En el dinámico mundo laboral que habitamos —donde el cambio es la única constante— el envejecimiento poblacional ha pasado de ser un ángulo marginal de discusión a ocupar un espacio central en la política y la economía de diversas naciones. En España, este fenómeno trae consigo no solo desafíos, sino también razones para reflexionar sobre un tema urgente: la desigualdad de género en el entorno laboral, especialmente cuando se trata de las mujeres mayores de 55 años. Basándonos en el reciente IV Mapa de Talento Sénior de la Fundación Mapfre, abordaremos la realidad de este colectivo, analizar sus barreras y explorar soluciones posibles. ¿Listos para acompañarme en este recorrido? ¡Vamos allá!

Un vistazo alarmante a la realidad laboral sénior

Cuando se habla de mujeres mayores de 55 años en el mercado laboral, uno podría imaginar una escena de empoderamiento. Pero la realidad es más bien sombría y, creo que todos podemos coincidir en que este tipo de perspectivas son más dolorosas de escuchar que ver a un gato con zapatos en un video viral de YouTube. En España, entre los 3,5 millones de nuevos séniores que aparecieron en 2022, ¡1,8 millones son mujeres! Sin embargo, la representación femenina en el mercado laboral nos da escalofríos.

Parece que en 2023, un 55% de los ocupados mayores son hombres. Esos pobres hombres todavía son mayoría en un mundo donde las mujeres tienen un nivel de cualificación excepcional. ¿Ironía del destino? Quizá. O solo una muestra de cómo el sexismo estructural sigue en control. Y aquí es donde la feminización del mercado laboral sénior empieza a desdibujarse.

La realidad de ser cuidadores

Antes de seguir, permíteme compartir una anécdota. En una reunión familiar reciente, escuché a mi tía Ana decir con humor: «¿Soy una cuidadora o simplemente estoy en la bolsa de trabajo de la familia?» Esa afirmación tan ligera es más profunda de lo que parece. Según el informe, un impactante 51,5% de las mujeres mayores de 55 años se dedican a cuidar de otros, ya sea de hijos, padres o cónyuges. En nuestras vidas ajetreadas, muchas mujeres terminan asumiendo el rol de cuidadoras, lo que, inevitablemente, limita sus oportunidades laborales. ¿Cuántas veces hemos visto a una mujer renunciar a sus sueños por el bienestar de otros? Demasiadas.

Formación y brecha salarial

La estadística es, sin duda, alentadora: alrededor de un 40% de las trabajadoras sénior tienen estudios universitarios. ¡Genial! Pero eso no se traduce en equidad salarial. Aquí es donde la electrónica y la realidad empiezan a chocar como un gato y un perro. La brecha salarial para las trabajadoras mayores de 65 años es del 27%, y aunque ha mejorado en comparación con años anteriores, sigue siendo una lucha que debemos enfrentar.

En la franja de 55 a 64 años, la brecha es del 14,4%. Eso significa que, incluso al final de nuestras carreras, el salario de las mujeres es sistemáticamente menor que el de sus colegas masculinos. ¿Alguien más siente que el mundo laboral está un poco roto?

Empleo en sectores feminizados

Si miramos más de cerca los sectores laborales, las trabajadoras sénior se encuentran abrumadoramente en ocupaciones que han sido tradicionalmente feminizadas: sanidad, educación y hostelería. Pero cuando observamos a los hombres mayores, la cosa cambia. Se encuentran predominantemente en industrias como la construcción y el transporte, que históricamente han sido vistas como más «masculinas». En un mundo donde el trabajo se siente más bien como una danza, parece que algunas mujeres aún tienen que aprender a bailar en círculos más pequeños.

¿Por qué hay tan pocas mujeres sénior en puestos directivos? Las estadísticas son contundentes: hay dos veces y media más hombres que mujeres sénior en posiciones de liderazgo. Y así, la falta de representación de las mujeres en la toma de decisiones no solo perpetúa la desigualdad, sino que también priva a las empresas de las valiosas perspectivas que estas mujeres pueden aportar.

