Si alguna vez has estado en un bar, seguro que te ha pasado por la cabeza aquello de «solo un trago más» mientras te sumerges en la música que te rodea. Ahora imagina que ese bar, en lugar de un simple rincón de tu ciudad, es la vibrante Guadalajara, Jalisco, donde el tequila fluye como si fuera el propio río que baña sus tierras. En ese escenario se encuentra Álex González, el batería de la reconocida banda Maná, quien no solo golpea los tambores, sino que también ha hecho sonar su creatividad en el mundo de las bebidas. ¿Quién podría haber imaginado que un héroe musical se convertiría en un embajador del tequila? ¡Y vaya embajador!

Un comienzo inesperado en el mundo del tequila

Cuando piensa en una estrella de rock, lo primero que viene a la mente es haber vivido una vida deslumbrante, llena de giras y música. Pero lo que muchos no saben es que, tras los conciertos y las luces brillantes, hay un mundo donde los sueños se fusionan con los negocios. Así fue cómo Álex González decidió que era momento de explorar un nuevo camino: la creación de su propio tequila, Mala Vida.

«A veces me encuentro en el escenario, tocando con la banda, y en el fondo de mi mente aparece la idea de ‘¿Por qué no hacer mi propio tequila?'», cuenta Álex mientras toma un trago del su propia creación. Y así, en 2016, comenzó su aventura en la industria del tequila, un camino que no solo homenajea sus raíces jaliscienses, sino que también honra la rica cultura de su México natal.

La historia detrás del nombre: Mala Vida

¿No es curioso cómo un nombre puede evocar emociones y provocar sonrisas? La elección del nombre Mala Vida no es sino una expresión de la vida misma —con sus altos y bajos, con momentos de alegría y, por supuesto, con esos instantes donde todo parece desmoronarse. González describe el espíritu de la marca como un reflejo de esos momentos. «La mala vida es la vida real. Es la lucha, el amor, el desamor, y todo lo que nos hace humanos», dice con una risa cómplice.

Sabores y experiencias: el proceso de creación del tequila

El camino hacia la creación de Mala Vida no estuvo exento de obstáculos. Después de experimentar con diferentes destilerías y no encontrar el sabor perfecto, González se unió a su socio Álvaro González (sin relación familiar, por cierto) para dar forma a su visión. «Queríamos algo que no solo fuera suave, sino que también tuviera un alma, un carácter», explica Álex. Al final, encontraron su hogar en Tequilas El Mexicano, una destilería que les ayudó a capturar la esencia que buscaban.

Imagínate trabajar codo a codo con paisanos en un pequeño pueblo, seleccionando agaves weber azul y perfeccionando cada paso del proceso de producción. En cada sorbo de su tequila, puedes saborear la dedicación y el esfuerzo del equipo, que ha puesto su corazón en cada botella.

Diseño con alma: una botella que cuenta una historia

El diseño de la botella de Mala Vida es un homenaje a la herencia cultural de México. «Quería que fuera algo como las botellas que ves en las películas de José Alfredo Jiménez. Algo realmente mexicano, pero con un toque de rock and roll», detalla González. La estética visual de la botella, que incorpora símbolos significativos de la cultura mexicana y, por supuesto, unas baquetas para rendir homenaje a sus habilidades como músico, también invita a los consumidores a disfrutar no solo del tequila, sino de un pedazo de historia.

Expansión internacional: llevando el tequila al mundo

Lanzarse al mundo y enfrentar el desafío de internacionalizar su producto ha sido un viaje emocionante, pero no exento de complicaciones. «Empezamos en España, donde la gente aún asocia el tequila con los chupitos, sin realmente entender la complejidad que presenta», señala González. La buena noticia es que, con esfuerzo y una buena dosis de educación sobre las categorías de tequila, Mala Vida ha logrado abrirse camino en mercados como Estados Unidos, Canadá, México, y más recientemente, en lugares como El Salvador y el Reino Unido.

Pero aquí viene la pregunta del millón: ¿cómo se siente un músico de renombre al ver que su producto se consume en lejanos países? «Es una mezcla de orgullo y autenticidad. Quiero que la gente conozca la cultura mexicana a través de mi tequila», reflexiona con una gran sonrisa.

La conexión entre el tequila y la música

En un mundo donde la música y la bebida suelen estar más ligadas de lo que uno podría pensar, es fascinante explorar cómo estos dos universos se entrelazan. Cada vez que Álex sube al escenario, siente que está representando no solo a su banda, sino a todo lo que ha construido con Mala Vida. «La música es universal, y el tequila es parte de nuestra cultura. Juntos, cuentan una historia que vale la pena compartir», dice mientras suena en el fondo un clásico de Maná.

Y si hablamos de música, no se puede evitar preguntarse, ¿alguna vez te has encontrado en un bar con un trago en mano mientras escuchas tus canciones favoritas? Esa sensación de conexión que se produce al alzar el vaso y brindar es lo que hace que los momentos sean memorables.

Impacto y números: el verdadero rostro del negocio

Álex y su equipo han logrado alcanzar cifras impresionantes, facturando alrededor de 800.000 euros. ¡Eso no es moco de pavo! Con un equipo de apenas 25 personas, el negocio ha crecido de manera notable, y reinvierten sus beneficios en el crecimiento de la marca. Esperan aumentar sus ventas a entre 48.000 y 60.000 botellas el próximo año —un objetivo ambicioso que sin duda despierta la curiosidad.

Sin embargo, el éxito nunca ha sido el único propósito. González se asegura de que, independientemente de los números, el corazón de Mala Vida siga latiendo por su cultura y su gente. “El interés principal era compartir algo de nuestra cultura, de Jalisco, y hacer las cosas muy bien”, concluye.

Un llamado a la apreciación: la importancia de beber con conocimiento

Una de las cosas que Álex destaca es la necesidad de educar a los consumidores sobre el tequila. Vivimos en un mundo donde los bares sirven chupitos como si no hubiera un mañana, pero esto no es lo que representa realmente el tequila. «Quiero que la gente aprenda a disfrutar del tequila. Hacerlo con conciencia, saboreando cada sorbo y apreciando su complejidad», opina González.

Y aquí va para ti, querido lector: ¿cuántas veces has brindado sin pensar realmente en lo que estás bebiendo? Quizás es hora de cambiar eso y brindar con un propósito, con una historia detrás de cada botella.

Reflexiones finales: música, tequila y la vida misma

La vida es un ciclo de luces y sombras, de momentos de alegría y tristeza, y en el viaje de Álex González, la música y el tequila sirven como metáforas perfectas de este viaje humano. Su reto de llevar el tequila al mundo, a la vez que comparte su herencia musical, es un recordatorio de que no importa dónde vamos, siempre llevamos con nosotros un pedazo de nuestras raíces.

Así que, ¿por qué no te animas a explorar el sabor de Mala Vida? Ya sea en buena compañía o disfrutando de tu música favorita, recordarás que detrás de cada botella hay una historia que merece ser contada.

La vida es un viaje, y mientras tengas un buen tequila en mano y música en el corazón, seguro que te aguardan grandes experiencias. ¡Salud!