En un mundo empresarial donde la incertidumbre y la tensión son casi tan comunes como el café en la máquina del trabajo, hay algunas preguntas que flotan en el aire como globos de cumpleaños en una fiesta a media tarde: ¿Es realmente posible que un consejero delegado no sepa que le van a despedir? ¿O hemos llegado a un punto en que la incompetencia de las señales es el verdadero juego de la silla? Estas inquietudes han sido más relevantes que nunca, sobre todo después de las recientes sacudidas en el Ibex, donde figuras de renombre como José María Álvarez Pallete de Telefónica y José Ignacio Goirigolzarri de CaixaBank han dejado sus puestos más rápidamente que un truco de magia.
Las señales escondidas: ¿dónde están?
Te confieso un secreto: la vida corporativa es como un complejo rompecabezas. No siempre se ven las piezas, y todavía con más frecuencia se ignoran las que están justo frente a nosotros. María de la Torre, socia fundadora de GovCom Abogados, menciona que la confianza es el corazón de la relación entre los consejeros y sus empresas. La pregunta es: ¿qué sucede cuando esa confianza comienza a desvanecerse?
Se dice que lo habitual es que, de un momento a otro, un CEO pueda enterarse de su salida, pero bastante antes, debe haber señales. Imagina esto: has pasado años pactando estrategias, pero un día tus planes estratégicos son ignorados como si fueran un disfraz en una fiesta de Halloween. Si comenzamos a notar que nuestras ideas no están siendo bien recibidas o que los proyectos que antes eran brillantes ahora se consideran obsoletos, podría ser el momento de sacar las palomitas y prepararse para el espectáculo que se avecina.
La llegada de los inversores: rojo, rojo
A menudo, un nuevo inversor puede ser el signo más evidente de que el cambio está en camino. Rafael Núñez, socio director de Next Abogados, advierte sobre esa llegada como una señal de alarma. ¿Qué se siente cuando esos inversores vienen con billetes en mano? Por increíble que parezca, puede ser una experiencia tan inquietante como un ascensor que se queda atascado entre pisos.
Es como si el CEO pudiera sentir el aliento del cambio en su nuca. No es raro que un inversor, especialmente uno que trae consigo una participación considerable, no se presente únicamente para charlar sobre las acciones; a menudo, su presencia indica que se avecinan grandes cambios. La frase célebre «un cambio es tan bueno como un descanso» podría no ser aplicable en estos casos, especialmente cuando hay varias cabezas rodando en el proceso.
Cuando el descuido es evidente: procrastinando en el despacho
Afirmemos lo obvio: algunas separaciones son todo menos sutiles. Si un directivo comienza a ser apartado de las decisiones importantes, es como si comenzara a ser trasladado poco a poco a un atril para recibir una charla sobre la importancia de la comunicación. María de la Torre comparte que hay casos en los que el despacho se traslada a una ubicación tan curiosa como el cuarto de baño. Una manera bastante literal de decir «es hora de irse».
Así, mientras la incertidumbre se agudiza, rememoro una anécdota de un antiguo colega que, después de años de trabajo conjunto, se vio apartado de toda decisión. Recuerdo sus palabras: «Me siento como un figurante en una película a la que no fui invitado». No puedo evitar reírme ahora, pero en ese momento era una situación aterradora.
El blindaje: prepararte para lo inesperado
Sin embargo, no todo está perdido. Hay formas de asegurar una salida más suave. Enrique Ceca, experto en despidos de alta dirección, sugiere que los ejecutivos deben asegurar un blindaje en sus contratos. ¿Alguna vez has querido salir de una situación incómoda? ¡Imagina tener una puerta de escape bien diseñada! Un preaviso pactado puede marcar la diferencia entre salir por la puerta grande o por la de atrás.
En este sentido, no puedo evitar recordar mi primera experiencia real con un despido. En una conversación de café, un compañero mencionó que, tras un año de trabajo, le habían hecho una oferta que no podía rechazar. La idea de la «puerta de escape» resonaba en su voz mientras sonreía. ¿Debería mencionar que al final decidió irse, pero fue después de una negociación que haría que el mejor de los políticos se sintiera orgulloso?
