Ah, la cerveza. Un antiguo néctar de dioses que ha conseguido mantenerse en nuestros corazones (y nuestra nevera) a lo largo de los siglos. No importa tu lugar de procedencia, probablemente existe una marca de cerveza que se jacta en llamarse «la orgullosa embajadora» de tu región. En mi caso, tengo una gran predilección por las cervezas artesanales. No porque pretenda ser un hipster sofisticado. No, ese barco ya zarpó. Es sólo que me gusta la idea de apoyar a los pequeños productores locales, y también, claro está, me encantan los sabores intensos y las etiquetas elegantes.

Sin embargo, esta humilde y a veces compleja bebida se ha visto atrapada recientemente en un embrollo legal de proporciones internacionales que tiene particularmente alterados a los mexicanos, terceros consumidores de cerveza en el mundo. ¿Suena interesante? Déjame explicarte.

¿Una cerveza sin alcohol es realmente una cerveza?

No demoramos mucho en tropezar con una paradoja en todo este asunto. Imagina que estás en un bar y decides pedirte una cerveza sin alcohol. ¿Te han servido realmente una cerveza? De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor del gobierno mexicano, la llamada Profeco, la respuesta es un rotundo «¡NO!». Un poco chocante, ¿verdad?

Por supuesto, este tipo de declaraciones pueden dejar desconcertado a cualquier amante de la cerveza, especialmente cuando consideras que Europa ha visto un incremento del 13% en la producción de cerveza sin alcohol desde 2022 a 2023. Ahora, antes de que empieces a maldecir a esos insensibles burócratas mexicanos (esos mismos que adoras por inventar los tacos), hay que aclarar qué se entiende por «cerveza sin alcohol» y «cerveza 0.0».

Para empezar, la cerveza sin alcohol, de acuerdo con estándares europeos, es aquella cerveza con un contenido alcohólico inferior al 1%. En el otro extremo, la cerveza 0.0 es la que ha pasado por ciertos procesos para que su contenido alcohólico no supere una graduación de 0,04%.

Pero nos encontramos con un pequeño problema. ¿Recuerdas esa cerveza sin alcohol que te pediste antes? Bueno, resulta que, si estuvieras en México, esa cerveza tendría que llamarse «bebida sin alcohol», ya que las regulaciones de la Profeco declaran que el contenido alcohólico de la cerveza debe oscilar entre el 2% y el 20%.

¿Estamos etiquetando mal las cervezas sin alcohol?

De acuerdo con un análisis realizado por Profeco, en el que examinaron 19 productos, hay una marca que se ha salido de la norma. La cerveza Mahou 0.0 tostada, se autodenomina como «cerveza sin alcohol», pero, irónicamente, se apunta que la bebida no cumple con la norma dado a que no puede usar la palabra «cerveza» debido a su ausencia de alcohol.

Llegados a este punto, podría parecer una batalla con la chistera terminológica, pero en esencia, todo se reduce a la esencia de la transparencia para con el consumidor. Como con todo producto en el mercado, necesitamos tener una denominación y etiquetado claros para entender exactamente lo que estamos comprando y consumiendo.

La cerveza sin alcohol y el azúcar, una dupla traicionera

Pero, espera, hay más. En ese mismo informe de Profeco, se señala que algunas de estas cervezas sin alcohol, o debería decir «bebidas no alcohólicas», están repletas de azúcar. Así que, si pensabas que estabas haciendo una elección saludable al optar por la cerveza sin alcohol, puedes estar ingiriendo más azúcar de la pensada.

Entre las bebidas estudiadas, las marcadas con mayor contenido de azúcar fueron Mahou 0.0 Tostada, Erdinguer Weissbier, Tecate Cero y Old Milwaukee.

¿Las cervezas sin alcohol tienen un futuro en México?

A pesar de esta controversia con la Profeco, no podemos ignorar que la demanda de cerveza sin alcohol está en aumento. Según nuestros compañeros de Xataka México, en el país se consume un 64% más de «bebida no alcohólica a base de malta» que en 2015.

Sea como sea, debemos enfrentarnos a la realidad de que la cerveza no es solo una bebida, sino una institución que ha superado guerras y revoluciones. Ya sea como una botella fría de lager en un caluroso día de verano, o como una stout oscura y profunda para una tranquila noche de invierno, la cerveza es el reflejo de nuestros gustos y nuestras elecciones en la vida.

En fin, me despido haciendo mías las palabras de Benjamin Franklin: «La cerveza es la prueba de que Dios nos ama y quiere que seamos felices». Ahora, si esa cerveza se llama realmente «cerveza», es algo que deberás decidir tú mismo.