Marzo es un mes significativo por muchas razones; se celebra la llegada de la primavera en algunos lugares del mundo, la llegada de los primeros festivales de música, y, por supuesto, el Día Internacional de la Mujer, donde cada año se pone de manifiesto la lucha por la igualdad de género. Pero este marzo de 2025 es diferente: estamos conmemorando los 30 años de la Conferencia Mundial sobre la Mujer en Pekín. ¡30 años! Eso es más tiempo del que algunos de nosotros hemos estado respirando, comiendo pizza, o tratando de entender cómo funcionan los impuestos. Pero, seamos honestos, a pesar de las décadas transcurridas, nos encontramos con realidades que parecen un eco de lo que se discutía en ese entonces.

Mirando atrás: recordando Pekín

Cuando tenía 16 años, igual que muchos adolescentes, tenía mi propio universo, reducido a mis amigos, mis estudios y un temor constante a los exámenes finales. La igualdad de género no estaba en mi radar. Pensaba que el simple hecho de ser mujer era suficiente para ser considerada igual. Sin embargo, en una sala repleta de dignatarios en Pekín, 189 gobiernos firmaron el que posiblemente sea el plan más expansivo por la igualdad de género del mundo. Oh, cómo desearía haber estado allí, pero en lugar de eso, me limito a recordar la famosa frase de Hillary Clinton: “Los derechos de las mujeres son derechos humanos y los derechos humanos son derechos de las mujeres”. Quién diría que seguiríamos recordándola casi tres décadas después, mientras aún luchamos con la misma batalla.

¿Pero de qué ha servido todo esto? En términos concretos: la brecha de género sigue siendo un hecho. Según el Foro Económico Mundial, nos tomará 134 años alcanzar la igualdad de género a este ritmo. ¡134 años! Lo digo yo, que ni el siguiente Apple Watch vale tanto tiempo. Imaginen a nuestros nietos: “Abuela, ¿qué pasó durante esos 134 años?” “Oh, cariño, nos la pasamos hablando del fracaso de la humanidad”.

El presente: logros, pero no suficientes

Es cierto que hemos visto algunos avances. Hoy en día, más mujeres están matriculadas en universidades, y ha habido una reducción en las legislaciones discriminatorias. Sin embargo, la participación política y económica de las mujeres sigue siendo deplorable. Globalmente, solo el 27% de los cargos públicos son ocupados por mujeres. Hablamos del 152 años necesarios para cerrar la brecha de participación económica. ¿Y qué pasa con esos 255,000 millones de euros de coste por desigualdad en España? ¡Menuda cifra para dejar escapar!

La dura realidad en América Latina

Y mientras tanto, en América Latina, la situación se complica aún más. Solo la mitad de las mujeres están empleadas, y una de cada cuatro mujeres no tiene ingresos propios. En este sentido, es casi implacable cómo está estructurada la pobreza, como un ciclo sin fin que se alimenta de sí mismo.

Vivir en pobreza multidimensional significa que las mujeres no solo enfrentan la falta de ingresos, sino que también lidian con la falta de acceso a la educación, salud, y la vivienda adecuada. ¿Realmente podemos seguir dando la espalda a esta realidad? El PNUD indica que un 62% de las mujeres en América Latina están atrapadas en esta pobreza multidimensional, mientras que solo el 40% de ellas tiene acceso a empleo formal.

Esto nos lleva a que muchas mujeres recurren a la informalidad para buscar sustento. ¿Imaginan lo difícil que sería iniciar un negocio sin acceso a financiación? Pues así es. 900 millones de mujeres no tienen acceso a cuentas bancarias, y un escaso porcentaje tiene acceso a créditos. Si tuviéramos una calculadora aquí, podríamos plantear la pregunta: ¿cuántos sueños de negocio se pierden a diario?

