En los últimos días, el Congreso de los Diputados ha estado más agitado que un grupo de flamencos en un campo de fútbol. El motivo de tal conmoción ha sido un debate sobre las centrales nucleares en España, liderado por el Partido Popular. La propuesta, que muchos han calificado de apresurada y desconectada de la realidad, plantea un rescate de estas viejas problemáticas de la energía. Pero, ¿realmente necesitamos salvar a unos titanes que parecen estar más cerca del museo que del futuro?
Un rescate lleno de costos
Haciendo un paréntesis para una pequeña anécdota personal: recuerdo cuando era niño y mi madre me decía que las barajas de cartas viejas eran «una inversión». ¡Claro! Hasta que descubrí que, en realidad, solo eran residuos en el rincón más olvidado del armario. Lo mismo podemos decir de las centrales nucleares. El Informe Mundial de la Industria Nuclear de 2023 ha revelado algo que no podríamos ignorar: los costos de la energía solar han bajado un 90% y los de la energía eólica han disminuido un 72%. Por otro lado, los costes de la energía nuclear han aumentado un 36%. ¿No es un poco irónico que intentemos salvar algo tan obsoleto?
Los costos de las centrales nucleares son como esos zapatos que compré en un impulso y que están de moda, pero no me sirven. No solo son altos, sino que también requieren una gestión de residuos radiactivos que sería el equivalente a tener que contratar un jardinero para cuidar un invernadero en llamas.
¿Qué hay detrás de este caos nuclear?
Uno podría pensar que la situación actual se debe a una falta de tiempo para implementar alternativas. ¿Pero realmente es así? Déjenme contarles algo. El día más crítico en términos de demanda de electricidad fue el 15 de noviembre de 2017. Si no hubiésemos tenido centrales nucleares funcionando ese día, la demanda se habría cubierto sin problemas. ¡Sorpresa, sorpresa! La realidad es que, cuando se trata de responder a la demanda, las centrales nucleares son más rígidas que mi tío Manolo al intentar bailar salsa.
La energía nuclear, que solía ser el superhéroe en la historia de la electricidad, ahora se siente un poco más como el villano que siempre ha estado en la sombra, esperando que lo rescaten en lugar de resolver la crisis de energía renovable que se desarrolla ante nuestros ojos.
La fatal atracción por lo nuclear
Es fácil entender por qué la energía nuclear fue tan popular en el pasado. En su momento, existía una ilusión de que era una opción limpia, pero a medida que hemos avanzado, los tiempos han cambiado, y no me refiero solo a la moda de los peinados. En los últimos 20 años, Europa ha cerrado 27 centrales nucleares y solo ha inaugurado tres. Las recientes aventuras nucleares de Finlandia y Francia han resultado ser fracasos económicos colosales. ¿Recuerdan a Batman y Robin? Bueno, estas dos son más como los “dos Batmans que nunca se pusieron de acuerdo”.
La crisis del gas, a raíz del conflicto entre Ucrania y Rusia, ha despertado viejos fantasmas que intentan presentar la energía nuclear como un faro de soberanía energética. Pero, ¿no es un poco ridículo depender del uranio enriquecido, en un 40%, de Rusia? Es como intentar arreglar un barco que se hunde mientras usas agua de ese mismo barco para beber. No tiene sentido, y lo sabemos.
La lucha por la flexibilidad
Si algo nos ha enseñado el mundo actual, es que la flexibilidad es clave. Y aquí es donde la energía nuclear se encuentra en un verdadero aprieto. Aunque el 20% de nuestra electricidad proviene de las plantas nucleares, representan solo un 6% de la potencia instalada. Aquí, las energías renovables están a la vanguardia, como los chicos en la pista de baile que dominan todos los pasos.
La pregunta es: ¿podríamos cerrar las centrales nucleares y seguir promediando? Si el análisis muestra que sí, debemos preguntarnos si realmente vale la pena mantenerlas. Imaginen esto como un club nocturno con solo un grupo de personas bailando (la nuclear) que solo se pueden mover en un sentido y una multitud de nuevas energías listas para llenar la pista (las renovables). ¿Quién cree que se quedará cuando empiece el verdadero espectáculo?
Costos innecesarios y decisiones cuestionables
Ahora bien, volviendo a los costos, la Comisión Europea ha estudiado qué pasaría si alargáramos la vida útil de los reactores en Bélgica. El resultado sería entre 2.000 y 2.500 millones de euros, el doble que los costos asociados con el desarrollo de energías renovables. A esto hay que sumarle la falta de iniciativas para la construcción de nuevas plantas nucleares en casi 40 años. Una vez más, los números no parecen cuadrar.
¿No les parece extraño que las mismas empresas que gestionan estas plantas no pidan su salvación? Es como si un grupo de piratas que encontró un gran tesoro decidiera renunciar a todo porque lo que realmente querían eran monedas de chocolate.
El clamor del pueblo
Por si fuera poco, la encuesta del CEO de este verano en Cataluña reveló que un abrumador 81% de la población ve la energía nuclear de forma negativa. Esto nos dice que no solo los números son preocupantes, sino que también hay una desconexión entre lo que el pueblo quiere y lo que algunos políticos están dispuestos a ofrecer.
El rescate de las centrales nucleares no solo es una inversión económica, sino también un exabrupto contra la voluntad de las personas. ¿Por qué gastar dinero de los contribuyentes en algo que la gente no desea? Es como comprar un boleto de lotería para un sorteo en el que, obviamente, no hay premio.
Mirando hacia el futuro
Entonces, ¿cuál es el futuro de la energía en España? Está más que claro: el camino a seguir es la energía renovable. Si nos detuviéramos un momento para pensar, nos daríamos cuenta de que el futuro no es solo eléctrico, sino también más democrático y sostenible. A medida que los días avanzan, estamos viendo el retorno de la energía limpia, y esa es una característica que debemos celebrar.
Finalmente, en un mundo en constante evolución, hay que recordar que la flexibilidad y la innovación deben ser nuestras principales prioridades. La energía nuclear puede haber sido una protagonista en el pasado, pero el futuro pertenece a las energías renovables. No le daríamos una segunda oportunidad a una película que ha sido un flop en taquilla, ¿verdad?
Así que, en resumen, dejemos que las centrales nucleares descansen en paz, mientras abrazamos un futuro energético que sea más alineado con lo que la comunidad desea. Es hora de que hagamos un trato más inteligente y sostenible, dejando atrás la nostalgia de un pasado que definitivamente no se puede revivir.
Porque al final del día, como dice el refrán, “más vale tarde que nunca”, pero algunas cosas, como las centrales nucleares, deberían haberse quedado atrás para siempre.