Las elecciones en Estados Unidos, programadas para el cinco de noviembre, están causando una gran inquietud en toda América Latina. Cada vez que el país del norte se enfrenta a un cambio en su liderazgo, el sur del Río Grande aguanta la respiración, como si estuviésemos en una montaña rusa emocional con 2000 metros de caída. Esa sensación de inestabilidad y expectativa se intensifica aún más cuando el nombre de Donald Trump se asocia a un posible regreso al poder.
¿Realmente entenderá América Latina lo que está en juego en estas elecciones? ¿O simplemente nos aferramos a la esperanza de que el próximo presidente de los Estados Unidos no se olvide de nosotros y de nuestros problemas? Tranquilos, siempre hay espacio para la incertidumbre y el humor, especialmente en tiempos de crisis.
La relación entre Trump y América Latina: un juego de poder
Si hay algo que se ha posicionado en la mente de muchos es que Trump representa un modelo de liderazgo que puede – y seguramente lo hará – dar un giro brusco a las relaciones comerciales y políticas con América Latina. Si vamos al grano, es inevitable la mención de temas como el comercio, la migración y la lucha contra el narcotráfico. Al menos, parece que a Trump le gusta revisar el manual de cómo tensar las cuerdas de la diplomacia.
Trump podría entrar a la Casa Blanca con un discurso sobre la protección de la economía nacional, ¿pero será eso una promesa vacía? Tras cuatro años en el poder, de sus labios han brotado frases de desdén hacia América Latina, lo que ha llevado a muchos a cuestionarse: ¿será realmente prioritario para él un acercamiento comercial con nuestros países?
¿Una segunda presidencia de Trump significa una América Latina en el olvido?
De acuerdo con muchos expertos, incluidos voces privilegiadas como Gilberto Aranda Bustamante, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, América Latina ocupa “un lugar bastante marginal en los intereses globales de EEUU”. Y eso puede resultar doloroso para una región que busca tanto mejorar sus lazos comerciales.
La atención de Washington se ha desviado hacia regiones como el Medio Oriente y el sudeste asiático, y aquí nos quedamos, implorando algunas migajas de interés. ¿Es esta la forma en que América Latina se siente constantemente ignorada? Puede ser que sí. Mientras tanto, China se filtra sigilosamente en nuestros mercados como un gato en la oscuridad.
En esta narrativa, China se está convirtiendo en el nuevo socio comercial favorito de varias economías latinoamericanas. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso? ¡Uy! Parece que el matrimonio entre Pekín y América Latina es bastante funcional, y Washington podría perder el tren… una vez más.
La postura de Trump hacia México: amor y desamor en cuestión de segundos
Si hay un país en América Latina que tiene un interés especial en las elecciones del cinco de noviembre, es México. Aproximadamente el 80% de sus exportaciones dependen de EE.UU., y con un cambio de presidente en el país del norte es como jugar a la ruleta rusa. La política de nearshoring, que ha sido como el GPS en su economía, se ha vuelto más crucial que nunca.
Sin embargo, la visión de Trump hacia México no es un lecho de rosas. Con su preocupación sobre el déficit comercial, el ex-presidente ha manifestado su deseo de volver a un escenario proteccionista, lo que podría hacer que muchas empresas salgan corriendo de México, buscando regresar a casa como si estuvieran en un juego del escondite.
Pero ¿hasta qué punto Trump estará dispuesto a presionar a sus aliados del sur? Si hay algo peor que perder un socio comercial, es perder la compasión por ellos. Y aquí es donde la historia se pone más complicada, porque el discurso anti-inmigración de Trump podría incluso sabotear las relaciones amistosas.
Migración: el dilema eterno
El tema de la migración también ocupa un lugar central en la agenda de Trump, especialmente con la reciente oleada de migrantes que buscan cruzar hacia los Estados Unidos. Con su promesa de un programa de deportaciones masivas, se cierne una nube de incertidumbre sobre muchos países de la región. Las remesas que envían sus emigrantes podrían verse cortadas drásticamente, creando una oleada de pobreza que, seamos sinceros, no le interesa a nadie.
