La vida a veces nos lleva por caminos inesperados, ¿verdad? Recuerdo una conversación que tuve con un amigo hace unos años. Mientras disfrutábamos de un café que probablemente costaba más de lo que debería, él bromeó sobre cómo teníamos más «coches» en nuestras vidas que «vacaciones». «Estamos atrapados en un ciclo de consumo», dijo entre risas. Pero, al final, nuestras risas se tornaron en reflexiones preocupantes sobre la realidad de la clase media en Europa, que parece estar al borde del colapso, mientras las grandes empresas continúan acumulando poder y riqueza.

Un vistazo al efecto stick

En su reciente libro El efecto stick, el periodista y profesor Josep-Francesc Valls expone de manera contundente el dilema actual de las clases medias en Europa. Según Valls, el término «efecto stick» se refiere a la trayectoria que ha seguido la economía en los últimos siglos. Desde la escasez y miseria generalizadas hasta la prosperidad alcanzada por las clases medias en el siglo XX, el ascenso fue rápido y contundente. Pero, ¡sorpresa! En las últimas dos décadas, las clases medias han comenzado a descarrilarse, como un coche que pierde el control en una curva cerrada. ¿Qué ha pasado aquí? ¿Por qué esa sensación de desilusión?

Algunos expertos señalan que el problema radica en varios factores interrelacionados: inflación, desigualdad económica, y el impacto de la digitalización. La pregunta crucial es, ¿podemos revertir esta situación o hemos llegado a un punto de no retorno?

La paradoja de la inflación y el estancamiento económico

La inflación ha sido un enemigo silencioso, que ha ido creciendo, en buena parte, debido a políticas económicas que han favorecido a las grandes empresas sobre las pequeñas y medianas. La guerra entre la inflación y los ingresos es como la historia de David y Goliat, donde Goliat parece tener la ventaja. Imagina a un pequeño empresario luchando por mantener su negocio mientras los precios y gastos aumentan, mientras las grandes corporaciones disfrutan de economías de escala y recursos prácticamente ilimitados. ¿Qué opciones tiene entonces el pequeño empresario? Se enfrenta a un juego desigual; uno que a menudo no tiene cómo ganar.

La economía espera que los salarios crezcan al ritmo de la inflación, pero la realidad es diferente. Valls menciona que aunque el estado del bienestar ha proporcionado cierta estabilidad, el aumento de la inflación ha superado el crecimiento de los salarios. En efecto, muchas familias han tenido que ajustar su manera de vivir, y es fácil sucumbir a la tentación de consumir más, ya que la publicidad siempre nos bombardea con la promesa de que un nuevo coche o un smartphone de última generación podrían ser la solución a nuestros problemas. Pero, ¿realmente la felicidad se compra con cosas?

La era de la digitalización: ¿bendición o maldición?

La digitalización ha cambiado las reglas del juego, y la llegada de empresas como Google, Apple, Facebook, Amazon y Meta, conocidas como las GAFAM, ha dejado atrás a muchas pequeñas empresas. La dominación de estas tecnológicas tiene repercusiones importantes. Nos encontramos en una era donde estas plataformas tienen más poder que muchos gobiernos, y eso genera una cierta sensación de impotencia. Cuando las grandes corporaciones dictan las normas, ¿cómo pueden sobrevivir las pequeñas?

Un punto a destacar es cómo, en este panorama, la gente parece conformarse. Aunque somos conscientes de que el poder corporativo está creciendo desmesuradamente, la falta de acción podría reflejar un sentimiento de desesperanza en la clase media. ¿Y si la insatisfacción genera el auge de movimientos populistas y radicales? En lugar de cuestionar el sistema, nos convertimos en consumidores leales de promesas vacías.

La casta de las clases medias: un status tan precario como volátil

La realidad es que las clases medias se sienten atendidas, pero se encuentran en una montaña rusa financiera. Pese a que un 73.9% de los encuestados se identifican como parte de la clase media, muchos de ellos viven con salarios que no siempre reflejan sus aspiraciones o motivaciones. ¿Cómo es posible que existan tantos mileuristas que se autodenominan clase media? ¿Estamos viviendo en una burbuja de percepciones, donde los números no hacen justicia a la realidad?

