¡Hey, cinéfilos! Bueno, ¿alguna vez te has sentado a preguntarte cómo sería la vida si tu vecino de al lado fuera un cineasta africano? No? ¿Soy el único? Concedido, ¡este no es tu escenario cinematográfico típico! Pero te prometo que será una aventura y tanto.
Haces clic en su puerta y puedes sentir la vibración de una historia que viene. No cualquier historia, no. Es más bien … algo tan crudo y real como la vida misma. Como la historia detrás de ‘Té negro’, la última película del aclamado cineasta mauritano Abderrahmane Sissako. Desmontamos los clichés de lo que se percibe como cine africano y, al mismo tiempo, exploramos la belleza de la diversidad y la realidad africana. Por si acaso, traigan palomitas de maíz, esto podría tomar un tiempo.
Deja que la puerta se abra y las luces se atenúen a medida que te transporto al mundo del buen cine africano.
Conociendo a Abderrahmane Sissako
Créeme cuando te digo que este hombre, Abderrahmane Sissako, tiene una respuesta épica a la eterna pregunta «¿Qué llevas en tu maleta de viaje?» Para él, es un montón de premios de festivales de cine, algunas importantes nominaciones al Oscar y unas pocas dosis de críticas estelares. Si eso no te tiene al borde de tu asiento, te diré lo que sí lo hará: su arte.
En 2006, nos regaló ‘Bamako’, la película africana que cambió la percepción de la mayoría de nosotros sobre las historias africanas y africana que J’ACCUSE! golpeó al Banco Mundial y al FMI por la carga económica impuesta a África. Luego, en 2015, se vistió de gala con ‘Timbuktu’, que puso en el mapa cinematográfico a Mauritania, y reunió un puñado de trofeos en los premios César del cine francés.
La pasión detrás de ‘Té negro’
Nueve años después de deleitarnos con la brutalidad de ‘Timbuktu’, Sissako regresa con ‘Té negro’. Y lo sabemos, las segundas obras son una tarea ardua. ¿Recuerdas cuando decidiste por segunda vez probar ese nuevo restaurante de sushi y llegaste para descubrir que habían arruinado tu rollo de sushi favorito? Era desgarrador, ¿verdad? Bueno, no te preocupes. ‘Té negro’ es la excepción a la regla del «segundo intento fallido».
La película cuenta la historia de Aya, una joven de Costa de Marfil que da una vuelta de 180 grados a su vida, huyendo de una boda programada para trabajar en una tienda de té en China. Podemos imaginar la cara de sus amigos y familiares cuando vieron los videos de su nueva vida: «¡ay dios, ella se largó a China!». Pero ‘Té negro’ no es solo una historia de amor no tradicional, es un recordatorio de que todos somos migrantes, de una forma u otra.
Digiriendo el té y recogiendo las hojas
Haciendo un flashback a esa noche en ‘La Colline Parfumée’, Sissako se encontró con una historia que clamaba por ser contada. Frente a él estaba la verdadera experiencia africana en Asia, un éxodo poco conocido fuera de la comunidad africana y tan real como la diversidad en África. Dice Sissako: «Aquí hay una mujer como Aya que se va, que tiene curiosidad por el otro. Me he sentido muy feliz de poder contar esto». Claramente, todas esas tazas de té negro le susurraban «una historia singular, algo realmente conmovedor».
Como el comienzo de una patio de juicios
Para Sissako, cada película es como armar un patio de juicios para presentar la caso de África al mundo. Y no solo eso, para él, cada migrante, cada persona que sale de su zona de confort, lleva consigo una mayor riqueza para el resto del mundo, una expansión de las fronteras culturales. Como cuando decides aprender a cocinar paella en vez de pedir comida para llevar, es un cambio radical.
Un intercambio cultural agridulce
La cruda realidad: Sissako remarca la falta de reciprocidad de Europa cuando se trata de interesarse por África. Como tomarse unos chupitos de tequila pensando que sabor es igual que pasar una temporada en México. Un interés meramente económico y la perspectiva de superioridad de Europa hacia África genera un ambiente cultural rígido.
Dicen que el cine es un lenguaje universal y, para Sissako, cada película es una carta de amor a África. Si miras hacia África con él, aprenderás a apreciar la verdadera belleza en las diversas identidades que componen el mundo.
Ahora ya sabes, la próxima vez que veas a tu vecino, el cineasta africano, considérate a ti mismo como parte de su jurado. ¿Cómo ves el mundo a través de su lente? ¡Dime en los comentarios y comparte tu favorita de las películas de Sissako! Mientras tanto, me voy en busca de mi próxima aventura cinematográfica. ¡Hasta pronto!