¿Recuerdas la última vez que tuviste una discusión acalorada sobre política en una cena familiar? Todos tienen una opinión y, aunque te encantaría dejar que digan lo que quieran, al final, solo quieres que terminen rápido para poder centrarse en el postre. Algo similar pasó en el reciente G20, donde las diferencias ideológicas y los intereses nacionales se enfrentaron de manera tan intensa como si estuviéramos viendo un maratón de telenovelas.

La entrada de Javier Milei: ¿bienvenido o incomprendido?

El presidente argentino, Javier Milei, llegó al G20 con su famoso lema de «a los zurdos y comunistas, mejor tenerlos lejos», que, aunque suena a una frase sacada directamente de una película de acción de los 80, expone su postura radical. Durante la inauguración, Milei fue un volcán en erupción. Criticó la intervención estatal para combatir la pobreza, lo cual, seamos honestos, es una postura bastante popular en algunos círculos liberales. Mientras tanto, otros presidentes como Lula de Silva (Brasil) y Gustavo Petro (Colombia) podrían haber estado pensando: «¿En qué momento nos metimos en esta película de terror?»

Es curioso cómo en el 2023 estamos viendo a Milei alternar entre gestos incendiarios y un pragmatismo palpable en su agenda. Aunque su entrada fue ruidosa, a medida que avanzó la cumbre, su enfoque se tornó más diplomático. ¿Tal vez estaba buscando financiación, o simplemente quería un poco de paz en el coloso que es la cúpula del G20? Quién sabe, pero la foto de la cumbre muestra a Milei sonriendo mientras se abrazaba con Jair Bolsonaro, el expresidente brasileño. Si eso no es un plot twist digno de un reality show, no sé qué lo es.

Diplomacia brasileña: el arte de hacer malabares

El papel de Brasil en esta cumbre fue bastante notable. Lula, a pesar de tener su propio conjunto de desafíos, logró un acuerdo para la exportación de gas con Argentina, un paso bienvenido en términos económicos. La sombra de Donald Trump y sus políticas «America First» se cernía sobre las discusiones, pero Brasil lució como el maestro de judo, transformando la influencia de la cumbre en su favor.

El cierre del documento final fue considerado un triunfo por la diplomacia brasileña, destacando un deseo de reformas en las instituciones internacionales. ¡Ajá! Por fin alguien le dice a la ONU que necesita una renovación, como si fuera un armario de la década de 1990. Esta vez, Brasil no tuvo miedo de incluir en la declaración la importancia de representar a América Latina y África en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Sin embargo, Milei no estaba dispuesto a irse sin dejar su huella, aunque fuese en forma de pie de página en el documento final. ¿Cuántas veces hemos sido el pie de página de alguien en una reunión? Se siente incómodo, ¡pero al menos no es un silencio absoluto!

Un nuevo orden internacional: ¿realmente tan nuevo?

El eco de la cumbre resonó no solo en Brasil, sino en todo el mundo, con el auge del gigante asiático, China, visible a cada paso. ¿Te imaginas vivir en un mundo donde los líderes globales se esfuerzan por invitarnos a una cena y todos están compitiendo por ser el «padrino» de la próxima transacción comercial? La relación entre Lula y Xi Jinping se ha fortalecido, y Brasil está jugando en las grandes ligas.

La compra de la planta de Ford por parte de la marca china BYD representa un cambio importante en la economía global. ¿Te imaginas que Ford, famosa por su legado automovilístico en EE. UU., ahora esté relacionada íntimamente con un país que puede no estar en la lista de favoritos de algunos políticos en casa? La sorpresa no acaba ahí; el nuevo orden mundial parece que viene con un manual de instrucciones completamente nuevo.

El enfoque ambiental: una broma que no hace gracia

Uno de los puntos más interesantes de la cumbre fue el compromiso de aumentar los impuestos a los millonarios. Todos aplaudieron, pero tengo que preguntarte: ¿es este realmente el camino a seguir? En un contexto donde la lucha contra el cambio climático se vuelve cada vez más urgente, las palabras de Milei y otros líderes proponen que se respete la soberanía tributaria (un término que suena genial en teoría, pero que, de alguna manera, puede también ser utilizado como escudo).

Y fue Claudia Sheinbaum, la presidenta de México, quien sorprendió a todos al proponer destinar el 1% del gasto militar para reforestar. ¿No es genial? Imagínate a los militares saliendo con palas en vez de armas. “¡Dejemos de sembrar guerras, sembremos vida!” gritó Sheinbaum. Algo que definitivamente todos podemos aplaudir. Es un enfoque que vincula el medio ambiente y la lucha contra la pobreza; algo que a muchos de nosotros podría sonar a promesa de campaña, pero que podría convertirse en una realidad.

La pelota en el tejado de África del Sur

Al final del encuentro, el liderazgo pasó a Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, quien, en sus manos, tenía una pelota bastante pesada. El camino hacia el 2025 se complicará, sobre todo considerando la posible vuelta de Donald Trump al poder. Es como estar en una montaña rusa emocional, esperando que la próxima caída no sea tan dura. Ramaphosa ha expresado su deseo de continuar el trabajo de Brasil, pero todos sabemos que es más fácil hablar que actuar.

Lo que no podemos ignorar es que el legado de esta cumbre será observado de cerca. En un mundo tan polarizado, ¿podrá el G20 realmente trabajar hacia una mayor cooperación internacional o solo recordaremos los debates acalorados y los gestos de Milei? La situación es bastante incierta.

Reflexiones finales: una tarea desafiante por delante

El G20 de Río fue un ejemplo perfecto de las luchas y los avances de un mundo en completa transformación. La interacción entre líderes debe plantearse más como un esfuerzo colectivo que como un pasatiempo en el que cada uno trata de brillar por sí mismo. A medida que el mundo avanza, debemos seguir cuestionando: ¿qué nos dejó esta cumbre? En un momento en que el medio ambiente, la pobreza y las tensiones geopolíticas están más presentes que nunca, la respuesta es crucial.

Así que la pelota está en el tejado de África del Sur, y todos miramos con interés lo que vendrá a continuación. ¿Nos sorprenderán? ¿O simplemente continuaremos con las mismas viejas historias? La historia avanza rápidamente, y al final, solo el tiempo dirá si el nuevo G20 es realmente un nuevo orden, o un viejo truco con un envoltorio brillante.