Si has estado viviendo en una cueva los últimos días, te cuento que el Festival de San Sebastián 2024 ha dejado huella, y no precisamente por sus tapas y pintxos, por mucho que esos manjares sean dignos de una oda. Este año, el certamen no solo ha sido un despliegue de películas potentes y controversias, sino que también ha abordado temas candentes que involucran la lucha del arte frente a la realidad. Así que, prepárate para un viaje que va más allá de la alfombra roja, adentrándonos en el corazón y el alma del cine contemporáneo.

La joya del festival: Tardes de soledad

Comencemos nuestra travesía con una obra que ha arrasado en el festival: Tardes de soledad, dirigida por el polifacético Albert Serra. ¿Quién hubiese imaginado que un director que aparentemente no distingue un pase de pecho de un par de alas de pollo se aventuraría a filmar una película sobre tauromaquia con una profundidad casi filosófica? ¡Eso es arte, amigos!

La película ha sido tan impactante que algunos críticos incluso la comparan con un «milagro cinematográfico». Eso es un gran halago, pero, entre tú y yo, esperaba más de una ovación y menos de una misa. ¿Acaso es posible que haya un film que logre captar la esencia del toreo y, al mismo tiempo, llevarnos a reflexionar sobre la vida y la muerte?

En el transcurso de esta obra, uno puede escuchar al toro respirar, como si el animal fuera un espectador involuntario de un drama existencial. El grito desesperado: “La vida no vale nada” resuena en cada rincón. OMG, ¿no sientes ya la presión de la vida? Aquí es donde la película se convierte en algo más que un relato: es un viaje a la introspección.

La Concha de Oro: Un debate entre lo divino y lo dantesco

La Concha de Oro, el máximo galardón del festival, fue llevada a casa por Serra, y no es para menos. No hace falta ser un crítico para darse cuenta de que ha creado una obra que se inicia en la controversia y culmina en una profunda reflexión sobre lo que significa ser humano. Su objetivo parece claro: provocar. Y vaya si lo logra.

Entonces, surge la pregunta: ¿es la tauromaquia un arte o una barbarie? En realidad, Serra no se propuso dar respuestas, sino plantear preguntas complicadas. A menudo, las grandes obras de arte son aquellas que no tienen un o un no como respuesta. El director, al que en ocasiones se le mide con una varita de oro de la crítica, así como en tiempos precolombinos se medía el oro en tesoros, juega en una liga diferente este año.

Otras joyas en la filmografía del festival

Pero, espera, que no todo el festival gira en torno a Serra y los toros. Los destellos, dirigida por Pilar Palomero, se llevó el premio a la mejor interpretación. ¡Por fin, un reconocimiento que no se olvidó de mencionar a los humanos en la trama! Patricia López Arnaiz se siente como el alma de la película, abrazando con sutileza y maestría ese vuelo entre la vida y la muerte que caracteriza a toda gran narración. Su interpretación podría haber sido suficiente para llevarse el oro, pero parece que el universo no siempre es justo con la calidad.

Hablemos también de El llanto, de Pedro Martín-Calero, que recibió un reconocimiento por su innovador uso del género de terror. ¿Quién dijo que no se puede generar terror sin fantasmas? La violencia machista se convierte aquí en el verdadero espectro. ¡Atención, cineastas de terror! Si no pueden asustar a la audiencia con un espanto clásico, simplemente den un giro a la narrativa.

La controversia de los premios

No todo fue aplausos y ovaciones. La mención que hizo el jurado a La última Showgirl de Gia Coppola llenó de controversia a muchos. En una jornada llena de voces que clamaban por obras realmente impactantes, este filme quedó un tanto empañado por la sombra de su protagonista, Pamela Anderson. Una historia de decadencia puede ser interesante, pero ¿era “decadente” lo único que se ofrecía?

El premio del jurado parece también un ejemplo del severo dilema que enfrenta el mundo del cine: ¿vale más el nombre de una figura famosa que el contenido de la historia en sí? Ahí se deja ver el eterno tira y afloja entre el arte y el comercio.

Reflexiones y análisis: ¿Dónde estamos en el cine?

El festival de este año ha sido, sin lugar a dudas, uno de los más interesante en mucho tiempo. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿qué dirección tomará el cine luego de este aluvión de emociones, cuestionamientos y… controversias? Aquí, el paso de la realidad y la fantasía parece estar en delicado equilibrio.

Como alguien que ha intentado en repetidas ocasiones escribir su propia película (y ha fracasado gloriosamente), no puedo evitar sentirme admirado por estos artistas. La valentía de abordar temas tan complejos, tan humanos, tan desafiantes como el nihilismo o la muerte, son un testimonio de lo que significa ser un creador de hoy. ¿Por qué, entonces, sería difícil encontrar esta valentía en otros?

Conclusión: El cine es un reflejo de la vida

El Festival de San Sebastián 2024 nos ha mostrado que el cine es mucho más que entretenimiento: es un espejo de la sociedad, un lugar para cuestionar las verdades de nuestra existencia, nuestra ética y, a veces, nuestra humanidad. La mezcla de lo sublime y lo grotesco en las películas seleccionadas no es más que una representación de la vida misma.

Así que, la próxima vez que te sientes a ver una película, pregúntate: «¿qué quiero aprender de esta experiencia?» Y, si estás en el Festival, recuerda siempre que hasta el toro, todo es rabo… o al menos así lo dijo alguien en algún lugar del festival este año.

Así que, acompáñame en esta reflexión cinematográfica y, aunque el cine puede ser un mundo enigmático y a menudo confuso, al final del día, ¡es solo cine! ¿O es acaso algo más?