Hay algo peculiar en el modo en que los chinos se relacionan con el tabaco. Imagina a un joven universitario llamado Ying, con sus 21 años recién cumplidos, evidentemente consciente de que el humo que inhala no es precisamente un elixir de la salud. Ying, como millones de sus compatriotas, se ve atrapado en una cultura donde el fumar es tanto una forma de socializar como una costumbre arraigada. Este artículo se adentra en el fascinante, y a veces contradictorio, mundo del tabaquismo en China, donde las ventas de cigarrillos florecen incluso mientras la tasa de fumadores parece disminuir.
La paradoja del consumo de tabaco
«¿Por qué fumas, Ying?» Seguro que en más de una ocasión se ha hecho esta pregunta, no solo por su preocupación por la salud, sino por la disonancia entre el conocimiento sobre el daño del tabaco y la continua adicción a la nicotina. La respuesta nos lleva a un fenómeno cultural. Más de 300 millones de consumidores de tabaco en un país con una población que ronda los 1.4 mil millones de almas. Hablamos de cifras serias, ¿verdad? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de uno de cada tres cigarrillos que se consumen en el mundo se encienden en suelo chino. Esta no es solo una estadística; es una realidad palpable que refleja una compleja relación entre el tabaco y la identidad cultural.
Un descenso que no se traduce en menor consumo
Aunque la tasa de tabaquismo entre los adultos en China ha disminuido ligeramente, pasando un 30% hace algunos años a un 24% en 2022, las ventas de cigarrillos parecen decir otra cosa. En 2023, la China National Tobacco Corporation, que casi monopoliza el sector, reportó 2.44 billones de unidades vendidas. Para ponerlo en perspectiva, eso es como si cada chino, desde una abuelita en su casa hasta un niño que solo sueña con crecer, consumiera unos diez cigarrillos al año. Esta dinámica plantea una pregunta intrigante: ¿por qué la industria del tabaco sigue creciendo si la tasa de fumadores disminuye?
Nuevas tendencias en el mercado del tabaco
La respuesta puede estar en la evolución de los productos. En medio de las crecientes preocupaciones por la salud, los cigarrillos «slim» y los saborizados han ganado popularidad. Imagina que, de repente, en lugar de una fatídica conversación sobre el cáncer de pulmón, te ofrecen un cigarro de menta. Suena más bien atractivo, ¿verdad? Jiang Yuan, experta en el campo, señala que estas alternativas han sido diseñadas específicamente para satisfacer a los jóvenes fumadores que buscan formas “menos dañinas” de disfrutar del tabaco.
La variedad no se detiene solo en el tamaño de los cigarrillos. Las marcas están segmentando el mercado, enfocándose en grupos específicos como los pasajeros de tren de alta velocidad que buscan disfrutar de su «momento de relax» con una pequeña demora y un cigarro corto. Así es, el tabaco se adapta a las necesidades modernas, cumpliendo un papel casi social en las interacciones diarias.
China a la vanguardia del tráfico de tabaco
El entorno ha cambiado, y mucho. Mientras que otras partes del mundo han visto cómo sus cifras de fumadores disminuyen, el número de consumidores de tabaco en China sigue siendo significativamente alto, llevando al país a representar el 47% del total de las ventas a nivel mundial. La expansión de China Tobacco, la compañía estatal detrás de esta tendencia, ha llevado a la marca a exportar sus productos a más de 20 naciones. Con un crecimiento de las exportaciones del 22.2% en 2023, el mercado chino está ganando una influencia considerable a nivel internacional.
Una cuestión económica
Detrás de la cultura del tabaco en China, también encontramos un impacto económico innegable. La historia nos dice que el tabaco no solo es un producto; es un generador de ingresos fiscales. En 2023, la China National Tobacco Corporation recaudó aproximadamente 206 mil millones de dólares en ingresos fiscales. Eso es un montonazo de dinero que el gobierno está dispuesto a proteger a toda costa. Después de todo, si dependes de los ingresos del tabaco para financiar tus proyectos, es difícil adoptar una postura drástica contra su consumo.
Incluso con las advertencias de la OMS, el gobierno chino ha tomado medidas que, si bien pueden parecer efectivas, no siempre se implementan de manera coherente. El resultado es un marco regulatorio fragmentado, donde las ciudades tienen diferentes enfoques respecto al control del tabaco. ¿Se están preguntando si algunas ciudades son más «fumaromas» que otras? ¡Bingo!
Las contradicciones del control del tabaco
A pesar de que en 2014 y 2016 algunas ciudades implementaron restricciones en espacios cerrados, esto no ha impedido un repunte en las ventas. Wang Qingbin, profesor de la Universidad de Ciencias Políticas de China, argumenta que no ha habido un avance real en la regulación del tabaco, resultando en un estancamiento que permite que el consumo continúe.
Las autoridades están encajadas en un dilema complicado donde las preocupaciones sobre la salud pública chocan con los beneficios económicos del tabaquismo. Es como si un chef tuviese que decidir entre preparar un exquisito postre de chocolate o un batido de verduras. Lo saludable no siempre es lo rentable, ¿verdad?
¿Y los jóvenes?
El caso de Ying Yuhao refleja una realidad preocupante. Los jóvenes suelen ser más propensos a iniciarse en el hábito del tabaco, a menudo bajo la presión social de «encajar». Como él menciona, rechazar un cigarrillo ofrecido podría interpretarse como un insulto, una percepción que genera un ciclo de consumo difícil de romper. ¿Acaso se tiene en cuenta este aspecto cultural cuando se piensan las políticas de salud pública? Ciertamente, la cultura tiene un papel crucial en la forma en que se desarrollan las iniciativas para controlar el tabaquismo.
Mirando al futuro: ¿quién ganará?
Mientras el mundo se esfuerza por reducir el uso del tabaco y sus consecuencias, China parece estar en una dirección opuesta, al menos en lo que respecta a las cifras de ventas. Dada la tendencia actual y la resistencia a la implementación de normativas más estrictas, el panorama del tabaco en China probablemente no cambiará en el corto plazo. Cada vez que un joven acepta un “pitillo” tras un día de trabajo, la industria se refuerza, aunque su salud se comprometa.
Conclusión: Una cultura adictiva en constante evolución
El enigma del tabaquismo en China encapsula no solo un desafío sanitario, sino una rica narrativa sociocultural llena de matices. Mientras los chineses como Ying navegan entre las expectativas sociales y los deseos personales, la industria tabacalera sigue prosperando, amparada por el gobierno y sus ingresos fiscales. Si eres un joven en China, la presión social y la conexión cultural ofrecen un consuelo fugaz que podría costarte más de lo que imaginas.
Al final del día, la pregunta persiste: ¿qué tan lejos estamos dispuestos a llegar para mantener las tradiciones, incluso cuando estas significan sacrificar nuestra salud? Esa es una respuesta que, tal vez, ni los expertos más audaces se atrevan a ofrecer. Como siempre, la vida sigue, y con ella, nuestras adicciones más complicadas.