¡Hola, cinéfilos! Hoy vamos a sumergirnos en The Brutalist, la última obra maestra del director Brady Corbet, que ha salido recientemente a la luz. Este filme no es solo una película, es una experiencia sensorial que desafía la forma en que vemos el cine. ¿Estás listo para un viaje de tres horas y media donde la ambición cinematográfica podría hacer que te quedes en la silla un poco más que en una cita romántica? ¡Perfecto! Agárrate, porque estamos a punto de explorar su profundidad.

Un vistazo a la ambición del director

Brady Corbet no es un director cualquiera; es un audaz explorador de la complejidad del ser humano. Las dos películas previas de Corbet, La infancia de un líder (2015) y Vox Lux (2018), le han valido reconocimiento por su forma única de tratar los conflictos internos y las presiones sociales. En The Brutalist, Corbet pone a prueba su audacia; es como si decidiera caminar sobre un alambre en llamas, con el objetivo de impresionarnos. Este hombre tiene una habilidad asombrosa para convertir el dolor en arte, ¿no es impresionante?

Tal vez te preguntes: «¿Es este un ejercicio de exhibicionismo o hay algo más profundo detrás de esta película?» ¡Buena pregunta! Al principio, puede parecer que Corbet está buscando llamar la atención solo por el escándalo, pero pronto te das cuenta de que hay una exploración más matizada en juego. Usa la historia de un arquitecto escapando de un pasado oscuro como una metáfora de los desafíos de la humanidad frente a las ideologías que nos moldean.

Una historia que resuena con el presente

The Brutalist se centra en László Toth, interpretado maravillosamente por Adrien Brody. Este personaje es un arquitecto que huye de la Europa de la Bauhaus en un momento en que el mundo se encontraba en medio de un cambio radical y caótico. La película se convierte en un espejo de las luchas de generaciones pasadas y presentes. ¿No es fascinante cómo una historia que transcurre décadas atrás puede resonar con nuestra realidad actual?

A medida que László se adapta a su nueva vida en la América capitalista, está en constante lucha con su pasado. Su historia se siente tan personal como universal. Es como si cada uno de nosotros pudiera ver su propio reflejo en él. La lucha contra los fantasmas del pasado y la búsqueda de un futuro significativo son sentimientos con los que todos nos encontramos, a veces en el más cotidiano de los contextos.

Felicity Jones, que interpreta a la esposa de László, añade otra capa emocional a la narración. Ella llega en una silla de ruedas, simbolizando las cicatrices de la guerra que aún persisten en la historia europea. La relación entre ellos es un recordatorio de que el amor puede florecer en las circunstancias más adversas. ¡Es como si alguien hubiera decidido poner un poco de melaza en este dramático cóctel!

La estética del brutalismo y su mensaje

El título de la película hizo que yo, un amante desprevenido de la arquitectura, me preguntara: «¿Qué demonios es el brutalismo?» Para aquellos que no lo sepan, el brutalismo es un estilo arquitectónico que resalta la honestidad de los materiales y una estética funcional que podría parecer un poco, digamos, «fría». Con su gran escala y una presencia casi intimidante, el edificio que Toth crea en la película es un símbolo de las luchas humanas que se desarrollan en la historia.

Es como si Corbet estuviera diciendo: «Escucha, cada ideología que creemos firmemente tiene su peso». Mientras que en el pasado existían filosofías que exaltaban al individuo, este filme se convierte en un canto a lo comunitario. En lugar de ver a László como el héroe individual que logra triunfar por su propia fuerza, nos presenta la idea de que, en este viaje, el entorno y la comunidad también son esenciales. ¿Te has dado cuenta de cómo a menudo olvidamos esto en la vida real? A veces, se necesita una película para recordarnos que no estamos solos en nuestras luchas.

Un viaje cinematográfico que desafía las convenciones

Como si estuvieran preparando un platillo gourmet, Corbet ha optado por hacer de The Brutalist una experiencia cinematográfica casi sensorial. Con una duración que podría hacer que algunos de nosotros pestañeara más de una vez (215 minutos, sin contar el intermedio), la película utiliza el formato de 70 mm para llevarnos a un nivel immersivo. Esto no es solo una cuestión de estética, sino una forma de recordarnos que el cine tiene el poder de entrar en las entrañas de lo que somos.

La música también juega un papel crucial en la narrativa. La banda sonora prácticamente perfora cada escena. Puedo casi escuchar esa melodía espeluznante que crea una conexión emocional inmediata. Cuando algo es emocionalmente abrumador, la música se encarga de amplificarlo. ¿Cuántas veces te ha pasado que una canción te transporta a un momento específico de tu vida? Eso es lo que hace Corbet aquí, y ¡vaya que lo logra!

Reflexiones sobre la humanidad y la moralidad

Si bien podemos disfrutar de esta película como un entretenimiento, en el fondo también es un comentario sobre nuestra sociedad actual. Piensa en ello: el fascismo de ayer y la lucha contra el capitalismo depredador de hoy son, en muchos sentidos, reflexiones de un mismo hilo rojo. Corbet nos invita a cuestionar la validación que otorgamos a cada aspecto de nuestras vidas y a reflexionar sobre lo que realmente significa ser humano en un mundo tan complejo.

Hay un momento en que Toth enfrenta al magnate (interpretado por Guy Pearce) que le encarga la obra de su vida. Aquí es donde la película se transforma en una exploración de la ética en el arte. ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar por una oportunidad que podría cambiar tu vida? ¿Hasta dónde te llevaría la ambición? Es el tipo de preguntas que podrían hacerte cavilar mientras miras la pantalla y tu palomita de maíz se enfría lentamente.

Conclusiones sin spoilers, pero llenas de preguntas

A medida que me acerco al final de esta reflexión, me pregunto: ¿qué nos llevamos de The Brutalist? Personalmente, siento que es un llamado a la acción. Es un recordatorio de que, en un mundo inundado por ideologías, deberíamos tomar un momento para mirarnos a nosotros mismos y reflexionar sobre el impacto que nuestras decisiones y nuestras vidas pueden tener en los demás. En un tiempo donde parece que las historias se hacen cada vez más cortas y rápidas, The Brutalist nos da una visión de la ambición verdadera: una que busca profundizar en la complejidad de la condición humana.

Así que, si sientes que un atisbo de ambición y una dosis de reflexión son lo que necesitas en tu próxima noche de cine, asegúrate de no perderte esta obra. Recuerda, las películas tienen la capacidad de llevarte no solo a otros mundos, sino también a los recovecos más profundos de tu mente y de tus emociones. No es solamente un filme más, es un viaje que, estamos seguros, dejará huella.

Bibliografía y referencias recientes

Si te interesa profundizar más sobre el fenómeno del brutalismo en la arquitectura, o las ideologías que se entrelazan con las narrativas cinematográficas, puedes explorar los siguientes títulos:

  • «Brutalism: A Choice of Weapons» por Sophia Caldeira.
  • «Architectural Theory: From the Renaissance to the Present» por H. Michael.

Estos textos, junto con la obra de Corbet, nos permitirán apreciar el tejido intricadamente entrelazado que conecta nuestras historias pasadas, presentes y futuras.

¡Y eso es todo, amigos! Espero que hayas disfrutado este análisis de The Brutalist. ¿Cuál es tu opinión? ¿Te atreverías a sentarte en la silla por tres horas y media? ¡Házmelo saber en los comentarios!