La importancia de la comunicación
Cuando un directivo se marcha, la comunicación con el mercado es vital. Enrique Ceca enfatiza que una imagen bien gestionada no solo protege la reputación del ejecutivo, sino que también salvaguarda a la empresa de caídas inesperadas en la cotización. ¿Alguna vez has visto cómo la venta de una casa puede eliminar décadas de recuerdos solo por cómo se comunica a los potenciales compradores? La comunicación, mis amigos, es clave.
Luego está la incesante montaña rusa emocional que acompaña a estas decisiones. Cuando conocí a un amigo que fue despedido de su trabajo, me contaba lo desolador que había sido. Se sentía como una pelota de playa a punto de ser devuelta al mar. La imagen era graciosa, pero la realidad era desgarradora. Sin embargo, se dio cuenta de que cada final también puede ser un nuevo comienzo.
El protocolo de desvinculación: una coreografía bien ensayada
Así, en un mundo donde los cambios son inevitables, el protocolo de desvinculación se convierte en una coreografía a la que hay que prestar atención. Para que una salida sea lo menos dolorosa posible, es crucial cuidar cada detalle. Rafael Núñez señala que cuanto más meticulosa sea la gestión de la sucesión, menos sufrirá la empresa con la inestabilidad de liderazgo.
Aquí, quiero hacer un paralelismo con una cena formal: la invitación es clara, la mesa está puesta y, sin embargo, nadie quiere ser el primero en levantarse. Pero cuando alguien finalmente se atreve, ¡oh sorpresa! Todos se levantan, creando un efecto dominó. La anticipación de una transición suave puede significar el cambio de rumbo para muchos ejecutivos y empresas.
La naturaleza cíclica de las organizaciones
Un punto a destacar es que muchas de estas salidas no son únicas y dependen de procesos de maduración profesional. A veces, la vida en una empresa es como un ciclo natural de las estaciones: llega un momento en que las hojas caen y nuevas brotan. Si la fase de un directivo ha concluido, lo inteligente es asumirlo y actuar con la misma proactividad que cuando se busca un nuevo trabajo.
Recuerdo una vez que se me aconsejó que «cada caída es una oportunidad para aprender a volar». Y aunque en ese momento no me convenció del todo, con el tiempo me di cuenta de que cada salida IMPLICA un nuevo comienzo. Por eso, a veces lo mejor que podemos hacer es abrir la puerta, sonreír y desear lo mejor a nuestro sucesor.
Contratos y números: cómo se hace
No olvidemos que el momento de contratar a un alto directivo es la etapa crítica donde se pactan las condiciones de salida. Los contratos de alta dirección suelen incluir componentes de remuneración que serían la envidia de cualquier persona en un negocio típico. Un salario fijo elevado, un plan de retribución variable con acciones de la compañía… Suena casi como un sueño.
A menudo, se acuerda un período de suspensión remunerada para evitar que el directivo se marche a una competencia inmediatamente. Es un poco como un juego de la vieja televisión: «¿Quién quiere ser millonario?» Acabas yendo a casa con una bolsa de sorpresas. Así funciona el mundo corporativo.
Conclusión: La despedida como un acto de creación
En conclusión, el proceso de desvinculación en el mundo de los altos ejecutivos es un arte delicado. Las señales tienen que leerse con atención, y la comunicación debe ser clara y abierta para evitar malentendidos que pueden costar mucho más que dinero: cuesta confianza, reputación y, por supuesto, relaciones valiosas.
Así que, si te encuentras en la posición de un CEO temeroso, recuerda que la vida es como un teatro. Las cortinas se levantan y se cierran, pero al final del día, lo que importa es cómo te preparas para el próximo acto. Después de todo, el cambio es la única constante en el mundo corporativo, y nunca es demasiado tarde para encontrar la oportunidad que viene con cada final.
¿Y tú? ¿Has estado alguna vez en una situación parecida? ¡Cuéntamelo!