Desde que el Toyota Mirai apareció en el mercado, muchos de nosotros nos hemos preguntado si realmente era el vehículo del futuro. Un automóvil que, en teoría, no debería dejar rastro de dióxido de carbono (CO2) y que tan solo necesita una recarga de hidrógeno para ofrecer una experiencia de conducción similar a la de un coche de gasolina, suena ideal, ¿verdad? Sin embargo, la realidad es que las ventas de coches de pila de combustible son casi testimoniales. Sin más preámbulos, vamos a zambullirnos en el fascinante, aunque incierto, mundo del hidrógeno y la posición de Toyota en él.
La situación actual del hidrógeno
A partir de 2024, solo existen aproximadamente 1,100 hidrogeneras públicas en todo el mundo. En Europa, las cifras son aún más preocupantes, con solo 245 estaciones operativas, concentradas principalmente en Alemania. ¿Te imaginas intentar recargar tu coche en una carretera que solo tiene una estación cada 1,000 kilómetros? Lo más cercano a un road trip estratégico que verás este año.
Hiroki Nakajima, director de tecnología de Toyota, ha admitido recientemente que el futuro del hidrógeno no se ve tan brillante como una estrellita en un cielo despejado. En su lugar, parece más bien una nube gris que se cierne sobre el camino de su compañía. Desde que el presidente de Toyota, Akio Toyoda, hizo la famosa declaración de haber «visto el futuro» en 2014, las ventas de vehículos de pila de combustible han estado en un estancamiento notable. Durante el mejor año, 2021, Toyota logró vender apenas 5,918 unidades de su Mirai. Comparado con los más de 11.5 millones de vehículos que vendió en 2023, está claro que el hidrógeno se ha quedado colgado.
La lucha contra los costos
Uno de los principales problemas que enfrenta el hidrógeno es su alto costo. La producción y distribución de hidrógeno son desmesuradamente caras. Para que el hidrógeno pueda ser transportado de manera segura y eficiente, debe criogenizarse a -253°C. Esto es como meter a un batido en una máquina de helados, pero en este caso el batido es volátil y no muy barato de producir. Para poner esto en perspectiva, un vehículo eléctrico puede aprovechar alrededor del 80% de su eficiencia energética, mientras que un coche de hidrógeno apenas llega al 60%. Todo esto contribuye a que la balanza no se incline a favor del hidrógeno.
La reacción de Toyota
Parece que Toyota ha comenzado a reevaluar su estrategia. ¿Un cambio de rumbo? En su búsqueda, la compañía ha colaborado con Hyundai y BMW para explorar nuevos horizontes. Aunque Nakajima hace un llamado a seguir investigando en el ámbito del hidrógeno, también deja entrever que, si Toyota se aferra a esta tecnología sin hacer cambios, podría perder su futuro.
Con la competencia en aumento, la compañía se enfrenta a un dilema: ¿continuar invirtiendo en una tecnología que aparentemente está estancada oPivotarse hacia el creciente mercado de coches eléctricos? En años recientes, Toyota ha comenzado experimentando con motores de combustión de hidrógeno, buscando así combinar sensaciones de conducción de gasolina con una propulsión más limpia. ¿Pero realmente es esto lo que los consumidores quieren?
Comparaciones con el mercado eléctrico
Mientras que Toyota intenta averiguar qué hacer con su tecnología de hidrógeno, no se puede ignorar la meteórica popularidad de los coches eléctricos. En 2020, la compañía vendió poco más de 3,000 unidades de su primer vehículo eléctrico, el bZ4X. Pero para 2023, esa cifra se disparó a más de 100,000 vehículos eléctricos. habla de la preferencia drástica del consumidor. La evolución es tan rápida que uno se pregunta si el mundo del hidrógeno simplemente se ha quedado en el pasado.
Los fracasos de la competencia
Y para añadir un poco de humor a la situación, mientras que Toyota tambalea su estrategia, otros competidores como Hyundai no están teniendo una bonita experiencia, ya que se estima que han perdido 22,000 dólares por cada Hyundai Nexo vendido. ¡Imagina estar en una fiesta de coches y tener que admitir eso! Sin duda, el hidrógeno se siente como esa opción que no termina de despegar, a pesar de que todos sabemos que podría ser genial.
Repensando el futuro
En la sala de juntas de Toyota debe haber un ambiente similar al de una serie de Netflix llena de giros y sorpresas. La conversación sobre el futuro de la compañía gira en torno al hidrógeno, pero la industria está cambiando rápidamente. Hay tecnologías emergentes y un cambio en las expectativas del consumidor que están dictando nuevos caminos. A medida que las regulaciones en Europa van restringiendo las emisiones contaminantes, la presión sobre Toyota para actuar se incrementa significativamente.
¿Cuál es la respuesta? ¿Debería Toyota continuar luchando con sus coches de hidrógeno, o es hora de que vayan a la caza de mercados antes que sus competidores en el ámbito eléctrico se lleven todo el pastel?
Reflexiones finales
Si hay algo que podemos aprender de esta narrativa es que la innovación en la industria del automóvil no solo depende de la inversión en nuevas tecnologías, sino también de la comprensión de lo que desean los consumidores. ¿Es el hidrógeno una solución viable o simplemente una promesa vacía? Mientras el mundo se inclina hacia una electricidad más limpia y eficiente, no podemos evitar sentir cierta tristeza por el hidrógeno.
Toyota, una vez el superpoder de la industria automotriz, ahora está en una encrucijada. Y nosotros, los consumidores, seguiremos observando con expectativa, y quizás con un poco de risa, cómo esta trama se desarrolla. No hay duda de que este es un momento crítico para la marca. Un viaje lleno de incertidumbres, expectativas y, quién sabe, tal vez un resurgimiento inesperado de la tecnología de hidrógeno.
En conclusión, el futuro es incierto, pero una cosa es segura: el camino hacia un mundo más limpio y sostenible tiene muchas bifurcaciones. ¿Tomará Toyota el camino del hidrógeno o se unirá a la revolutión eléctrica? La respuesta, como el hidrógeno en sí, sigue siendo volátil.