¿Te has parado a pensar alguna vez si realmente necesitamos más o si, simplemente, estamos atrapados en una rueda de consumismo desenfrenado? Serge Latouche y Antonio Turiel son dos pensadores que nos proponen un cambio de perspectiva radical. Nos invitan a considerar el concepto de decrecimiento, una idea que surge como respuesta a los retos del capitalismo actual y que busca replantear nuestro lugar en el mundo, especialmente en un contexto marcado por el cambio climático y la insostenibilidad.

La voz de Serge Latouche y su legado

Hace más de dos décadas, Serge Latouche publicó su influyente libro ‘La apuesta por el decrecimiento’. En él, argumenta que estamos en un camino peligroso—uno que nos lleva al colapso a causa del hiperconsumo. Tiene una visión del mundo que puede parecer casi utópica para algunos, y para otros, un vistazo a la cruda realidad. ¿Quién no se ha sentido abrumado por la cantidad de cosas que creemos necesitar?

Latouche nos insta a cuestionar los valores en los que basamos el progreso, la economía e incluso nuestras aspiraciones personales. “Desgraciadamente, ni la crisis económica y financiera ni el agotamiento del petróleo suponen forzosamente el final del capitalismo”, señala, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Estamos condenados a seguir en esta espiral de crecimiento sin sentido?

Lo que realmente sorprende de Latouche es su proyección sobre la desigualdad. Mientras algunos sectores prosperan, hay muchos otros que sufren los efectos del capitalismo de manera directa. ¿Y qué nos dice esto sobre nuestra sociedad? La alerta que emite sobre el cambio de paradigma—“¡decrecimiento o barbarie!”—es más relevante hoy que nunca.

Nuevas luces del pensamiento: Antonio Turiel

Siguiendo el camino trazado por Latouche, Antonio Turiel ha traído una nueva perspectiva a la mesa con su obra ‘El futuro de Europa’. Turiel critica la actual transición energética que se está promoviendo a nivel global y se adentra en lo que él denomina “tecnofantasía”. Este término evoca imágenes de soluciones de energía renovable que, para el científico, son ilusorias ante la falta de recursos.

Turiel señala que la industria eólica, en particular, ha mostrado ser un espejismo. Gracias a la expansión del mercado, las diez principales empresas de fabricación de aerogeneradores son chinas, lo que nos lleva a cuestionar nuestra propia soberanía energética. Estoy seguro de que muchos de nosotros hemos visto parques eólicos relucientes y hemos pensado: “¡Qué bonito! ¡Por fin una solución!”. Sin embargo, la realidad que Turiel presenta es una sacudida que nos obliga a reflexionar: ¿Realmente tenemos la capacidad de sostener estos modelos?

La justicia social como base de la sostenibilidad

Una de las afirmaciones más poderosas de Turiel es que “la base de la verdadera sostenibilidad ambiental es una estructura social firme y saludable”. Tanto él como Latouche nos llevan a considerar que el decrecimiento no debe ser visto como una restricción, sino como una oportunidad para construir una sociedad más justa y equitativa. Aquí es donde me gustaría compartir una anécdota personal: una vez asistí a una charla sobre sostenibilidad donde la oradora hablaba sobre consumir menos y de manera más consciente. Al final, una participante se quejaba de cómo eso afectaba su estilo de vida. Me di cuenta de que el cambio no puede ser tan solo individual; debe ser sistémico.

Equidad en la lucha por el decrecimiento

Entre la multitud, aparecen figuras como los chalecos amarillos, que son un claro ejemplo de cómo la lucha por el decrecimiento y la justicia social no son solo temas teóricos. Los eventos que llevaron a la revuelta en Francia nos muestran que hay un creciente descontento con los modelos económicos que solo benefician a unos pocos. ¿Qué pasará cuando las clases medias se vean obligadas a enfrentar las consecuencias de nuestro modelo consumista? Tal como Turiel plantea, la injusticia está en que, a menudo, los sacrificios son exigidos a los que menos tienen.

Una economía que nos falla

A medida que avanzamos en este mundo caótico, hay que preguntarse si realmente entendemos los límites de nuestro sistema económico. Turiel y Latouche advierten sobre el error fundamental de pensar que no hay límites biofísicos. De hecho, lo que estamos haciendo es acelerar la degradación de nuestro planeta y de nuestras sociedades. La idea de cambiar nuestro sistema desde dentro puede sonar utópica, pero no deja de estar en la mente de muchos pensadores progresistas.

En el fondo, lo que se demanda es un modelo donde la economía sirva al ser humano y no al revés. En lugar de una carrera por el crecimiento, tal vez deberíamos tomar un respiro y evaluar nuestras verdaderas necesidades. A veces me pregunto: ¿Cuántos de nosotros hemos comprado algo que realmente no necesitábamos, solo porque estaba «en oferta»? La ironía en este comportamiento es palpable, ¿no crees?

La invitación al cambio

Así como Latouche y Turiel nos instan a un cambio de paradigma, también nosotros debemos reconsiderar nuestro papel en esta conversación más amplia. El decrecimiento no debe ser una palabra que evoca miedo o resistencia, sino una oportunidad para pensar en un futuro donde el bienestar social y ambiental sean las prioridades.

Imaginen un mundo donde las comunidades ayudan a crear un entorno que no solo es sostenible, sino que también es más feliz. ¡Eso sería un verdadero progreso! ¿Quién no desea vivir en un lugar donde el aire es limpio, el agua es clara y las relaciones humanas son fuertes?

Podríamos aprender de las comunidades antiguas que practicaban el sustento y el comercio justo, donde la importancia estaba en el bien común y no en el individuo. Reflexionar sobre el abundante conocimiento que tenemos sobre cómo vivir de manera sostenible es esencial. A veces pienso que nos hemos vuelto tan modernos que hemos olvidado lo que realmente significa «vivir».

¿Estamos listos para el decrecimiento?

Finalmente, la pregunta que queda es: ¿Estamos preparados para aceptar el decrecimiento como una estrategia viable? Este cambio viene con un cierto grado de incomodidad, ya que exige que cuestionemos nuestras elecciones diarias y la forma en que hemos sido educados para pensar sobre el éxito, el consumo y el bienestar.

Latouche y Turiel nos ofrecen un marco conceptual para ello. Su análisis puede ayudarnos a redefinir nuestras metas y a considerar que tal vez menos sea más. La vida podría no ser más sobre lo que poseemos, sino sobre lo que realmente somos y contribuimos al mundo.

En definitiva, el decrecimiento no es un término que debería intimidarnos, sino una invitación a repensar nuestra existencia y nuestras prioridades. Así que adelante, permítete reflexionar sobre cómo tu propio estilo de vida podría contribuir a un planeta más colaborativo, igualitario y sostenible. ¿Estás listo para dar el salto?