El 29 de octubre, Valencia fue golpeada por una DANA, una de esas tormentas que a veces parecen sacadas de una película de catástrofes. Si alguna vez viste «Twister», sabes a lo que me refiero. Las calles, que normalmente verías llenas de gente paseando con sus naranjas, se convirtieron en ríos caudalosos. En medio de este caos, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, decidió que era el momento perfecto para introducir algunas reformas en el personal empleado público. ¿Una movida brillante o simplemente una jugada egoísta? Vamos a desglosarlo.
La lluvia y sus consecuencias
Las inundaciones que arrasaron Valencia dejaron a su paso un distrito de preocupación. Las imágenes de los coches sumergidos y las calles vacías podían haber sido un promoción de una película de terror. La Administración Pública se encontró atrapada entre el deber de reconstruir y la necesidad de agilizar procesos. ¿Y qué hizo Mazón? Aprobó un decreto de medidas extraordinarias que, entre otras cosas, eliminó el tope salarial del 15% para los consellers y secretarios autonómicos.
Imagínate la escena: mientras la lluvia caía, él, con su paraguas y una taza de café, pensó: «¿Qué tal si le quito un poco de peso al bolsillo de mis nuevos amigos altos cargos?» Supongo que se sentía como un héroe, tratando de reclutar a las mejores mentes para la reconstrucción. Pero, ¿realmente lo es?
¿Por qué un decreto ahora?
La justificación del Gobierno autonómico es bastante clara: «Necesitamos incorporar talento y capacidad». Pero uno debe preguntarse, ¿es eso una razón suficiente para dejar que algunos altos cargos se llenen los bolsillos mientras la ciudadanía sigue lidiando con las secuelas de la DANA? Cuando leo algo así, no puedo evitar recordar la famosa frase: «La lluvia en Valencia no se siente igual que en otros lugares». Y eso parece aplicarse también a las decisiones de sus gobernantes.
La nueva disposición permite que aquellos que provienen de otras administraciones mantengan su salario anterior al incorporarse al nuevo cargo, eliminando esa limitación del 15%. Claro, suena bien si consideras que quieren atraer a personas con experiencia durante un tiempo de crisis. Pero, ¿de verdad necesitamos sacrificar la moral por la habilidad?
Un vistazo a los beneficiarios
Los nuevos altos cargos que podrían beneficiarse de esta medida incluyen a personajes como Francisco Gan Pampols, un teniente general del Ejército, y el nuevo secretario autonómico para la recuperación, Venancio Aguado. También se mencionó al conseller de Emergencias, Juan Carlos Valderrama, quien proviene de la Universidad de Valencia. Ahí es donde las cosas se complican. ¿Es realmente justo que personas con un historial en puestos bien pagados, en tiempos de crisis, se lleven su salario íntegro?
Puedo escuchar a la gente en Valencia discutiendo sobre esto en las típicas terracitas. Mientras sorben sus cafés, probablemente planteen preguntas retóricas como “¿por qué él sí y nosotros no?” o “a mí también me gustaría ser un conseller por un día”.
Reacciones del público y la oposición
No ha pasado mucho tiempo desde que esta medida se hizo pública y ya ha comenzado a generar reacciones. Diana Morant, secretaria general del PSPV-PSOE y ministra de Ciencia, ha calificado de “inmoral” que el nuevo Consell empiece su mandato así. Con declaraciones contundentes, ella exige que Mazón destituya a aquellos involucrados en esta «indignidad».
En este momento, la cuestión que todos se hacen es: ¿realmente estamos más preocupados por los salarios de los altos cargos que por la reconstrucción de nuestras comunidades? Las prioridades parecen estar un poco torcidas, y Lord Mazón parece más interesado en el arte de llenar los bolsillos de sus nuevos amigos.
Una jugada con antecedentes
Esta no es la primera vez que se discute la actualización salarial de altos cargos en Valencia. Durante el mandato del Consell del Botànic, la cuestión estuvo sobre la mesa pero no prosperó. Un dato curioso es que Mazón ya había hecho una excepción para ciertos cargos en el pasado y luego la amplió con el nuevo director de la Agencia Valenciana Antifraude, Eduardo Beut, quien había provenido de la Agencia Tributaria y tenía ingresos anuales bastante elevados.
Parece que esta administración se esfuerza por atraer talento, pero ¿realmente lo necesitan? ¿Qué pasaría si esos talentos no encontraran echo en nuevos proyectos en lugar de sumarse a la carrera por los salarios altísimos?
¿Un juego de ajedrez en medio de la tormenta?
Retomando el tema del ajedrez, parece que Mazón está moviendo sus piezas, pero algunos se preguntan si realmente sabe jugar o si está haciendo movimientos al azar. ¿Puede ser que, al eliminar esos topes, está impulsando un ambiente competitivo que descuida el bienestar de los ciudadanos de a pie?
Siendo honesto, no deja de parecer un acto egoísta en medio de una crisis colectiva. Pienso en esos momentos en que los amigos se pelean por quién debería pagar la cuenta en una cena, mientras el resto de la mesa se pregunta si realmente querían cenar juntos en primer lugar.
La reconstrucción como prioridad
Volvamos a la DANA y sus consecuencias. La reconstrucción debería ser la prioridad inmediata. Los valencianos merecen un presidente que se preocupe por sus necesidades. Invertir en casas, en servicios de salud, en programas sociales debería ser el enfoque, no en aumentar los salarios de sus funcionarios de alto nivel.
Claro, uno podría argumentar que traer «talento» a la administración resulta en mejores soluciones y, a la larga, más bienestar. Y, la verdad, existe lógica en eso. Sin embargo, la percepción de que algunos se benefician de la catástrofe deja un sabor amargo en la boca de muchos.
Conclusiones
Carlos Mazón ha utilizado la crisis para introducir cambios que podrían verse como una licenciatura para altos cargos. Mientras la lluvia caía y las calles se inundaban, él decidió abrir la puerta a un nuevo enfoque que prioriza a unos pocos a expensas de muchos.
Es fundamental que el debate sobre la moralidad de estas decisiones siga en la conversación pública. Al final del día, la política debe ser el reflejo de la voluntad y las necesidades del pueblo, no un juego donde algunos afortunados se benefician sin mirar atrás.
¿Qué piensas tú? ¿Es esto lo que se necesita en tiempos de crisis, o es solo un signo de los tiempos? Lo que es indudable es que las decisiones tomadas ahora serán recordadas, para bien o para mal, en la historia de Valencia. Y eso, amigos, es algo que ni la lluvia podría lavar.