El Salón del Automóvil de París se acerca rápidamente y, como suele ocurrir en momentos de incertidumbre, es tiempo de reflexionar sobre el estado actual de la industria automotriz. Recientemente, Carlos Tavares, CEO del grupo automovilístico Stellantis, ha hecho ruido con su visión sobre el futuro del sector. Pero, ¿qué significa esto realmente para los empleados, las marcas y, más importante aún, para los consumidores? Vamos a desglosar todo lo que Tavares ha expuesto en su reciente entrevista, y cómo se podrán reflejar estos asuntos en nuestra vida cotidiana.

Un golpe de realidad para Stellantis

Primero, pongamos las cosas en contexto. Stellantis, que se posiciona como el líder en el número de marcas bajo su ala, una vez fue visto como un coloso de la industria automotriz. Sin embargo, la realidad de 2024 está mostrando resultados muy diferentes. La nueva evaluación de Tavares destaca caídas dramáticas en el beneficio neto del grupo, bajando un 48% en comparación con el año anterior. Y diría que si los números fueran una película, esta sería una de terror.

En mi experiencia, he vivido momentos en los que una empresa que admirabas de repente se enfrenta a desafíos que parecen insuperables. En 2020, trabajaba en una startup que prometía revolucionar el sector del turismo. Un par de años después, estábamos todos preguntándonos de dónde saldría la próxima ronda de financiamiento. La incertidumbre crea camaradería, pero también una sombra de preocupación.

Y así es como se siente Stellantis actualmente, ¿verdad? En medio de tormentas de aranceles y problemas de stock, con coches que, en lugar de salir rodando de las fábricas, se han quedado atrapados en la red de concesionarios.

Aranceles: ¿una trampa o una oportunidad?

Carlos Tavares ha realizado afirmaciones contundentes, considerando los aranceles a los coches eléctricos chinos como «una gran trampa, una gran estupidez». Estas palabras pueden sonar drásticas, pero cuando te pones en los zapatos de un consumidor que desea un vehículo eléctrico asequible, puedes entender su angustia. Tavares no se detuvo ahí; enfatizó que estos aranceles pueden hacer que el coste de la movilidad eléctrica sea prohibitivamente alto para las clases medias.

Una vez, un amigo mío decidió comprar un coche eléctrico a medio camino entre el precio de un coche nuevo y un anticipo de efectivo. ¿El resultado? Terminó comprando un coche usado de un modelo anterior porque, sabes, la economía siempre gana. Si los aranceles continúan al alza, muchos consumidores podrían verse obligados a hacer lo mismo. ¿Es eso lo que queremos?

Tavares argumenta que la solución radica en hacer que los costos de producción sean más bajos, optando por componentes de países donde su producción sea más asequible. La idea suena apropiada, pero aquí surge otra pregunta: ¿a qué costo para la mano de obra local?

El dilema de los empleos y la producción

A medida que las ventas se estancan, el fantasma del despido comienza a planear sobre el ejecutivo de Stellantis. En respuesta a las preguntas sobre la posibilidad de despidos en la empresa, Tavares tuvo la valentía de decir: «nunca garantizo puestos de trabajo». Lo que es seguro es que, cuando un CEO habla de esta manera, se siente la presión. Las cosas se están poniendo difíciles en el sector automotriz europeo, y Tavares no se anda con rodeos al respecto.

Pienso en mis días universitarios cuando, por alguna razón incomprensible, decidí estudiar economía. En mis clases, siempre enfatizaban la importancia de la mano de obra local. Pero ver el tema desde el ángulo de los fabricantes puede resultar desconcertante. Si se lanza a la participación en un mercado más competitivo y barato, ¿cuándo se pone en juego el bienestar de los empleados?

La discusión sobre la reducción de costos inevitablemente lleva a la necesidad de revisar la estructura laboral. Y si bien los sindicatos son astutos y resolutivos —como lo mencionó Tavares—, ¿será suficiente para proteger a los trabajadores de una marea en contra?

Mirando hacia el futuro: las marcas chinas en Europa

Tavares también fue explícito en cuanto a cómo el futuro de la industria europea se encuentra en un laberinto. Defendió la idea de que si los fabricantes de vehículos eléctricos chinos tienen éxito, lo cierto es que también están acortando el camino hacia la producción en Europa del Este. Según su perspectiva, esto podría transformar completamente la dinámica de la competencia en el viejo continente.

Veo paralelo aquí con la industria musical. ¿Recuerdas cuando las bandas británicas dominaban el escenario y luego surgieron fenómenos independientes de todo el mundo? El mercado evoluciona, y a veces incluso cambia a una velocidad que nos deja boquiabiertos. La analogía podría ser perfecta si estos modelos de negocios están en constante reformulación por parte de las marcas emergentes.

En caso de que las marcas chinas se adueñen del 10% del mercado europeo, eso representaría unos** 1,5 millones de vehículos**. Para ponerlo en perspectiva, eso equivale a la producción de siete fábricas europeas. ¡Qué locura! Un cambio de juego total.

La búsqueda de una solución sostenible

Entonces, ¿a dónde va todo esto? Tavares ha dejado claro que Stellantis tiene que reinventarse para sobrevivir. La pregunta que enfrentamos entonces como consumidores y ciudadanos es: ¿qué tipo de industria automotriz queremos formar en los próximos años? ¿Una que esté centrada en la producción rentable a expensas de los trabajadores o una que sea innovadora y sostenible?

Quizá debamos considerar también alternativas, como un enfoque hacia la movilidad sostenible. En vez de adquirir un vehículo, podría ser que en el futuro todos compartamos coches eléctricos en nuestra ciudad con sólo apretar un botón en nuestras aplicaciones móviles. Las ideas están ahí, pero, lamentablemente, muchas veces se quedan el último piso, en la famosa «sala de juntas».

Conclusión: una balances entre economía y humanidad

Como detalla la realidad, las palabras de Carlos Tavares son un reflejo de los dilemas que enfrenta la industria automotriz europea. Los aranceles, los problemas de producción y la incertidumbre laboral son desafíos palpables en este entorno competitivo que no muestra signos de desaceleración.

Durante estos tiempos difíciles, es fundamental recordar que, detrás de las estadísticas y números, hay historias de personas reales que están afectadas por estas decisiones. Es fácil perderse en la frialdad de las cifras, pero cada voiture en una fábrica representa un esfuerzo humano.

Así que ya sea que estés pensando en un nuevo coche, en mantener tu viejo sedán o simplemente en la manera en que te mueves por el mundo, lo importante es que estamos todos juntos en esto. Entonces, ¿qué opinas? ¿Está Stellantis en un camino hacia el renacimiento o creemos que ya han cruzado la línea de no retorno? La pregunta queda abierta, pero una cosa es segura: el futuro está por delante, y debemos asegurarnos de que alguien esté al volante. ¡Sube, que esta conversación recién comienza!