Todo parece un juego de espejos. Los beneficios se concentran en menos manos, y los pocos ascensores sociales que antes parecían funcionar, como la educación o el empleo, ahora parecen estar oxidados. Si la posibilidad de acceder a vivienda, salud o educación es escasa, ¿qué queda para las clases medias? La ansiedad se acumula, y el resultado son problemas de salud mental que parecen estar en aumento.

La responsabilidad de los gobiernos: ¿quién tiene el control?

Es fascinante ver la dinámica entre la política y la economía. A menudo, la clase política ha sido cómplice en el desmantelamiento del estado del bienestar. Políticas que deben ser en beneficio de los ciudadanos se traducen en recortes y desvíos que favorecen a aquellos ya acomodados. Existe una clara connivencia entre la acumulación de riqueza y la indiferencia política. ¿Estamos presenciando el desmantelamiento de nuestra estructura social?

Los fondos europeos, como los mencionados Next Generation, parecen beneficiar más a las grandes corporaciones que a la clase media. Las pequeñas empresas están quedando al margen y, en lugar de ser el motor de la economía, están viendo cómo su importancia disminuye. La pregunta entrañable sigue siendo: ¿qué medidas están tomando los gobiernos para enfrentarse a estos desafíos?

Propuestas para un nuevamente renacer de las clases medias

El reloj está corriendo. Las soluciones no son simples, pero aquí van algunas propuestas que podrían ayudar a resucitar a las clases medias y darles una voz:

  1. Reconducir el consumismo: Fomentar una cultura del consumo responsable, donde las personas piensen dos veces antes de comprar un producto innecesario.
  2. Colocar a las pymes en el centro: Aumentar el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, dándoles herramientas para competir con los gigantes digitales.

  3. Impulsar iniciativas cooperativas: Promover fórmulas cooperativas que permitan a las pymes y a los pequeños emprendedores compartir recursos y reducir costes.

  4. Masiva digitalización: Establecer campañas que faciliten la digitalización accesible y efectiva para todas las empresas, especialmente las más pequeñas, que no tienen los recursos de las grandes.

  5. Revisar la carga fiscal: Que aquellos que más tienen también aporten en función de sus riquezas. Es hora de poner a las grandes empresas y a la clase alta en la balanza fiscal.

Piensa en la democracia: un reto inminente

La democracia es una forma de convivencia que nos une. Sin embargo, en un ambiente de desinformación y inestabilidad económica, se convierte en un desafío mantenerla. La realidad es que las crisis económicas alimentan la dispersión y la falta de dirección entre las clases medias. A menudo, el miedo y la incertidumbre llevan a las personas a buscar respuestas en lugares inesperados, incluso en aquellos que contradicen principios democráticos.

El futuro podría ser incierto, pero quizás la respuesta radique en la regeneración de valores y en la participación activa de todos los ciudadanos. La democracia no debería ser un concepto abstracto, sino una práctica cotidiana. La digitalización, si se utiliza correctamente, podría convertirse en una herramienta para fortalecer el sistema democrático en lugar de socavarlo.

Conclusiones: el camino por delante

La realidad de las clases medias en Europa es un desafío que nos involucra a todos. No se trata solo de estadísticas o datos fríos; es sobre la vida de personas reales con sueños, esperanzas y luchas cotidianas. La transformación del modelo económico que se ha ido gestando a lo largo de las décadas no puede ignorarse. ¿Podemos cambiar nuestro destino? Solo depende de nosotros.

Quizás sea el momento de dejar de lado la apatía y convertirnos en los arquitectos de un futuro mejor para la clase media. Al final del día, todos queremos vivir en un mundo donde el ascensor social funcione correctamente y donde las oportunidades sean accesibles para todos. ¿No es eso lo que todos deseamos?