Emprendimiento: una lucha desigual

Con todo este panorama, ¿qué es lo que hacen muchas de estas mujeres? Se vuelven autónomas, ¿verdad? Bueno, desearía que pudiera decir que eso es simplemente cierto, pero la realidad es un poco más complicada. Según el informe, hay casi el doble de hombres sénior trabajando por cuenta propia. ¿Puede ser que el emprendimiento, en lugar de ser una vía de escape, sea otra trampa en el laberinto de la desigualdad?

Aunque la tasa de actividad emprendedora (TEA) ha mostrado un crecimiento en mujeres sénior en los últimos años, la brecha tecnológica sigue siendo abrumadora. Solo un 8,7% de los proyectos con un nivel tecnológico medio o alto son liderados por mujeres. Imagínate una reunión de emprendedores donde las ideas fluyen como vino en una boda, y de repente, miras a tu alrededor y ves que solo unas pocas mujeres tienen la oportunidad de compartir su perspectiva. Abrumador, ¿no?

Implicaciones económicas de la desigualdad

Hablemos claro: la desigualdad de género no es solo un problema de justicia social; también se traduce en grandes pérdidas económicas. Según la asociación ClosingGap, esta brecha costó a la economía española hasta un 15,8% del PIB anual en 2022. Y me pregunto, si el crecimiento económico se ve afectado por mantener a las mujeres fuera del mercado laboral, ¿acaso no es el momento de actuar?

Lo más alarmante es que, a este ritmo, se necesitarán 39 años para solucionar las desigualdades actuales. ¡Casi una vida entera de cambios sociales si seguimos haciendo lo mismo! Pero, aunque todo esto me hace sentir un poco impotente, hay esperanza y está en nuestras manos tomar acción.

Buenas prácticas y posibles soluciones

A pesar de este sombrío panorama, tras el velo de la desigualdad, existen luces de esperanza. El informe proporciona ejemplos de iniciativas internacionales que han logrado marcar una diferencia y que podrían servir de modelo para España. Algunas empresas han implementado programas de flexibilidad laboral y mentoría para mujeres sénior, y han sido testigos de mejoras significativas en la igualdad de oportunidades.

¿Cómo podemos llevar estas buenas prácticas a nuestro entorno? Aquí hay algunas recomendaciones que merecen ser consideradas:

  1. Promover el trabajo autónomo: Proporcionar jornadas laborales más flexibles y bonificaciones fiscales para mujeres que deseen emprender a partir de los 50 años.
  2. Capacitación y mentoría: Implementar programas de formación y mentoría intergeneracional para fomentar las nuevas competencias digitales en el colectivo sénior. Necesitamos elevar a las trabajadoras mayores para que no solo tengan voz, sino que también puedan liderar.

  3. Fomentar la diversidad en la contratación: Las empresas deben tener en cuenta la relevancia de incluir a mujeres mayores en sus equipos.

Reflexiones finales

A medida que avanzamos hacia un futuro incierto, enfrentamos la enorme tarea de abordar la desigualdad de género en el mercado laboral, especialmente para las mujeres mayores. Y si me preguntas, la clave para cerrar esta brecha es la acción colectiva y el compromiso de todos, desde los líderes empresariales hasta cada uno de nosotros en nuestras comunidades.

La próxima vez que pienses en el futuro laboral de las mujeres mayores, pregúntate: ¿qué papel puedo desempeñar para asegurar que pasemos de ser solo un número en las estadísticas a ser verdaderas líderes en nuestras industrias? Una idea puede ser el primer paso hacia la justicia. Aunque el camino sea incierto, es nuestro deber y responsabilidad hacer que dicho camino sea más corto y menos doloroso.

Así que, amigos, abracemos esta lucha juntos. A veces, el cambio comienza con una conversación, con un comentario y, por qué no, con una sonrisa.

Recuerda, el futuro también se escribe con nuestras acciones en el presente. ¡Hasta la próxima!