Todos hemos escuchado la frase “estamos en la misma página”, pero ¿alguna vez te has preguntado qué pasaría si esa página estuviera llena de cifras, pronósticos y, por supuesto, un sinfín de expectativas? Recientemente, durante el Foro Económico Internacional América Latina y el Caribe, que se llevó a cabo en Panamá, las expectativas estaban por las nubes. Este evento, organizado por CAF – banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, junto con el Grupo PRISA y World in Progress (WIP), se está posicionando como el “Davos latinoamericano”. Ahí, más de 250 panelistas de 15 países debatieron sobre cómo la región puede adentrarse en un futuro más resiliente e inclusivo.
Pero, ¿es posible? ¿Puede América Latina trazar su propia senda de desarrollo sin imitar los modelos occidentales? Empecemos a desentrañar estas interrogantes.
La visión externa de Matteo Renzi: ¿un guía o un crítico?
Cuando uno escucha el nombre de Matteo Renzi, el ex primer ministro de Italia, es fácil pensar en los desafíos que enfrenta Europa, desde el Brexit hasta las tensiones internas en la UE. Sin embargo, en este evento, Renzi tuvo la oportunidad de ver más allá de su continente. “Los países de esta parte del mundo tienen los recursos más importantes”, afirmó. Pero a la vez dejó claro que seguir ciegamente el modelo europeo no es la solución.
Imagina a Renzi dirigiendo la mirada en torno a una sala llena de líderes latinoamericanos. En su discurso, enfatizó tres criterios para cultivar alianzas más productivas entre Europa y Latinoamérica: integración, innovación e identidad.
Me recuerda a esa vez que visité una tienda de antigüedades. Me encontré con una taza de café que, aunque desgastada, tenía un encanto único. La tienda me ofrecía opciones más modernas, pero me resistí, porque sabía que esa taza contaba una historia. Así, Renzi nos pregunta si estamos dispuestos a contar nuestra historia, en lugar de solo seguir la narrativa de otros.
Integración: más que un concepto
Renzi habla sobre la integración, sugiriendo que sin un esfuerzo conjunto, las individualidades de los países de la región podrían pasar desapercibidas. Esta idea es crucial en un contexto donde el desarrollo no es solo una cuestión de políticas económicas, sino también de crear conexiones significativas. En el pasado, América Latina ha luchado por unirse. Recuerda el famoso dicho: “Unidos venceremos”. Tal vez sea hora de poner esa frase en práctica.
La mirada optimista de Santiago Peña: Paraguay como modelo
Santiago Peña, presidente de Paraguay, llevó esta discusión a un nuevo nivel. Durante el foro, él presentó a su país como el “secreto mejor guardado” de la región. Personalmente, aplaudo esta actitud. ¿Quién no ha querido ser el amigo que tiene un bar escondido donde solo los verdaderos conocedores se aventuran? Paraguay ha logrado reducir su pobreza a cerca del 20%, y Peña apuntó que el desarrollo no tiene que ver con ideologías, sino con acción.
Una frase que resuena en lo que ha afirmado: “En América Latina no hay que inventar mucho, hay que hacer”. En mi experiencia personal, esto me lleva a pensar en las ocasiones que he planeado un viaje a un destino exótico y gasté más tiempo planeando que viajando. A veces, la mejor acción es simplemente empezar.
¿Un ejemplo a seguir?
La confianza de Peña en el potencial de Paraguay se basa en datos, pero también en un fuerte deseo de ser escuchados en la escena internacional. La actual agenda de Peña está repleta de visitas y encuentros. Ahora, te pregunto: ¿recuerdas cuando todos los amigos se reunieron para discutir qué película ver? A veces, la discusión no te lleva a nada, pero la acción sí. Eso es exactamente lo que Peña aspira. Un futuro donde Paraguay no sea solo una nota al pie de la historia latinoamericana, sino una primera plana.
La OEA y los desafíos de la región
En su intervención, Peña también mencionó la importancia de la Organización de Estados Americanos (OEA). Se avecina una elección crucial para elegir al nuevo secretario general, y el vicepresidente paraguayo, Rubén Ramírez Lezcano, es un candidato a tener en cuenta. Peña enfatizó que la OEA ha perdido relevancia, pero que todos los países son responsables de revitalizarla.
Lo irónico aquí es que estamos hablando de una organización que fue diseñada para promover la paz y la seguridad en la región. ¿No les suena un poco a la situación de nuestros grupos de WhatsApp, donde uno se hace cargo de la organización y los demás son meros espectadores? Deberíamos ser un poco más proactivos y menos reactivos. América Latina necesita un sentido de urgencia. Además, todos sabemos que cuando una conversación se torna seria, uno siempre siente que debe salir del grupo.
Las verdaderas deudas de América Latina: Salud y educación
A pesar de la buena noticia de reducción de la pobreza, Peña fue honesto sobre los problemas persistentes que enfrenta su país: la desigualdad y la informalidad. En un mundo cada vez más competitivo, Paraguay tiene la población más joven de Sudamérica. Esto me trae a la mente una frase que escuché una vez: “No se trata de darles peces, sino de enseñarles a pescar”.
¿De qué sirve una economía floreciente si no se invierte en su gente? Nos recuerda que la economía es importante, pero el capital humano lo es aún más.
Educación: el verdadero motor del cambio
La educación debe ser la estrella del espectáculo. Pensando en las futuras generaciones de latinoamericanos, se convierte en nuestra responsabilidad asegurar que estén bien equipados para navegar en un mundo que cambia rápidamente. Peña dejó claro que el futuro de su nación depende en gran medida de su capital humano.
He notado que hay dos tipos de reunión: aquellas en las que todos están más interesados en sus teléfonos que en la conversación, y aquellas en las que cada persona está genuinamente interesada en lo que el otro tiene que decir. Ahora, imagina que la educación en América Latina fomente un enfoque así. Un enfoque donde cada futuro líder escucha, aprende y colabora.
Conclusiones y reflexiones finales
En resumen, el Foro Económico Internacional América Latina y el Caribe ha demostrado que hay mucho más en juego que solo cifras. La necesidad de integración, innovación y identidad resuena en cada panel. Renzi y Peña, con sus diferentes perspectivas, clarifican que, aunque la región tiene desafíos enormes por delante, también posee increíbles oportunidades.
Si la historia nos ha enseñado algo, es que la unidad es la respuesta, y la educación el camino. Lo más radical que podríamos hacer hoy es poner en práctica las lecciones aprendidas en el foro. Así que la pregunta queda en el aire: ¿estamos dispuestos a dejar de lado las diferencias y trabajar juntos por el futuro de América Latina?
Recuerda la taza de café. Si queremos una historia que contar, es nuestra responsabilidad escribirla, no solo leerla. Así que, ahora más que nunca, el futuro está en nuestras manos. ¡A crear se ha dicho!