La ciudad de Málaga, famosa por su clima, su cultura y, por supuesto, su oferta gastronómica con tapas que despiertan pasiones, se enfrenta a un dilema cada vez más apremiante. La vivienda turística ha ganado terreno en los últimos años, convirtiéndose en un fenómeno que ha dividido a su población. ¿Es este modelo de alojamiento una oportunidad para el crecimiento económico de la ciudad o una amenaza que pone en riesgo el derecho a la vivienda de sus habitantes? Acompáñame en este recorrido donde exploraremos a fondo esta realidad de la capital andaluza.
El auge de las viviendas turísticas en Málaga
Primero, pongámonos en contexto. Según un informe elaborado por Espacio Común, Málaga cuenta con casi 12.900 pisos ya inscritos en el Registro de Turismo de Andalucía. Si has estado en la ciudad recientemente, es probable que hayas notado que cada vez más barrios parecen estar invadidos por señales de «se alquila» en plataformas digitales. ¡Me acuerdo de mi último viaje! Buscando un alojamiento, me encontré con más opciones de Airbnb que en algunos hoteles.
Sin embargo, este auge no ha venido sin consecuencias negativas. En particular, se ha observado que los barrios más afectados por el aumento de estos alojamientos son precisamente aquellos donde la población y los hogares han ido en declive en los últimos años. El Centro Histórico, La Merced y La Malagueta, entre otros, son algunos de los lugares donde resalta esta tendencia. ¿Realmente queremos sacrificar la vida local para convertir nuestros barrios en meras atracciones turísticas? Suena como una pregunta filosófica, pero la respuesta tiene implicancias muy concretas.
La reciente intervención del Ayuntamiento
Ante la creciente preocupación, el Ayuntamiento de Málaga ha comenzado a tomar cartas en el asunto. Recientemente, la Junta de Gobierno Local aprobó inicialmente una modificación del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) para prohibir la inscripción de nuevos alojamientos en 43 barrios donde la oferta de pisos turísticos supera el 8% del parque residencial. ¿Se están tomando las decisiones correctas o es simplemente un intento de apaciguar a la población?
Con esta decisión, desde luego, la administración está tratando de frenar el crecimiento de este modelo que, según el informe, ha contribuido a un aumento en los precios del alquiler residencial. La razón es simple: muchos propietarios están optando por destinar sus propiedades al turismo en lugar de alquilarlas de manera tradicional. Es una especie de carrera donde Google Maps parece estar más interesado en señalar «plazas turísticas» que hogares. Pero, ¿qué pasa con aquellos que solo quieren un lugar al que llamar casa?
La relación entre viviendas turísticas y la pérdida de población
Lo que resulta particularmente inquietante es la correlación entre el incremento de viviendas turísticas y la pérdida de población en los barrios. Según el mismo informe de Espacio Común, muchas de estas zonas están viendo una disminución de hogares y habitantes, a diferencia de la tendencia general de crecimiento en el resto de la ciudad. ¿No sería prudente preguntarnos cómo es posible que una ciudad pueda crecer en algunos lugares mientras se enfrenta a un éxodo en otros? Honestamente, me hace pensar en esas historias de pensiones de abuelitas que luchan por mantener su negocio a flote, simplemente porque generaciones de familias han tenido que abandonar la ciudad.
Es un escenario donde quienes realmente dan vida a los barrios se ven desplazados por un nuevo tipo de «turismo», uno que, aunque deja ingresos, también crea vacíos. Y aquí entra en juego el dilema de la gentrificación. En un contexto donde nos quejamos de que los precios suben, la posibilidad de que nuestro hogar se convierta en un espacio turístico se siente como una especie de traición. ¿Es posible enamorarse de una ciudad si sientes que el fuego de la comunidad se apaga?
Impacto en los precios de alquiler: una situación insostenible
Ahora bien, se podría decir que la rentabilidad de los apartamentos turísticos es indiscutible. Con ingresos que pueden alcanzar los 30.500 euros anuales, es comprensible que muchos propietarios se sientan tentados. Para poner perspectiva, el alquiler tradicional está a años luz de estos números. Pero, como en todo, hay un giro en la trama.
Como apunta el informe, la disminución de la oferta de vivienda debido a la preferencia de los propietarios por el mercado turístico ha provocado un aumento en los precios de venta y alquiler. ¿Cuántos de nosotros podemos pagar esas nuevas tarifas? Esa es la pregunta que muchos malagueños se hacen mientras observan cómo sus vecinos son reemplazados por turistas de paso.
Recordando un momento de mi juventud, viví en un vecindario donde las nuevas «casitas de verano» comenzaron a reemplazar residencias familiares. Algunos de mis mejores recuerdos se proyectaron en esas calles, llenas de risas; pero al final del día, uno no puede evitar notar el vacío. La comunidad se siente diferente, un poco más fría.
Beneficios y riesgos de la vivienda turística
Es justo mencionar que no todo son sombras en el horizonte. La actividad de viviendas turísticas también ha tenido efectos positivos, como la rehabilitación de edificios antiguos y la reactivación de áreas previamente deshabitadas. Las inversiones en infraestructura y servicios han generado beneficios tangibles. ¡La verdad sea dicha! La próxima vez que disfrutes de un café en una terraza, podrías estar agradeciendo a esos inquilinos temporales su presencia.
Sin embargo, la línea es delgada. Al observar cómo la oferta de nueva construcción se destina gradualmente a uso turístico, la preocupación aumenta. Esto simboliza un nuevo riesgo para la cobertura del derecho a la vivienda de la población residente. En un futuro cercano, ¿dónde encontrarán un hogar real las nuevas generaciones de malagueños?
Una mirada hacia el futuro: posibles soluciones
El escenario es complejo, y las soluciones no son simples. Una forma de abordar el dilema podría ser establecer un techo para el número de viviendas turísticas permitidas en áreas específicas. Así, tanto residentes como turistas podrían coexistir de manera justa. Podríamos imaginar un modelo donde los beneficios económicos se equilibren con la necesidad de vivienda asequible, creando un entorno que mantenga el carácter local que define a Málaga.
También sería útil implementar incentivos para aquellos que decidan alquilar sus propiedades de forma tradicional, quizás con menores impuestos o reducciones de tasas municipales. ¿Quién no quiere asegurarse de que sus vecinos permanezcan y sigan formando parte de la vibrante vida comunitaria?
Reflexionar sobre el futuro de la ciudad
En resumen, la discusión sobre las viviendas turísticas en Málaga es una microcosmos de muchos de los desafíos urbanos que enfrentan las ciudades en todo el mundo. Al final del día, pienso en la importancia de encontrar un equilibrio que permita a Málaga seguir floreciendo como una ciudad vibrante y acogedora al mismo tiempo que preserva el tejido social que la hace especial. ¿Y tú? ¿Estás dispuesto a aportar tu granito de arena para mantener la esencia de tu ciudad?
La historia de Málaga continúa desarrollándose, y lo que está en juego es mucho más que solo ladrillos y mortero. Es el futuro de una comunidad, y eso, querido lector, es algo que vale la pena mantener bajo vigilancia.