Por otro lado, ¿es correcto que los migrantes sean un peón en el ajedrez político de las elecciones estadounidenses? Aquí vamos, un juego de ajedrez donde las piezas son seres humanos que solo buscan una vida mejor. Puede parecer un cliché, pero no se nos debe olvidar que cada migrante tiene su propia historia, su propia lucha.
¿Quién se lleva la mejor parte?
A medida que aproximadamente 40 países de América Latina se ven inmersos en las decisiones de Washington, la pregunta persiste: ¿realmente habrá un trato preferencial para aquellos que han coqueteado con las ideas de Trump? Tolero el sarcasmo, así que no me lo tomen a mal: esperar que estos vínculos se fortalezcan solo porque los líderes han hecho guiños a Trump es un poco optimista.
Por ejemplo, el presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien ha oficiado como uno de los aliados de Trump en la región, no tiene garantizado un trato preferencial si el magnate regresa al poder. Recordemos cómo Trump no titubeó en atacar a El Salvador durante su campaña anterior, alegando que sus criminales eran enviados a los Estados Unidos. Imagínense a Bukele lidiando con esas acusaciones mientras trata de mantener sus relaciones diplomáticas.
Y luego está Javier Milei, el argentino que se ha alineado políticamente con el magnate. En este escenario de cambio, a Milei le espera un espejo en el que podría ver un reflejo bastante distorsionado de lo que espera de Trump. Muchos de nosotros sabemos que la política tiene sus propias reglas, y los “amigos” de Trump son solo amigos hasta que sueltan la ficha de negociación.
Trump y la lucha contra el narcotráfico: una guerra sin fin
Ahora, hablemos de la relación entre Trump y México en la lucha contra el narcotráfico. No sería una sorpresa si escucháramos a Trump hablar sobre bombardear instalaciones de carteles mexicanos, como lo sugirió su candidato a vicepresidente, J.D. Vance. Aquí, de nuevo, se resalta la eterna lucha contra las drogas, y a menudo nos preguntamos si alguna estrategia ha producido resultados reales.
¿Bombardear carteles resolverá el problema? Ciertamente, suena más como un Hollywoodístico plan de acción de una película de acción que como una verdadera estrategia de política exterior. Mientras tanto, las relaciones entre México y EE.UU. podrían deteriorarse aún más, lo que me hace pensar en las relaciones familiares de los reality shows.
Una mirada al futuro
A medida que las elecciones se acercan, debemos preguntarnos: ¿será este el momento en que América Latina finalmente obtenga una voz en Washington? Si una nueva administración decide proseguir con políticas más agresivas contra este continente, podríamos enfrentar un dilema aún mayor. La influencia de China seguirá consigo, y se podría intensificar a medida que se tome en cuenta la lucha por el litio, un mineral clave en el futuro energético.
Al igual que el empresario Elon Musk, quien ha mostrado interés en el desarrollo del litio latinoamericano, todos los ojos están fijos en América Latina. ¿Realmente importa a Trump o solo a su ambición por dominar el futuro de la movilidad eléctrica?
Conclusión: el gran juego de la política
Las elecciones en EEUU no solo son un espectáculo interesante; son un recordatorio de cómo las decisiones políticas en una parte del mundo pueden repercutir en todos nosotros. La incertidumbre puede abrir la puerta a nuevas oportunidades, pero también puede llevarnos a una nueva era de aislamiento. América Latina, en su búsqueda por una identidad más fuerte y relevante, debe mantenerse como un protagonista en esta narrativa.
Entonces, aquí estamos, a la espera de una decisión que impactará a toda una región. ¿Lograremos alguna vez ser más que unos meros espectadores de los caprichos políticos estadounidenses? Solo el tiempo lo dirá. En este mundo, donde la política se mezcla con el humor y la incertidumbre, la única certeza que tenemos es que el show debe continuar.