La carga del trabajo no remunerado

Un aspecto que frecuentemente es pasado por alto es la dedicación de tiempo que las mujeres invierten en trabajos no remunerados. Las mujeres pueden estar “en casa” cuidando a los niños, cuidando a ancianos, o simplemente gestionando el hogar, dedicando hasta 40 horas semanales a estas tareas. Esto limita su capacidad para trabajar en sectores económicamente rentables. ¿Cuántas veces hemos escuchado de mujeres que dejan su trabajo para dedicarse «a la familia»? Es como si estuvieran atrapadas en una cinta de correr infinita, corriendo, pero sin avanzar. Y eso, honestamente, frustra.

Y aquí es donde llegamos a un dilema fascinante y trágico: el acceso a la tecnología. Hoy en día, la tecnología está presente en casi todos los aspectos de nuestras vidas, pero aún hay brechas significativas. Según GSMA, cerrar esta brecha podría aportar hasta 700,000 millones de dólares al PIB mundial. Así que, la próxima vez que alguien minimice la importancia de las mujeres en la tecnología, simplemente piense en cifras.

Desafíos futuros: cambios climáticos y retrocesos

Si pensábamos que la brecha de género era un desafío lo suficientemente difícil, pues aún nos enfrentamos a un enemigo adicional: el cambio climático. Según las proyecciones, hasta 158 millones de mujeres en el mundo podrían caer en pobreza extrema de aquí a 2050, viviendo con menos de 2.15 dólares al día. Mientras tanto, las mujeres llevan el peso del cuidado del medio ambiente, siendo más proclives a cuidar de la naturaleza cuando se les da la oportunidad.

Un momento crucial está por venir: 2025. Este año resulta ser decisivo para revisar los avances en los derechos de las mujeres y niñas en todo el mundo en aspectos esenciales como salud, educación y, quién lo diría, incluso justicia climática. La pregunta es, ¿seremos capaces de mantenernos firmes y no retroceder a puntos de hace tres décadas? El riesgo es real, y cada vez parece que estamos caminando por una cuerda floja, preguntándonos si lograremos el equilibrio.

La voz de la Fundación Microfinanzas BBVA: un rayo de esperanza

En medio de todas estas luchas, existen luces de esperanza. Una de ellas es la Fundación Microfinanzas BBVA, que trabaja por empoderar a las mujeres en América Latina. Desde 2007, han proporcionado apoyo a 6 millones de emprendedores en situaciones de vulnerabilidad. ¡Eso no es solo una cifra! Son vidas cambiadas, oportunidades que se han abierto y gente que ha podido salir de la pobreza.

De los 3 millones de personas a las que prestan servicios financieros, 58% son mujeres. Esto no solo cambia historias individuales, sino que impacta en toda una comunidad. A través de la educación financiera y el apoyo a sus negocios, el 50% de las mujeres atendidas dejan la pobreza en el tercer año. Eso sí que es cerrar brechas y cambiar el futuro.

La importancia de la acción colectiva

Todo lo que hemos discutido hasta ahora nos lleva a una conclusión necesaria: la acción colectiva es imperativa. Necesitamos unirnos como sociedad y derribar las creencias erróneas sobre el rol de las mujeres en el hogar y en el trabajo. Si no lo hacemos juntos, estamos desperdiciando un recurso invaluable: el potencial de la mitad de la humanidad.

No es solo cuestión de “poder hacer algo”, es cuestión de “deber hacerlo”. Como bien plantea la Fundación, es hora de transformar esas palabras en acciones concretas. Así que, pregúntate: ¿qué estás dispuesto a hacer hoy para ser parte de esta transformación?

El futuro de las generaciones venideras depende de nosotros. No podemos permitir que nuestras hijas vivan en un mundo con menos oportunidades que las nuestras. ¿Estamos listos para hacer de este mundo un lugar mejor para todas las niñas del futuro? La respuesta radica en nuestras manos.


Y así, llegamos al final de este viaje por la desigualdad de género. Si estás leyendo esto, te invito a reflexionar sobre tu papel en esta historia. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de construir un futuro donde, independientemente de tu género, el único límite sea tu deseo de soñar y trabajar por un mundo mejor. ¡Adelante! ¡Hagámoslo juntos!