Las elecciones de noviembre en Estados Unidos están a la vuelta de la esquina, y como buen amante de la política (quizá un poco más que de las pizzas congeladas que todos disfrutamos en la noche electoral), no puedo evitar preguntarme: ¿qué significa esto para América Latina? Desde que tengo memoria, los eventos políticos en la primera potencia mundial han tenido un efecto reverberante en la región sur del Río Grande. Así que, aquí me encuentro, armado con un café y un par de anécdotas, dispuesto a sumergirme en este complejo entramado que vincula a ambos lados del continente.

La sombra de Trump, la China y el dilema latinoamericano

Donald Trump, ese personaje polarizante que podría ser considerado el ‘hombre del año’ en un calendario del caos, vuelve a asomar por el horizonte electoral estadounidense. Si miramos dos segundos a su legado, vemos la intensidad de su retórica sobre el comercio, la migración y, por supuesto, su relación con el gigante asiático, China. ¡Vaya lío, verdad!

Siempre recuerdo cuando, durante una de sus campañas anteriores, alguien a quien jamás mencionaré (por su propio bien) dijo: «Si Trump ganó, entonces cualquier cosa es posible.» Mirando hacia atrás, no puedo evitar sentir que esa acidez ha crecido como la espuma en una cerveza mal hecha. ¿Qué pasaría si el magnate de acero gana de nuevo?

En este contexto, América Latina no aparece en la lista de prioridades de Washington. Así lo confirma Gilberto Aranda, un experto que afirma que la región está en un lugar marginal en la agenda estadounidense. Si tenemos en cuenta que los últimos debates entre candidatos presidenciales han mencionado a países latinos únicamente en un par de ocasiones, podemos ver que la influencia china ha comenzado a llenar ese vacío, y no, no está hablando de hierbas chinas para la buena fortuna.

Comercio y el dilema de las relaciones con China

Hablando de China, este gigante asiático ha estado haciendo su trabajo de hormiguita. En el año 2000, las importaciones y exportaciones entre América Latina y China apenas alcanzaban los 14,000 millones de dólares. Hoy, estamos hablando de una cifra que se acerca al medio billón. ¡Es como si en lugar de hacer una dieta, decidieran devorar un pastel entero!

Y aquí está el tema: según muchos analistas, la llegada de Trump podría complicar aún más las cosas. Su intención de proteger las industrias estadounidense y, por ende, implementar un enfoque proteccionista, podría empujar aún más a los países latinoamericanos a buscar el abrazo cálido de Beijing. Países como Brasil, Colombia, Perú y Bolivia están viendo a China como un socio comercial preferido, lo cual es un giro inesperado para quienes pensaban que las relaciones en la región dependían de la buena voluntad de la Casa Blanca.

Pero ¿qué hay del famoso acuerdo de libre comercio? Bien, por lo que observamos, Trump no tiene la misma pasión que Barack Obama por abrir las compuertas del comercio. De hecho, ha cerrado la puerta a nuevas negociaciones con países como Ecuador y Uruguay. ¿Estamos seguros de que eso no suena a premisa de una película mala de los 90?

México: en el centro del huracán

Si hay un país que tiene mucho que ganar o perder con estas elecciones, ese es México. Con más del 80% de sus exportaciones dirigidas a EE.UU., no es exagerado decir que su economía depende casi tanto de su vecino como de un estudiante universitario de un paquete de fideos instantáneos. En el contexto actual, la política de ‘nearshoring’ (relleno de actividades productivas en México) ha sido un salvavidas bajo la administración de Biden. Sin embargo, si Trump regresa al poder, muchos temen una postura más agresiva y proteccionista hacia México, que podría afectar seriamente la economía mexicana.

Y mientras tanto, Trump ha lanzado comentarios que podrían hacer que cualquier mexicano se sienta un poco incómodo. En su búsqueda de erradicar el narcotráfico, ha sugerido bombardear organizaciones criminales en México. Honestamente, si esto no es un guion de película de acción de Hollywood, no sé qué es.

Migración: una cuestión de vida o muerte

Hablamos de migración, y la historia se vuelve más sombría. Con los demandantes de asilo intentando cruzar la frontera a un ritmo alarmante, Trump ha dejado claro que quiere reinstaurar políticas mucho más estrictas. Esto incluye el restablecimiento de la ley «Permanecer en México», que obliga a las personas a esperar en suelo mexicano mientras se resuelven sus solicitudes de asilo. Tranquilos, no es como si no hubieran suficientes problemas ya, ¿verdad?

Los datos son alarmantes: muchos países en Centroamérica dependen de las remesas enviadas desde EE.UU., algo que podría quedar muy comprometido entre esas nuevas políticas. Mi amiga María, que trabaja con familias inmigrantes, siempre dice: “El hambre no se detiene en la frontera,” y tiene toda la razón. Una deportación masiva podría llevar a muchos a una situación de pobreza extrema.

El juego del litio y la influencia geopolítica

Si están pagando atención, saben que el litio es el nuevo oro blanco, y que el consumo de baterías eléctricas está impulsando una nueva carrera por recursos en la región. ¡Adiós a la era de la gasolina, bienvenido al futuro! Aquí es donde entra el personaje de la historia, Elon Musk, quien lleva días bromeando sobre la importancia de establecer vínculos con países mineros. ¿Alguien lo ha visto burlándose sobre eso en Twitter? Estoy seguro de que no.

Ahí está el truco: mientras que Trump ha cultivado la relación con líderes de derecha como Javier Milei en Argentina, también hay un riesgo real de que se sienta tentado a dejar de lado a aquellos que no siguen el camino del capitalismo descontrolado. ¿No es fascinante ver cómo las alianzas políticas pueden cambiar tan rápidamente?

Tono hacia la izquierda: ¿un giro hacia la hostilidad?

Ya establecimos que la relación de EE.UU. con países latinoamericanos es un tablero de ajedrez complicado. Si Trump regresa al poder, se espera un enfoque más hostil hacia gobiernos de izquierda como el de Nicolás Maduro en Venezuela, así como un endurecimiento de las políticas hacia Cuba. Mientras que durante la administración de Biden se contempló una apertura hacia el diálogo con ciertos líderes de izquierda, la narrativa podría cambiar dramáticamente con un regreso a su retórica anterior.

Quizás ahora más que nunca, es un momento crucial para que los líderes latinoamericanos evalúen sus relaciones y establezcan una estrategia que les permita no ser meros peones en el tablero de ajedrez de grandes potencias.

La conclusión: mantener la calma y esperar

En conclusión, lo que sucede en los Estados Unidos el cinco de noviembre puede tener un impacto monumental en cómo se desarrollan las relaciones en América Latina. Las intrigas políticas y económicos siempre han sido parte del juego, y no parece que esto vaya a cambiar pronto. Hago un llamado a la empatía, la comunicación y la cooperación regional. Es fácil perderse en la furia del momento, pero los efectos de nuestras acciones perduran. Siempre podemos esperar que el resultado sea favorable, pero sin duda, tendremos que prepararnos para lo inesperado.

Así que, mientras esperas el desenlace electoral, tal vez es hora de buscar tu dosis de tiramisú o tu serie favorita para combatir la ansiedad. ¡Que gane el mejor!