La historia del arte está llena de giros inesperados, y pocas son tan fascinantes como la saga del Retrato de Melchior Michael, una obra que ha recorrido más de 400 años de historia desde su creación hasta su redescubrimiento en Argentina. ¿Sabías que esta obra maestra de Tintoretto, uno de los grandes del arte veneciano del siglo XVI, estuvo olvidada en un depósito durante décadas? Acompáñame en este recorrido para desentrañar cómo un cuadro puede esconder tanto tras de sí.

El resplandor del renacimiento veneciano

Hablemos un poco del trasfondo. El siglo XVI fue una época de grandes avances en el arte, y Venecia era, sin duda, uno de los grandes epicentros del renacimiento. Pintores como Tintoretto, también llamado “el furioso” (no, no era un superhéroe de Marvel, aunque suena así), empujaron los límites de la pintura en su época. Su estilo dinámico y sus composiciones dramáticas dejaron una huella imborrable en la historia del arte. Por lo tanto, cuando menciona que esta pieza fue creada entre 1562 y 1565, es como hablar de una joya de colección que había sido olvidada en el fondo de una caja.

¿Quién era Melchior Michael?

Pero, ¿quién era Melchior Michael, el protagonista de esta obra? Nacido en 1489 y fallecido en 1572, era un destacado militar veneciano y procurador de San Marcos. En la obra, Melchior aparece con una expresividad que solo un maestro como Tintoretto podría plasmar en un lienzo. Al parecer, había una relación bastante cercana entre ambos, lo que añade un dramatismo adicional a la historia: ¡no se trata simplemente de un retrato, es la representación de una amistad!

De Europa a La Plata: un viaje inesperado

Aquí es donde la historia se complica un poco. Sara Wilkinson de Santamarina y Marsengo, una aristócrata que debía tener un gusto impecable (alguien debería preguntarle a ella sobre decoración), decidió adquirir este retrato en una exposición en París en 1904, añadiéndolo a su colección de obras de renombre. Imagina a esta mujer cruzando Europa con el cuadro, ¡casi como en una película de acción! La llegada de la colección de Wilkinson fue registrada en octubre de 1932 en el puerto de Buenos Aires. La generosidad de Sara al donar seis obras —entre ellas este retrato— al Museo de Bellas Artes de La Plata fue notable, aunque un pelín irónico, dadas las circunstancias posteriores.

Pero aquí es donde la trama se oscurece… Emilio Pettoruti, el director del museo en ese momento, no estaba convencido de la autenticidad de las obras. En su autobiografía se refiere a ellas como mediocres. ¿Te imaginas? Un cuadro que fue pintado por un genio del arte fue relegado a categorías como “bueno”, “regular” y “no se expondrá jamás”. Solo el tiempo se encargaría de retomar lo que la inercia había dejado atrás.

Un trabajo de detectives del arte

Años más tarde, en 2022, el sello de la historia cambió cuando el museo decidió revisar sus obras. Como en un episodio de CSI: arte, un equipo de investigadores comenzó a analizar el retrato, tomando muestras químicas de la pintura y utilizando técnicas como la espectroscopía. No, no había rayos láser como en las películas, pero el proceso estuvo muy lejos de ser menos emocionante. Con revelaciones científicas que recordarían al «¡Eureka!» de Arquímedes, el equipo descubrió que los pigmentos utilizados eran consistentes con los que se usaban en el siglo XVI en Venecia.

Imagina que los científicos encontraron un barniz que ya había sido identificado en otras obras de Tintoretto y hasta recuperaron una figura que había desaparecido en su camino. Por un momento, mi mente dibujó una escena entre el laboratorio y la galería: “¿Tienes la figura? ¡Saca la figura del retrato!”.

La verdad revelada

Con todas estas pruebas acumuladas, los investigadores finalmente validaron la atribución del cuadro a Tintoretto. ¡Qué alivio! Es casi como si hubieran trabajado desde la premisa de una competencia de talentos artísticos, donde solo uno obtiene el apodo de “maestro”. La investigación fue publicada en el Journal of Molecular Structure, que, aunque puede no sonar tan emocionante como una serie de Netflix, representa una contribución a la conservación y la historia del arte.

Pero la historia no termina aquí; el museo planea presentar el retrato al público durante la feria de arte contemporáneo «La Plateada». La ironía de que este cuadro, ahora considerado una obra maestra, estuvo guardado bajo llave por desconfianza es lo que hace que esta historia resuene con tantos de nosotros. Podemos ver el lado más humano de esta narración: el desinterés y la falta de aprecio que puede existir incluso en las instituciones.

El misterio de Goya

No puedo dejar de preguntarme, ¿qué pasará con el otro cuadro atribuido a Goya? Estuvo abandonado junto al retrato de Tintoretto durante décadas. En un mundo de revelaciones sinceras, tal vez sea el siguiente intrigante capítulo de esta narrativa rica en historia y arte.

Reflexiones finales

Y aquí estamos, al final de nuestra exploración, con una pregunta en mente: ¿qué otras obras maestras habrán sido olvidadas en algún rincón del mundo por no haber sido apreciadas en su momento? Quizás detrás de cada cuadro, hay una historia latente que espera ser descubierta. Este redescubrimiento nos enseña que el tiempo puede ser un aliado poderoso y que, a veces, lo que parece ser un objeto sin valor puede tener un destino brillante esperando a ser revelado.

Así que, la próxima vez que te encuentres con una pintura en una galería, piénsalo dos veces. Quizás, detrás de cada pincelada, haya un pequeño secreto listo para ser contado. Te invito a sumergirte en la historia del arte y recordar que siempre hay más por descubrir de lo que inicialmente se revela. Al final, todos somos un poco como Tintoretto, intentando plasmar nuestras pasiones en el lienzo de la vida.