¿una bendición o una maldición?

Leía recientemente cómo algunos se refieren a la situación de Guyana como una «fiebre del oro». Pero, ¿es realmente así? La nación caribeña ha visto un crecimiento del 49,7% en su producción económica en el primer semestre de 2024, impulsado en gran parte por la industria petrolera. El presidente Irfaan Ali se muestra optimista, elevando las proyecciones de crecimiento anual al 42,8%. Esto suena increíble, pero también plantea una pregunta inquietante: ¿qué significa esto para el futuro de Guyana?

Desde que Exxon descubrió esas vastas reservas, Guyana ha tomado decisiones audaces. El gobierno ha implementado un programa que da 2,000 dólares a cada hogar para compartir la riqueza del petróleo. Pero aquí viene el truco: ¿esta locura provocará inflación a largo plazo, como advierten algunos economistas?

Un cálculo arriesgado: ¿qué pasará a largo plazo?

La idea de repartir riqueza en lugar de acumularla suena hermosa en teoría. Sin embargo, debemos preguntarnos si la medida será sostenible. Con un crecimiento significativo de la inflación, que pasó del 2.3% previo a la pandemia a un 3.3% en agosto de este año, muchos se preguntan si el gobierno realmente puede mantener este arriesgado equilibrio.

Estoy seguro de que la mayoría de nosotros recuerda ese momento incómodo en una fiesta donde intentamos equilibrar el contenido de nuestro vaso mientras nos movemos al ritmo de la música. ¿No es un poco parecido a lo que Guyana está haciendo ahora? Un paso en falso, y ¡bam! El desastre económico.

La distribución de riqueza: ¿un paso hacia la renta básica universal?

El debate sobre cómo gestionar la riqueza en Guyana no termina ahí. El enfoque del programa de 2,000 dólares ha despertado un interés renovado por la renta básica universal. Algunos expertos elogian esta medida como un paso hacia un modelo más equitativo de redistribución de la riqueza. Pero lo cierto es que no es una renta básica en el sentido tradicional, ya que no es un ingreso recurrente.

Sin embargo, algunos lo llaman un «subsidio de participación». Karl Widerquist, un experto en filosofía económica, señala que es un «capital básico». Es, de alguna manera, un intento de asegurar que todos los ciudadanos se beneficien de esta riqueza nacional. Pero, al final del día, ¿es suficiente? La respuesta a esa pregunta dependerá of course de cómo evolucione la economía y de si los políticos pueden mantener el enfoque en el bienestar del pueblo y no solo en su propia codicia.

Comparaciones inevitables: Guyana vs. Noruega

Los expertos rápidamente señalan a Noruega como un ejemplo de administración de recursos que podría servir de modelo para Guyana. Allí, el gobierno ha creado un fondo soberano de petróleo para estabilizar la economía y generar ahorros a largo plazo. ¡Quien lo diría! Lo que muchos consideran una lección de oro para un país en ascenso como Guyana.

Sin embargo, un par de copas posteriormente, uno empieza a preguntarse: ¿Guyana tiene lo que se necesita para gestionar su bonanza petrolera con la misma sabiduría que Noruega? La necesidad de un enfoque más integral para gestionar esta riqueza es, sin duda, apremiante.

La carga de la sostenibilidad: ¿cuánto tiempo podemos seguir así?

A medida que Guyana se abre al mundo como un nuevo productor de petróleo, también enfrenta un dilema moral. ¿Cómo puede mantener su crecimiento económico sin sacrificar el bienestar del planeta? Esta eterna lucha entre el desarrollo y la sostenibilidad está en juego.

El hecho de que el mundo esté volviéndose hacia la energía renovable no quiere decir que el petróleo deje de ser relevante de inmediato. La transición energética es un camino inevitable, y países como Guyana deben enfrentarse a la dura realidad de sus propias decisiones económicas.

Quizá necesiten preguntarse cosas complicadas: ¿Está la producción de petróleo a expensas de un futuro sostenible? ¿Qué legado dejarán para las generaciones futuras? Al igual que un padre que toma una decisión difícil sobre la crianza de sus hijos, las decisiones que Guyana tome hoy tendrán un impacto duradero.

El futuro de Guyana: ¿brillante o nublado?

A corto plazo, las cosas parece que se ven bastante bien para Guyana. Las proyecciones indican que podría producir 1.3 millones de barriles diarios de petróleo para 2027, colocándose entre los 20 mayores productores del mundo. El PIB per cápita ha pasado de 7,000 dólares en 2020 a 26,000 dólares en 2023. Desde luego, la fiesta ha comenzado.

Sin embargo, el desafío de gestionar esta nueva riqueza en un mundo que exige una transición energética podría convertirse en un desafío monumental. Otros países de la región, como Suriname, también están buscando expandir sus propias industrias petroleras. ¿Estamos diciendo que una fiebre del oro negro podría llevar a una contienda regional por los recursos?

En conclusión: un camino incierto

Así que aquí estamos, observando a Guyana jugar un juego al borde de la proverbial navaja. ¿Se convertirán en un ejemplo a seguir en la gestión de recursos? ¿O caerán en la misma trampa que otros países ricos en recursos que han experimentado «la maldición de los recursos»?

A medida que el mundo avanza hacia la sostenibilidad, el caso de Guyana plantea preguntas profundas. Sin duda, el futuro de este pequeño país está lleno de potencial, pero también de peligros.

El tiempo dirá cómo navegarán por estas aguas turbulentas. Mientras tanto, se puede seguir disfrutando de la montaña rusa económica que Guyana ha creado. Y tal vez, solo tal vez, deberíamos todos estar tomando notas.


¿Cuál es tu opinión sobre este auge de ‘oro negro’ en Guyana? ¿Crees que están en buen camino o que los peligros superan los beneficios? Comparte tus pensamientos en los comentarios, ¡me encantaría conocer tu perspectiva!